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Capítulo 1410

Lucas bajó las escaleras con el torso desnudo y unos pantalones casuales; se detuvo un instante cuando vio a Yeineth, pero luego fue directamente al refrigerador; sacó una botella de agua y la bebió.

"¡Ya llegaste Lucas! Pensé que aún estabas en casa de Saeng".
Dijo Yeineth, en cuanto lo vio y se levantó de un salto del sofá, ya que el solo hecho de volverlo a ver la animó y alejó esa melancolía que la estaba atormentando.

Cuando vio el torso desnudo de Lucas, no pudo evitar sonrojarse, y lo admiró sin siquiera pestañear, ya que nunca antes había visto su definido abdomen.

"Límpiate esa baba que te está escurriendo, ¿quieres?"
Dijo Lucas, después de poner la botella de agua de nuevo en el refrigerador y mientras pasaba junto a ella, de una manera distante.

"¿Baba?"
Preguntó Yeineth, mientras se tocaba los labios. Se dio cuenta de que Lucas la había engañado ya que no estaba salivando. Después se dio la media vuelta y siguió a Lucas escaleras arriba con una sonrisa de admiración.

"¿Cuándo regresaste? ¿Por qué no me esperaste?"
Preguntó mientras trotaba para alcanzarlo. Lucas no contestó absolutamente nada y se fue directamente a su estudio.

"¡Oye, dime algo!"
Dijo Yeineth, frunciendo el ceño, después de haber hecho acopio de valor para quejarse.

"Recuerdo que te advertí que solo éramos un matrimonio de conveniencia. No trates de impresionarme; será inútil. Y por favor... te lo pido por favor, no me molestes aquí en casa".
Dijo Lucas. Inesperadamente se detuvo y Yeineth chocó contra él; sintió un gran dolor en la nariz, pero sus palabras frías y despiadadas la lastimaron aún más.

Al parecer a Lucas no le importó en lo absoluto que tanto sus palabras como sus actos hubieran lastimado a esa pobre chica.

"Lo siento. Fue mi culpa".
Dijo Yeineth, después se mordió el labio, se dio la media vuelta con una expresión de tristeza y caminó en silencio hacia la habitación, sintiéndose humillada.

Lucas se limitó a exhalar pesadamente y a poner los ojos en blanco para después dirigirse a su escritorio. Además de ser hermano y guardaespaldas de Hyun, estaba a cargo de todas las medidas de seguridad que FX International Group requería, por lo tanto, no estaba tan desocupado como parecía, ya que aún tenía mucho por hacer.

En algunas ocasiones incluso tenía que llevarse trabajo a casa. Yeineth siempre había sido una muchachita terca y rara vez lloraba cuando se topaba con situaciones difíciles, pero en esa ocasión no pudo evitar que algunas lágrimas corrieran por sus mejillas, justo cuando se daba la media vuelta.

Si alguien más le hubiera hablado de esa manera, ella solo habría sonreído y se hubiera alejado. Sin embargo, cuando estaba frente a Lucas se convertía en una mujer delicada y sensible y dejaba de lado a la chica dura y terca que regularmente era.

Se secó las lágrimas mientras se decía a sí misma que todo estaría bien, y que quizás estaba exagerando.

Lucas tenía razón; ya que desde un principio le había puesto en claro cómo sería su relación y ella no había respetado las reglas. No podía dejar de llorar, pero en el fondo sabía que tenía que aceptar la situación, a pesar de que no fuera lo que ella había esperado.

"¿No vas a dormir en el dormitorio?"
Preguntó sorprendida, cuando vio que Lucas había entrado a la habitación solo para sacar su ropa.

"No, dormiré en la habitación de huéspedes". Contestó Lucas, quien en realidad no quería responderle, pero pensó que era necesario hacerle la aclaración.

"¿Podrías decirme por qué?"
Preguntó cerrando los ojos, ya que estaban un poco rojos y le ardían por el llanto.

"Pensé que habíamos llegado a un acuerdo desde un principio, pero parece que no entendiste cuál es tu papel en este matrimonio".
Respondió Lucas, volteando hacia atrás y lanzándole una mirada aguda y feroz como un cuchillo.

"No sé a qué te referías con eso".
Dijo Yeineth, quien podía ser humilde frente al amor, pero arrogante y digna ante el interrogatorio de Lucas.

"Sabes perfectamente lo que quise decir; ¡no esperes tener sexo conmigo! No olvides que lo único que te ofrecí fue un acta de matrimonio, no amor. ¿No te parece que es vergonzoso tener sexo sin amor?"
Dijo Lucas, mirandola con desdén, y con un cierto destello de burla. Evidentemente, lo que estaba tratando de hacer era alejarla, para que se diera cuenta de que no podría tener una relación amorosa con él.

"¿Crees que soy una chica fácil?"
Preguntó Yeineth con voz temblorosa, y apretando los puños. No podía creer que Lucas la humillara de esa forma, además era normal que una pareja durmiera junta. ¿Entonces por qué le había dicho que era algo vergonzoso? ¿Qué tenía de vergonzoso eso?

"Sabes bien la respuesta. Duérmete temprano si no tienes nada mejor que hacer".
Dijo Lucas, e inmediatamente después se fue sin siquiera voltearla a ver.

Yeineth por su parte, no sabía cómo reaccionar, ya que su matrimonio era exactamente como Lucas se lo había descrito desde un principio. Sin embargo, había albergado la ilusión de que este pudiera convertirse en un cuento de hadas, y lo único que recibió fueron humillaciones.

Esa había sido su supuesta noche de bodas; la habitación estaba tan silenciosa que podía escuchar un alfiler caer, incluso podía escuchar cómo su corazón se rompía en mil pedazos. En ese momento se dio cuenta de que no debió haberse hecho ilusiones con ese matrimonio, ya que todo se había convertido en dolor.

La noche transcurrió en silencio; estaba recostada en la cama, la cual le parecía inmensa, tratando de olvidarse del tiempo e incluso de ella misma. Dejó que sus pensamientos deambularan como fantasmas.

El deseo era realmente una cosa muy extraña; a veces las personas querían obtener algo desesperadamente, pero después de haberlo obtenido, se daban cuenta de que eso no era lo que realmente querían.

Se trazaban objetivos, a veces imposibles, pero después se daban cuenta de que se habían equivocado, desde un principio; y Yeineth era un claro ejemplo de ello. Estaba en un terrible dilema y no sabía cómo salir de él.

Su primera noche como mujer casada la había pasado presa de un terrible insomnio. A la mañana siguiente, ya no estaba tan desanimada, pues había decidido darle un nuevo rumbo a sus pensamientos.

Cuando el sol se coló a través de la cortina y proyectó suavemente sus rayos sobre su cuerpo, dejó escapar una gran sonrisa; sabía que todas las relaciones tenían altibajos, y todos los problemas podrían resolverse fácilmente siempre que uno estuviera dispuesto a aceptar el reto.

Ella esperaría pacientemente a que ese día llegara, ya que solo de esta manera podría alcanzar la cima y coronarse ganadora.

Un verdadero amor. 8a parte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora