Capítulo 50

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Mientras la fiesta continuaba en la planta baja, Steve Rogers caminaba a paso presuroso contigo en brazos hacia los dormitorios. Estaba enojado, en parte por el humillante papel que habías hecho en la fiesta y otra por tu constante insistencia por volver.

- ¿A dónde vamos? - preguntabas por enésima vez, colmando la paciencia de Rogers, no te respondía, continuaba su camino en silencio - ¿Ya vamos a dormir?

- Tú si... - al fin te habló.

- No quiero ir a dormir... - te revolviste en sus brazos, pero él te contuvo - ...quiero volver... - le hiciste un puchero - Vamos, Capitán amargado...

Rogers entró a tu habitación y te lanzó a la cama, pero apenas te sentiste libre, corriste hasta la puerta, pero Rogers fue más rápido y te detuvo de la cintura. Comenzaste a forcejear con él, pero te tenía con mucha fuerza.

- ¡No... quiero... dormir...! - pataleabas en el aire como una niña pequeña - ¡Quiero volver... a la fiesta...!

- ¡T/N, basta! - Rogers intentaba no lastimarte, pero lo estabas haciendo difícil.

- ¡Nooo...! - le mordiste el brazo y él te soltó, caíste al suelo y volviste a correr hasta la puerta, pero te tropezaste con unos zapatos que habías dejado tirados.

Steve corrió hasta la puerta y la cerró, fue hasta ti y de nuevo te cargó sobre su hombro y te llevó al cuarto de baño. Abrió la ducha y dejó que le agua helada los mojara; aunque tú ya estabas mojada, sentiste que el agua fría te despertó un poco. Respirabas ahogada, intentando recuperar el aliento ¡Mierda! Si estaba muy helada; al cabo de un rato, caíste en la cuenta de que Rogers... ¡Rogers! Estaba contigo en la ducha. Él también se estaba mojando, respiraba jadeante, tomándote de la cintura.

- ¡¿Ya?! - te miró agitado, solo lograste asentir con la cabeza. Volvió a tomarte en brazos y te llevó al cuarto. Te dejó en el suelo y buscó en uno de tus cajones, te lanzó una camiseta y se volvió hacia la puerta, dándote la espalda.

- Rogers... -rezongaste.

- ¡¿Qué?! - Steve te vio por sobre su hombro.

- El cierre... - te cruzaste de brazos - ...no puedo... no lo alcanzo... - Steve resopló con fastidio

- Date la vuelta... - caminó hacia ti con el ceño fruncido. Te giraste y quitaste el cabello de tu espalda. Aún te sentías mareada pero con hartas ganas de volver a la fiesta, hasta allí podías escuchar la música - ¿Cómo diablos? - Rogers estaba peleando con el cierre del vestido.

- Con cuidado... - te estaba aruñando la espalda y dándote tirones, cuando de repente... ¡El vestido se rompió!

- Ya abrió... - Rogers desnudó tu espalda.

- ¡¿Qué hiciste?! - te volteaste y lo miraste atónita, Rogers tenía en su mano, el broche del cierre - ¡Rogers! ¡El vestido es de Wanda!

- Ay, mierda... - Steve se desairó, mientras tu corriste tambaleante hasta el espejo, mirando todo el vestido rasgado de la parte de atrás.

- No puede ser... - te tomaste de la cabeza, de repente, te sentiste muy aletargada y casi te desplomas en el suelo, sino hubiera sido porque Steve corrió hasta ti y te tomó en sus brazos.

- ¿T/N? - Rogers te dio pequeñas palmadas en las mejillas.

- Quiero volver a la fiesta... - dijiste con embriaguez.

Rogers trató de ponerte de pie, pero tus rodillas no resistían el peso de tu cuerpo. Como pudo, te quitó el vestido mojado, te puso la camiseta y te acomodó en la cama. 

- Perdón por arruinar tu fiesta, Capitán... - te sentías muy somnolienta de repente, eran los bajones que te daban las bebidas cuando ya se estaba pasando su efecto.

- No importa - Rogers te cubrió con la sábana - Ya acabó - te reíste de su mentira, podías escuchar aún la música.

- Eres muy lindo... Capitán... - le acariciaste el rostro y mordiste tu labio ¡Por Odín! Las perras ganas que sentiste de besarlo justo en ese momento.

- Creo que deberías dormir... - Steve quitó tu mano de su cara y la acomodó en la cama.

- No te caigo bien... ¿Cierto? - le hiciste un puchero.

- Eso no es del todo cierto... - se sentó a tu lado, te miró fijamente y muy serio.

- Mmm... - miraste hacia el techo de tu habitación - ¿Tú tenías celos de Tony? - Steve agachó la cabeza y tensó la mandíbula, te mataba que hiciera eso. Te diste vuelta en la cama y le miraste maliciosa - Cuando él estaba bailando conmigo... - tomaste su mano y entrelazaste tus dedos con los de él.

- T/N, debes dormir... - Rogers se puso de pie y se aproximó a la puerta - Estas ebria... No sabes lo que dices...

- ¿Te quedas conmigo? - te sentaste de inmediato en la cama, detuviste su marcha y te miró extrañado - Sólo hasta que me duerma...

- No creo que sea buena idea - Steve tomó el pomo de la puerta.

- Entonces cómo estarás seguro de que no volveré a la fiesta - te hincaste en la cama y te cruzaste de brazos. Rogers dudó. Es que ya te imaginaba llegar de nuevo abajo y solo vistiendo esa camiseta.

- Bien - salió por la puerta y la cerró detrás de si. Te quedaste confundida, luego de un rato te molestaste. Caminaste hasta la puerta con determinación ¿Él no te creía que fueras capaz de volver a la fiesta? Justo antes de abrir, apareció nuevamente Rogers. Se había ido a cambiar, traía puesto una camiseta sin mangas y un buzo de franela, sin faltar su ceño fruncido - Pero te quedarás de tu lado de la cama.

- Claro... - caminaste despaciosa hasta la cama, Rogers venía detrás de ti.

Te metiste entre las sábanas y te acurrucaste dándole la espalda a Rogers. Él se acomodó apartado de ti, puso una almohada entre los dos. Se quedó mirando hacia el techo.

- Buenas noches... - tu voz salió tierna y suave. Rogers se rio involuntariamente, ¿Cómo podía una chica ser tan terca, pesada e insoportable y a la vez dulce, divertida y sensible?

A Rogers le dieron ganas de preguntarte por su regalo, tenía la intriga de saber cómo habías podido conseguir un presente que seguramente era costoso, y sobre todo, cómo te habías enterado de que él... había ido a ese juego de los Dodgers de 1941. No era algo que encontrarías escrito en un expediente.

- ¿T/N? - Rogers volteó hacia ti, pero no respondiste - ¿T/N? - tocó tu hombro y eso te sacó un sobre salto, estabas asustada y comenzaste a hiperventilar - T/N... - Rogers se sentó en la cama y se dio cuenta de que tenías los ojos cerrados, estabas dormida. Comenzaste a sollozar. Te acurrucó entre sus brazos y acarició tu cabeza - Shhh... esta bien...  esta bien... tranquila... aquí estoy...

- Steve... - te aferraste a sus brazos y hundiste tu cara en su pecho. Rogers te miró extrañado, seguías dormida; él nunca te había escuchado llamarlo Steve.

- Si... - te susurró - Steve... - sonreíste, él contigo.

- Me encantan tus ojos... - susurraste.

- ¿Ah, si? - Steve estaba en duda si estabas dormida o no.

- Ujum... - asentiste con la cabeza y te apretaste más hacia él - son más lindos que los de Thor - Steve sonrió muy feliz, se sintió tonto, pero le encantó que dijeras eso.

Pasaste la noche balbuceando incoherencias... sobre los trajes de los Vengadores, tus salidas con Peter, cosas sobre la fiesta... Steve te escuchaba encantado. Le dijiste que estabas preocupada de que a él no le gustara como ibas vestida, que estuviste mirándole de reojo la mayor parte de la fiesta, que te hubiera encantado bailar con él, que te apenó ser la única que le llevara regalo. Cuando él te preguntó por él regalo, con la esperanza de que se te escapara algo, solo sonreíste y pusiste un dedo en tus labios, le susurraste que era un secreto. Hasta que después de un buen rato, al fin te callaste, dormida profundamente... acurrucada en su regazo.

¿QUIÉN ES ELLA?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora