24- Una disculpa

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Haber discutido con Matteo me pone bien mal. Ni siquiera bajé a desayunar, cuando soy de las personas más hambrientas que pueden existir.

Pero me afecta, joder. Él es mi mejor amigo, es la persona que siempre ha estado ahí para mí pase lo que pase. Y jamás me ha dejado de lado, pero se pasó. ¿Que tiene de malo pasar tiempo con Alan?

Tres toques a mí puerta hacen que salte en mi cama; me levanto sin ánimo la abro para encontrarme con el pelinegro antes mencionado en mi mente.

—Cami —al verme como estoy me envuelve en sus brazoz, luego vuelvo a meterme en mi cama y él hace lo mismo—. Samantha me dijo que Matteo está mal, y tu mamá me llamó para que viniera a verte, aunque de todas formas vendría  ¿quieres hablar de lo que pasó ayer?

—Ayer fui a ver a Matteo, entré a su cuarto, le pregunté como estaba, y me respondió de manera cortante, le pregunté qué tenía y me dijo que nada, le insistí que me dijera y está celoso.

—Espera, ¿celoso por qué?

—Por qué ahora paso más tiempo contigo que con él...

Le cuento todo lo qué Matteo me dijo, o más bien me gritó; Alan suspira.

—Será mejor que hablen, son mejores amigos, se conocen desde pequeños, no pueden dejar de ser amigos así como así, tienen que arreglar su amistad sea cómo sea.

—Pero ¿y si es peor? ¿Si me grita igual?

—Él no hará eso, él te quiere Cami, además tiene razón en muchas cosas, tú debías visitarlo y no pasar solamente tiempo conmigo.

—Pero es que ¡agh! Mejor hablaré mañana con él, luego de la prepa.

Alan asiente y me abraza.

—Ahora, vamos, tienes que comer algo, estás pálida y flacucha.

                           (....)

Me bajo del auto de mamá y entro a la preparatoria; cruzo el gran pasillo, abro mi casillero, saco los libros de español y entro a mi salón.

Al allí veo a mis tres amigos conversando. Matteo al verme pone cara seria y sigue conversando con Alan, Samantha se gira y me abraza.

—¿Cómo estás, Cami?

—Bien, ¿y tú? —me siento en mi silla, y coloco los libros sobre la mesa.

—¡Agh! Con sueño, anoche ni dormí, mi cuarto se quedó abierto y el gato de Alan a cada rato se subía en mi cama y me despertaba.

—Oh, te entiendo, Rush hace lo mismo, y a veces comienza a ladrar, es como un niño pequeño.

Samy ríe sacudiendo su cabeza y luego resopla.

—Ya llegó la profesora.

                         (.....)

Hice un plan con Alan y Samantha. Les dije que se dieran sin mí y Matteo para tenerlo para mí y poder hablar, pero el pendejo al ver que su novia y su amiga desaparecieron se está largando solo.

—Matteo, ¿puedes esperarme? —le digo y sigue caminando, se hace el que no me escucha y apresura el paso.

Joder, no puedo perderlo.

—Matteo por favor, ¡no seas así! —le chillo, me saca el dedo de medio sin mirar atrás todavía caminando.

Me estoy quedando sin paciencia...

—Matteo —insisto y ni el puto caso—. No seas pendejo y actúa como el baboso que eres.

Y sigue ignorandome.

Solo él✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora