Capítulo 32

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Te dirigiste con paso seguro hacia el ascensor en donde te esperaba Steve Rogers. Aun revoloteaba en tu cabeza los tontos comentarios de Wanda, Peter y Natasha. Miraste a Rogers de pie junto a la puerta del ascensor, reíste en tus adentros; su porte petulante y narcisista, te perecía irritante de solo verlo. ¿Cómo podrían aquellos tres siquiera solo insinuar algo entre ustedes? Stark te había mencionado que ahora tenias muchas "opciones", pero Steve Rogers no era una de ellas.

No supiste como llegaste tan rápido a su lado. No se dijeron nada. Rogers presionó el botón del ascensor, que en unos minutos abrió las puertas y ambos pasaron adentro, colocándose en extremos opuestos. El silencio era incómodo y el ascensor parecía que iba horrorosamente lento.

- Y... - rodaste la vista por el cerrado cubículo - ¿A dónde vamos? - no soportabas un minuto más de ese silencio fastidioso.

- Con Fury... - Rogers estaba dándote la espalda, apoyado en el barandal del elevador - Me ayudó a investigar y encontró algo... información, de lugares en los que puede estar Bucky.

- Entiendo... - mirabas por el cristal hacia las afueras del Complejo, pero pasaste a ver a Rogers, de los pies a la cabeza. Traía su simbólico escudo en la espalda, que te pareció ostentoso de su parte; tenía el cabello húmedo, quizás se había duchado antes. ¿Por qué maldita razón estabas pensando en Steve Rogers en la ducha? No supiste en qué momento estabas mordiéndote el labio inferior.

Rogers pareció sentir tu mirada encima, se enderezó y se giró hacia ti. Te veía muy serio. Hasta entonces pudiste notar que iba vestido diferente.

- ¿Qué llevas puesto? - quisiste evitar reír - En serio... ¿Qué? ¿Todos aquí tienen su "súper traje"?

Rogers suspiró y se cruzó de brazos, su mirada pareció más incómoda que antes. También te miró de pies a cabeza, eso te hizo sentir molesta. No tenías un súper traje, ¡Jamás lo tendrías! Pero al menos ibas vestida modestamente, no tenía nada que criticarte. Levantaste la barbilla, muy segura de ti.

- Y trato de convencerme que aceptar tu ayuda es buena idea - Rogers apartó la mirada, te sentiste ofendida pero solo le sonreíste para que no notara que su comentario te había afectado. No le darías el gusto - Te dije que esto es muy personal para mi - volvió la mirada hacia ti.

- Y prometo no arruinarlo, Capitán - le miraste a los ojos, tenías que mostrarle que no eras una mala decisión.

Se quedaron mirando a los ojos un largo rato. ¿Por qué hasta ahora notabas lo azules que eran sus ojos? ¿Eran casi igual o más lindos que los de Thor? Sonreíste... él te sonrió. ¡Un momento! Enderezaste la cabeza y miraste seria hacia un lado. ¡¿Qué fue lo que pasó?! Retuviste la respiración como si eso iba a evitar que tus mejillas se pusieran como tomate y que desaparecieras ante la mirada burlona de Rogers. Se estaba riendo... ¡¿Acaso se estaba riendo te ti?! Quisiste decir algo pero las puertas del elevador se abrieron en ese momento y Rogers salió al pasillo, tú detrás de él.

Caminaba a grandes pasos, casi tenías que correr para mantenerte a su lado. Parecía que quería dejarte atrás. Llegaron a la oficina de Fury, quien estaba detrás de su escritorio terminando una llamada telefónica.

- Fury... - Rogers se detuvo justo frente a él - Dime, ¿Dónde comienzo?

- Tu amigo es difícil de encontrar, Capitán - Fury se recompuso en su silla y cruzó sus brazos sobre el escritorio - Sabe como no dejar rastros.

- Pero si tienes idea de donde puede estar - Rogers se cruzó de brazos.

Fury rio y asintió con seguridad, hasta que te notó escondida detrás de la figura de aquel enorme hombre. Te miró intrigado, pero luego sonrió, pensó que habías vuelto para ayudar en las oficinas.

- Hola, señorita T/N... - cambió su semblante contigo, se le veía más jovial que cuando estaba hablando con Rogers.

- Hola, Nick... - le saludaste efusiva con tu mano y le sonreíste ampliamente. Rogers se extrañó, Fury no dejaba que nadie le llamara por su nombre; él era FURY para todos.

- Fury, - Rogers interrumpió su caluroso saludo - necesito encontrarlo pronto.

- No sé donde está, Capitán - Fury estaba serio nuevamente y se puso de pie - Pero si en donde estará - le entregó a Rogers una carpeta, que inmediatamente la revisó.

- Saldré con T/N en esta misión - Rogers cerró la carpeta y miró a Fury muy serio. Éste lo miró extrañado y luego te miró a ti; solo te encogiste de hombros y asentiste.

- Y debo suponer que me estas pidiendo... permiso - Fury se apoyó en el escritorio, mirando fijamente a Rogers - ¿Bajo su responsabilidad, Capitán?

- Bajo mi responsabilidad - Rogers dijo muy seguro.

- La señorita T/N sabe muy bien las especificaciones de su estadía, - Fury aclaraba a Rogers - entiendo que ella estará en su misión, libre y voluntariamente - te miro y tu asentiste otra vez - Pero igual, - miró muy serio a Steve Rogers - está sujeta a las condiciones del uso de sus habilidades. Por lo que en este caso es el total responsable, Capitán Rogers.

- El uso de sus poderes no es indispensable en esta misión - Rogers te miró por sobre su hombro, y luego miró nuevamente a Fury - No habrán situaciones que comprometan eso.

- Eso espero, Capitán - Fury y Rogers estrecharon la mano.

- Si se dan cuenta que estoy aquí, ¿verdad? - te cruzaste de brazos un poco molesta.

En una apartada, oscura y húmeda bodega, se encontraba custodiado el Soldado del Invierno. Tenía la mirada perdida, mientras unos ingenieros reparaban su brazo metálico, que había estropeado la inesperada chica que salvó al Capitán América. Con un andar molesto, apareció Alexander Pierce, uno de los cabecillas de HYDRA, seguido por sus subordinados. Miró con reproche al Soldado y luego a los que estaban custodiándolo.

- ¿Qué paso, Rumlow? - preguntó a uno de los que allí estaban.

- Todo estaba yendo bien, Pierce - Rumlow se cruzó de brazos - Se encargó de Stiwell y fuimos tras el Capitán y sus sirvientes... pero no contábamos con esa niña...

- ¿Quién es ella? - Pierce le miró intrigado.

- No lo sé, - Rumlow se encogió de hombros - pero ella dañó su brazo - Pierce miró hacia el Soldado del Invierno - Y se abalanzó sobre él... en el aire. Es diferente... como los Maximoff.

Pierce sonrió maliciosamente. Tomó una silla y se acercó al Soldado, quien estaba sumido en sus pensamientos. Recordando fragmentos de su borroso pasado; su accidente, cuando cayó del tren hace mucho tiempo. Recordaba la cara de este tipo al que fue enviado a atacar. Recordó que lo llamo...

- "¿Bucky?"... - dijo con un susurro poco audible.

- Soldado... - Pierce se sentó frente a él, y éste lo miró fijamente - Quiero al Capitán América muerto... - el Soldado volvió a quedar con la mirada vaga - Y tráeme a la chica.

El Soldado del Invierno aceptó su nueva misión.

¿QUIÉN ES ELLA?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora