48.

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-¿¡Que hiciste qué mierda!?

Minho rodó los ojos por enésima vez en la mañana. Bufó ante la atención llamada por su amiga y le dejó un empujón en el brazo.

-¿Quieres callarte?... Ya sé que fue un error -refunfuño.

-No tenía que pasar de esta forma -se lamentó-. ¿Al menos te protegiste?

-Por supuesto que lo hice, no soy idiota.

Jennie suspiró y rodeó el cuello de su amigo, acercándolo a ella, mientras miran el panorama adelante.

-¿Entonces?

-¿Qué?

-¿Es tu nueva novia?

-No, ni siquiera nos dijimos nuestros nombres -respondió, dando el último mordisco a su emparedado de nieve.

-¡Aish!

-Ya no te estreses, soy yo el que está mandando a la mierda su vida, de todos modos -habló, encogiéndose de hombros.

Antes de siquiera poder replicar. Minho se levantó de la barda, ayudando a la azabache a levantarse para así comenzar su camino al salón.

Minho aún podía sentir la pesadez de la mirada ajena, así que ante ello optó por abrazar a su amiga por el cuello y no dejar que lo siga mirando de esa manera.

-¿Tae está bien? -indagó, tratando de ahuyentar la tensión.

-Sí, sus compañeros de habitación son muy amables con él, dice que aún le da miedo estar solo en otro país -respondió con suavidad.

El azabache sonrió, dejándole una caricia en la cabeza, continuando con su caminar. Unos metros más adelante, dieron con el aula de la pelinegra, avanzaron hasta ahí y se detuvieron antes de la entrada.

-Te esperaré en la salida, cariño -avisó él.

-Claro -le sonrió-. Nos vemos, mi amor.

Lee y Kim se despidieron con la mano y el primero se giró con dirección a su propia aula.

Si bien se sentía liberado, la verdad es que ese pequeño sentimiento de culpa lo estaba atosigando desde que salió de aquella casa. Se sentía como un infiel y eso ni siquiera tenía sentido.

-Imbécil.


Esa vocesita seguía martillando en su cabeza y comenzaba a volverse fastidiosa. Fue mucho más insistente luego de su encuentro casual con la chica de la cafetería, entonces suponía tenía que estar familiarizado.

Iba tan absorto en sus pensamientos que no se fijó en qué momento una chica se estampó con él. Sólo escuchó la maldición en la boca ajena y reaccionó.

Vio los cuadernos y la tableta electrónica en el suelo, desatando así una combinación de molestia con vergüenza en él. Agachó su postura y tomó los cuadernos, mientras que la otra rápidamente tomó la tableta. Los murmullos comenzaron a desatarse con ellos como el centro de atención. Enojado, bufó y tendió los cuadernos a la desconocida, pero luego sintió que la sangre le bajaba cuando vio que esa persona se trataba ni más ni menos que de Soyeon, la pariente del director.

-¿Estás bien? -inquirió tratando de no sonar brusco, pues lo que menos quería en ese momento, era ser expulsado.

-Sí, gracias, lamento que tropezaras conmigo.

Minho rodó los ojos, llamando la atención de la otra.

-¿Debo pagarte?

Soyeon le sonrió brillante, reluciendo sus perfectos dientes, llamando la atención de todos. Giró el aparato y mostró la imagen distorsionada de la pantalla rota.

SAVE ME || LEE KNOWDonde viven las historias. Descúbrelo ahora