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Advertencia! Este capítulo contiene escenas +18. Recomiendo discreción, si no te gusta este tipo de contenido, puedes pasarlo de largo.

*

La tarde era calmosa. En realidad, todo estaba lo suficientemente tranquilo como para comenzar a desconfiar en el futuro.

Pero en ese día soleado y fresco, un pelinegro y una pelirrosa compartían la tarde como parte de un trato para mejorar la relación caótica que habían creado entre ellos. Después de la discusión con el señor Park, Chaeyong y su padre habían llegado a una conclusión.

—Me iré.

La voz apagada había atravesado sus oídos con más volumen del que se había empleado. Minho peló los ojos sin llegar al extremo, siendo notoria la consternación en sus gestos.

—¿Por qué? ¿A dónde? —cuestionó.

Se miraron por unos segundos y la chica sólo bajó la mirada al plato frente a ella. Ambos sintieron el pecho oprimido y se quedaron en silencio. Minho sin saber cómo reaccionar y la otra estudiando sus palabras siguientes.

—Finalmente me iré a Australia —confesó. Levantó la mirada y chocó sus ojos con los del contrario—. Las vacaciones de fin de año no son lejanas, me iré cuando presente todos los exámenes finales —aclaró.

—¿Por qué?

Vio los temblorosos ojos claros de la chica. Un ligero brillo en ellos le permitió ver la posibilidad de un lagrimeo en ellos, pero no tuvo oportunidad de redireccionar su pregunta.

—No quiero seguir haciéndonos daño con mi obsesión —suspiró—. He hablado un poco con la psicóloga después de mi discusión con papá y creo que lo mejor es dejarte ir, de otro modo sólo terminaremos matándonos..., aunque debo admitir que me gustó cortejarte, eres muy difícil.

Era difícil tratar de reaccionar. Minho se había sentido tranquilo, sabiendo que habían podido mejorar un poco aquella relación que ya no tenía futuro alguno sin embargo, sus instintos aún reclamaban declararla como suya. Quería besarla, abrazarla y consolarla como no hace mucho lo hacía.

—Es hora de irme —dijo la pelirrosa, con una sonrisa suave—. Pero no tenías que molestarte con todo este menú.

Sacó un par de billetes de su bolso, queriendo dejarlos en la bolsa del delantal de Minho, pero antes de poder dejarlos, el azabache le tomó la mano y se lo impidió.

—¿No quieres algo más? Todo va por mi cuenta.

—No, a este paso terminarás engordándome —reprochó.

Minho rió bajito. La actitud vanidosa de la chica relució como si no hubiera casi llorado hace unos minutos atrás. Ambos se levantaron de sus lugares. Minho dejó los platos sucios en su lugar, se quitó el delantal y se acercó de nuevo hasta su acompañante. Encontró a su mamá con la mirada y dejó una seña que fue correspondida con un asentido, entonces los dos se permitieron salir.

****

No podían saber cuánto tiempo llevaban caminando, pero no era mentira que estaba siendo un momento ameno. Las pláticas triviales los llevó a escoger el camino largo. Con el pasar del tiempo pudieron darse cuenta que la casa del azabache estaba más cercana que la de Park, por lo que aún faltaban unas cuantas cuadras para llegar a su destino sin embargo, la pelirrosa detuvo sus pasos llamando al chico a su lado que sólo mostró su ceño fruncido como respuesta.

—¿Puedes hacer algo por mí? —inquirió ella.

—¿Qué es?

SAVE ME || LEE KNOWDonde viven las historias. Descúbrelo ahora