Capítulo 53

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En definitiva, el café era tu remedio. Te sentías mejor, muy despierta y animosa. Fuiste a darte una ducha y regresaste a la habitación. Rogers te seguía con la mirada, mientras bebía tranquilo, sorbo a sorbo su café. Te vestiste en el cuarto de baño, y saliste a recoger el tiradero de tu habitación. Cuando recogiste el vestido de Wanda del suelo, quedaste en pánico. ¡Estaba roto! ¡Desgarrado! ¡¿Pero que pasó?! Miraste perpleja a Rogers, éste solo se rio y entro al baño. Mil y un pensamientos pasaron por tu cabeza en ese momento. ¿Había pasado algo contigo y Rogers? ¿Y si él... y tú? Comenzaste a palpar tu cuerpo en busca de sentir algo... "diferente"... corriste a verte al espejo; te miraste de pie a cabeza. Hiciste un mapeo mental de tu cuerpo, en busca de algo... algún... ¿dolor?... De tu tiempo en Asgard, habías escuchado decir a las otras doncellas que la primera vez siempre dolía... que dejaba un malestar o incomodidad... Tú y Thor... nunca tuvieron sexo... casi... pero no... Y después de tu destierro... de tu tiempo de esclavitud... Jamás tuviste tiempo para pensar siquiera en... eso...

Al parecer todo estaba bien. Pues claro... Steve Rogers era un buen hombre, a pesar de que te cayera mal por ratos, se veía que era un hombre decente, no se aprovecharía de ti en un estado tan deplorable. ¿O no lo hizo por que no te encontraba lo suficientemente atractiva para tentarlo? Se había quedado a dormir contigo... ¿Sólo porque se lo pediste? No... él es un tipo educado... un buen muchacho... Como dijo Natasha. Pero hace un momento... ¿Quiso besarte? Entonces no le eras indiferente...

Steve Rogers se paró en la puerta del cuarto de baño, secándose las manos, y desde allí te veía, mirandote al espejo, con una miraba risueña y una sonrisa boba. ¿En qué estarías pensando?

- ¿Peter acostumbra entrar así a tu cuarto? - Rogers te sacó un sobresalto, dejó la toalla en el baño y salió.

- ¿Qué? - te pusiste nerviosa, tratando de espantar tus pensamientos de hace un rato. Rogers te miró fijamente, eso te puso más nerviosa - Peter es... Peter... - reíste hilarante - Tú sabes... - te encogiste de hombros - Él es mi mejor amigo y nos tenemos mucha confianza... - te sentaste en la cama - Además... es Peter... - reíste nuevamente - Él ya me ha visto en mis peores momentos y en las peores fachas en las mañanas... - Rogers frunció el ceño de inmediato con tu comentario - Pero... - te cruzaste de brazos, algo nerviosa por la interpretación que tus palabras pudieron tener - ...tapada... vestida... claro.

Rogers caminó hacia ti y se sentó en el sofá que estaba frente a la cama. Te miró muy serio.

- No esta bien... - dijo inclinándose hacia ti. 

- Por favor, Rogers... - reíste nerviosa - Relájate... Él nos trajo café...

- Al menos debería tocar la puerta, ¿no te perece? - Rogers seguía con su semblante serio. Parecía que se tomaba muy a pecho la intromisión de Parker en tu habitación.

- Esta bien... - te encogiste de hombros - Voy a decírselo si te hace sentir tranquilo.

Rogers te sonrió dulcemente. ¡Ay, por todos los cielos! Lo tierno que se veía así. Despeinado, risueño y sonriente. Pestañeó lentamente, no te quitaba la mirada de encima. Tus mejillas comenzaron a tomar color, un extraño cosquilleo en tus pezones comenzó a expandirse por tu cuerpo. Tus ojos recorrieron los desnudos brazos del Capitán, tensados porque estaba apoyado en ellos sobre sus rodillas; miraste sus manos, las tenía entrelazadas, eran grandes y sus venas latentes. Las recordaste hace un momento, acariciándote el mentón y los labios. Se te vino a la imaginación un Steve Rogers lujurioso, rompiendo tu vestido con desespero, besándote con ansias. Te pusiste muy roja y soltaste el aire contenido, casi oyéndose un quejido. Rogers se sonrió, sabía que lo estabas mirando con detenimiento, eso le pareció atrevido de tu parte, pero excitante.

- No se ni por qué te hago caso... - miraste hacia otro lado. ¿Qué estaba pasando contigo?

- Creí que nos estábamos llevando mejor - Rogers sacudió la cabeza y te miró confundido - Entendiéndonos.

- ¡Ja! - mofaste - Pues yo creí que se te había bajado lo agrio y mandón, pero ya veo que no.

- Wow - Rogers se dejó caer en el respaldar del sillón - Volviste a ser tú... - te miró serio y algo molesto.

- Pues... soy yo, Rogers - te encogiste de hombros.

- Torpe, irresponsable, respondona, mal educada y confianzuda - dijo más como un reproche.

- Disculpa... - le miraste molesta.

- T/N, anoche te comportaste de una forma... - Rogers también tenía un semblante molesto - ...poco decorosa... Si no puedes controlar lo que bebes no deberías hacerlo.

- ¡¿Qué?! - te estabas comenzando a enojar.

- Estabas ebria - Rogers se levantó del sofá y rondó alrededor de él - Bailando con extraños, bailando sobre las mesas, metiéndote a la piscina... sabe Dios que más hubieras hecho si no te arrastro hasta tu cuarto.

- Nadie te pidió que me cuidaras, Rogers - también te levantaste de la cama y le hiciste frente.

- No lo hice porque me importara lo que hacías, - Rogers se te acercó amenazante - lo hice porque estabas avergonzando a todos.

Contuviste la respiración. Un dolor puntiagudo atravesó tu pecho y quemó tu garganta. Detuviste con todas tus fuerzas las lágrimas que se habían acumulado en tus ojos. Respiraste profundamente, miraste hacia otro lado y apretaste los puños. No dejarías que Rogers viera que su comentario te había afectado.

Steve te miró dolido. No quiso decirte esas cosas, al menos no de esa forma. Pudo ver que te habías puesto sensible y se odio por eso. Se acercó unos pasos a ti y te tomó de las manos, soltando tus tensos puños.

- T/N... - dijo muy suavemente, con una mano tomó tu mentón y te obligó a verlo - Yo...

- Largo - dijiste cortante.

- Lo siento... - Rogers puso tus manos entre las de él.

- Largo de mi habitación, Rogers - tu mirada era dura y soltaste sus manos con desprecio. Steve te miró compungido - ¡Fuera! - le señalaste la puerta.

El Capitán se dirigió a la puerta con paso lento, mientras te cruzabas de brazos, viéndole marcharse. Se detuvo en la puerta, por un momento quisiste que se volviera hacia ti, que te viera tan dulce como lo hizo cuando despertaste. Pero no, se marchó y cerró la puerta tras de sí. Suspiraste lo más hondo que pudiste y te dejaste caer en la cama. Fuiste tan ingenua al creer que... que tal vez tú y él... Después de todo, era el Capitán Steve Rogers, ¿no? Y tú eras tú... así como él lo dijo.

¿QUIÉN ES ELLA?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora