42- Lucas pendejo

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No pensaba que Forrest sería tan... bonito. Atravesamos la cuidad y entramos a la zona rural, donde viven los abuelos de Samantha. El campo es muy hermoso, el aire es puro y no contaminado como en la cuidad, los animales están libres y por doquier, las personas andan sin apuro, todo es casi... perfecto.

Yo aquí con visión de gata viendo en la oscuridad, por Dios.

Samantha le indica algo a Matteo, él la mira y asiente.

A lo lejos se ven las casas iluminadas. Son exactamente las diez y treinta de la noche. Dos horas y treinta minutos en auto. Nada mal.

Matteo para el auto frente a una casa y estira sus brazos.

—Llegamos por fín, ya me dolía el culo de estar sentado en este puto asiento.

—A mi igual —Samantha bosteza —Y tengo sueño.

Nos bajamos del auto, y sacamos unas maletas, que traen —máximo—dos mudas de ropa, todo lo otro es balas, nuestras armas, y comida. Miro a Matteo que va directo a la casa y deja el auto afuera, solo.

—Matteo, alguien se podría llevar el auto, ¿no? —le pregunto, él y Samantha comienzan a reírse.

—Es el campo, no la cuidad, aquí nadie roba nada, bueno, si roban pero no autos.

Levanto mis cejas sorprendida y entro junto a ellos. Samantha toca la puerta y al instante abre una mujer y un hombre de unos sesenta y algo de años.

—Samyta, cariño —la mujer abraza fuertemente a Samantha, ella enseguida se sonroja, el hombre igual la abraza y luego a Matteo.

—Tú debes ser Camila —la mujer me pregunta, asiento, ella me da un fuerte abrazo y pellizca mis mejillas —Pero si eres una ternura, y muy hermosa.

—Gracias —sonrío.

El hombre, me da la mano en forma de saludo, y sonríe.

—Yo soy Edgar, y ella es Maggie —el abuelo se presenta, asiento y señala la casa, entramos.

Es una casa muy hermosa y grande, sillones blancos, sala acogedora, hay un gran televisor en una esquina, un gran pasillo que debe ir a la cocina, y una escalera, que debe llevar a los cuartos.

—¿Ya cenaron? Sé que es hora de dormir pero pueden comer un pedazo de pastel —Maggie se coloca a mi lado y acaricia mi cabello.

—Bueno, el pastel nunca está de más —Matteo toca su barriga y todos reímos.

                             (....)

Los rayos del Sol alumbran mi cara, el olor a sopa inunda mis fosas nasales y mi estómago gruñe por el hambre.

Abro mis ojos, Matteo y Samantha ya deben estar en el comedor. Me levanto, miro la hora, las once, cojo ropa de mi maleta, la misma ropa con la que iba al campo de tiro, entro al baño y me doy una corta ducha.

Camino al comedor, Matteo, Samantha, Edgar y Maggie están sentados, hablando, un poco serios.

Al verme sonríen.

—Ya pronto estará el almuerzo, Camila —Edgar dice, Samantha pone su cabeza en mi hombro.

—Amarás la sopa de mi abuela, eso te lo aseguro, la sopa de las abuelas son las mejores.

—Nunca he probado una sopa de abuelas, así que esta será la primera vez para mí —hago una mueca al decir eso, Maggie acaricia mi mano, y Edgar me mira curioso.

—¿No tienes abuelos?

—Emm, sí, pero.... bueno, los padres de mi papá murieron, y los de mi mamá no le hablan mucho, más bien no le hablan, yo nunca los conocí.

Solo él✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora