Capítulo 8

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La extraña conversación con Wanda y Vision te había dejado confundida. ¿Confiar? Estabas confiando en ellos si desde luego aceptaste asilo a la espera de Thor, y ellos estaban confiando en ti al dejar que te quedaras en su casa, con la única garantía de que eras "amiga de Thor". Caminabas a prisa, no sabías ni para donde ibas, simplemente dejabas que tus pies te llevaran sin rumbo. Las ideas no se lograban ordenar en tu cabeza; pasar tanto tiempo como una espectadora de tu vida te daba la sensación de que no sabías lo que estabas haciendo, desde tu salida de Asgard, alguien más se había encargado de ti, y tu ciegamente cumplías lo que se te ordenaba ¿Confiar? No sabías ni siquiera si confiar en ti misma.

Detuviste tu marcha irracional, no sabías donde estabas. Las personas pasaban a tu lado sin importarles quien eras. Te sentiste pequeña, como un grano más en la arena; eso te dio una sensación de alivio. Era como si fueras una más de ellos, suspiraste con un mejor ánimo y buscaste donde sentarte. Te quedaste ahí, observando a todos; te pareció divertido ser completamente irrelevante para esas personas. Mientras todos caminaban o corrían a presurosos de un lado para otro, tu estabas solo mirando. Algunos chicos que pasaban te miraban con asombro y te sonreían, tu solo les devolvías la sonrisa y parecían sonrojarse. Sabe cuanto tiempo estuviste en ese plan, mirando a todo el mundo y sonriéndole a chicos guapos, incluso un par de chicas te dedicaron miradas coquetas. Un interesante olor llegó a tu nariz y te hizo sentir hambre; te concentraste en la procedencia del olor y diste con un chico delgado que llevaba unas cajas rosas. Te levantaste y comenzaste a seguirlo, hasta que te llevó a una pequeña cafetería, en donde habían otras personas. Te sentiste nerviosa al entrar, pero nadie reparó en ti. Viste que el chico dejó las cajas rosas en una mesa y salió de la cafetería. Te acercaste sigilosamente, dudabas de ver lo que había en ellas, pero un grupo de mujeres se acercó a la mesa de las cajas rosas, sacaron una bebida caliente en unas tazas que estaban a disposición, a la que agregaron unos cubitos blancos, revolvieron y pasaron a las cajas rosas; al abrirlas, al fin pudiste darte cuenta de qué había dentro, parecían panes dulces con glaseado encima. Miraste que así como las mujeres otros también pasaban por la bebida caliente y los panecillos, que veías que iban desapareciendo de uno en uno, y que de caja en caja se iban acabando. Entonces te decidiste por hacer lo que todos hacían: tomaste una taza, echaste lo que todos llamaban como "café", agregaste "azúcar", revolviste y tomaste una "dona". Te sentaste en una mesita y disfrutaste de tu refrigerio matutino. Aquella bebida era como tomar el sol.

Volviste a deambular por los largos pasillos del Complejo, sin lograr encontrar el camino hacia los dormitorios. Te cruzaste por unas oficinas, observando a todos trabajar, a la par tuya pasó un hombre bajito, con muchas carpetas, hablaba por teléfono e iba lo más rápido que sus cortas piernas le permitían; en su prisa, una de las carpetas que llevaba se escapó de sus manos, pero pareció no enterarse, corriste a recogerla y lo seguiste para dársela, seguro era importante. Lo seguiste hasta una pequeña oficina, en donde seguía hablando por teléfono, sin reparar en tu presencia, entonces decidiste tocar la puerta de cristal.

- Gracias a Dios ya estás aquí - dijo cuando volteó a verte y te hizo una seña de que pasarás - Dame un minuto - dijo a quien estaba del otro lado del teléfono - Necesito que lleves esto a la oficina de Registro, esto a Recursos Humanos y esto a la Agente Hill.

El hombre tomó la carpeta de tus manos y te entregó muchas más, sin despegarse el teléfono de la oreja. Te quedaste parada, sin saber que estaba pasando.

- ¿Dónde está tu gafete? - él te miró extrañado - ¡Si! - dijo al teléfono, y continuó su conversación, y volvió a hacerte una seña con la mano, para que te fueras.

Saliste de la oficina un poco confundida. No sabías en donde estabas, peor para que supieras a donde te estaban mandando. ¡Rayos! Debiste prestarle atención a la señorita Potts cuando te estaba mostrando el edificio. Caminaste tímidamente hasta que viste a una chica que parecía amigable.

- Hola... - dijiste con temor, pero la chica te sonrió muy amistosa - ¿Tú sabes dónde esta... Registro?

- ¿Eres nueva? - te dijo muy sonriente, y asentiste con la cabeza, sin saber lo que eso significaba exactamente - Ve por el ascensor, piso 5 al fondo, mano izquierda y luego verás la placa de la oficina.

- Gracias - le sonreíste con la misma efusión que ella lo hacía. Te dirigiste al ascensor, donde otros también estaban esperando. Entraste con ellos y subiste al piso 5, ahí seguiste las indicaciones de la chica sonriente y llegaste. ¡Uf! Fue un alivio, luego de salir de ahí, te encontraste con otro problema, ¿Dónde estaba Recursos Humanos? Volviste sobre tus pasos, pensaste en volver con la chica sonriente y volverle a preguntar. Apretaste el botón del ascensor y esperaste. Al abrirse la puerta, chocaste con chico muy distraído, que quedó ensimismado al verte, haciendo que perdieras el ascensor.

- Eh... ¿Hola? - sonreíste nerviosa, pues te veía fijamente.

- Wow... eres muy linda... - dijo sin dejar de verte.

- Gracias... - no pudiste evitar reír nerviosa, era la primera vez desde hace quinientos años que alguien te lo decía.

- Disculpa, pensé en voz alta - el chico pareció apenarse al darse cuenta de lo que había dicho, sus mejillas se sonrojaron.

- Descuida... - sentiste que también tus mejillas tomaban color - No hay problema.

- Si... - dijo y volvió a mirarte abstraído - Claro...

- ¿Tú no trabajas aquí, o sí? - el chico te parecía muy joven en comparación con los demás que habías visto en las oficinas y los pasillos.

- No, - respondió casi de inmediato - ¿Y tú? ¿Eres nueva? No te había visto antes por aquí. Te recordaría.

- Ah... - te pusiste nerviosa - Es una larga historia...

- Tal vez un café nos ayude a contarla - el chico te sonrió de una manera... ¿coqueta?

- Eso suena bien... eh...

- Peter... Peter Parker... - te tendió la mano.

- T/N... - aun sentías temor decir tu nombre, estrechaste su mano y sonreíste nerviosa - Peter... ¿Tú sabes dónde es Recursos Humanos?

- Claro, - dijo muy entusiasmado.

- ¿Me dices donde está? Creo que me perdí.

- Tengo una mejor idea, -  dijo y te tomó de la mano - Yo te llevo.

¿QUIÉN ES ELLA?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora