💘1482

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Capítulo 1482

"¿Por qué robaste mi dibujo?"
Una voz de mujer se escucho. Era Yeineth, quien había encontrado a Erin en el baño. Erin quiso escapar de ahí, pero la detuvo. Después de echarle una mirada furiosa, Yeineth colocó el letrero de 'Limpieza en curso, no molestar' afuera, delante de la puerta, para evitar que alguien los interrumpa.

"¿De qué estás hablando? ¿Quién ha robado tu dibujo?"
Preguntó Erin inocentemente, dando un paso atrás con miedo. Nunca había visto este lado de Yeineth, y aunque había escuchado rumores, era la primera vez que lo veía con sus propios ojos.

"¿Qué? ¡Di la verdad! ¡Eres una perra!"
Le dijo Yeineth usando las mismas palabras que Erin la había insultado en el pasado. No era una mujer débil, y no iba a dejar que nadie la intimidara a su antojo. Decidió tomar el control y contraatacar.

"No sé de qué estás hablando".
Espetó Erin, pero no pudo mirarla los ojos. Determinada, continuó negando la acusación, ya que por ningún motivo iba a admitir la verdad. Yeineth tenía razón: ella tenía algo que ver con la desaparición de su trabajo.

"¿De verdad? ¿Realmente no lo sabes. Nunca te has llevado bien con Hilda, y de repente apareces en nuestra habitación aquel día. Y cuando volví y te vi ahí, parecías nerviosa por algo. ¿Estás segura que todavía no sabes de lo que estoy hablando? ¡Ahhh! Y no me digas que sentiste lástima por Hilda y que por eso fuiste a nuestra habitación".
Dijo Yeineth en tono burlón.

La tenía arrinconada. No iba a dejar que la mujer se escapara antes de admitir la verdad.

"¿Qué estás diciendo? Yo solo... fui a advertirle sobre algo".
Dijo Erin, más nerviosa que antes y con la mirada vacilante.

Yeineth se estaba acercando a la verdad y eso le preocupaba a Erin. No sabía qué más decir, pero tenía que dar una buena excusa para desviar su atención.

"¿En serio? Si de verdad fuiste a advertirle, por qué fue tan amable contigo y te preparó una taza de café, y si no me equivoco, ¿fue ahí cuando te llevaste mi dibujo?"
Un destello de culpa apareció en el rostro de Erin.

"No... lo siento, no te lo llevaste. ¡Lo robaste!"
Gritó enojada. Gracias a Erin, tuvo que pasar un día entero trabajando en un nuevo dibujo. Y por eso tuvo que faltar a su clase de cocina, así que no era de extrañar el por qué estuviera tan enojada.

"¡No me gustó su café!"
Dijo Erin a lo tonto, tragando saliva mientras la miraba con miedo. Estaba sorprendida de que tuviera tanta fuerza a pesar de ser tan delgada. Le resultaba increíble.

"No, puede que no te gustara su café, pero la hiciste salir al pedirle uno y de esa manera pudiste poner en marcha tu plan. ¿Eh?"
Dijo, entrecerrando los ojos que lanzaban odio y veneno.

"He oído que lo peor que les puede pasar a las personas que se han sometido a cirugía plástica es que reciban un golpe en la cara. Me pregunto cómo se vería tu cara... si te golpeo en las mejillas".
Y al terminar de decir eso, una sonrisa malvada apareció en su rostro. Ella sabía que las personas narcisistas eran las que más se preocupaban por su rostro, y Erin era una de ellas.

"¡No te atrevas!"
Erin gritó indignada.

'¡Esta perra!', pensó enojada.

Desde que Yeineth había dicho en público que Erin se había operado en la cara, la chica tenía menos hombres revoloteando a su alrededor. Estaba bastante molesta por eso, y nunca permitiría que le lastimara la cara.

"¡Ponme a prueba! Tengo curiosidad por saber cómo perseguirás a tu amado Bradley cuando ya no tengas este hermoso rostro".
Respondió desafiante.

Yeineth estaba como el mismísimo demonio. Había entrado a esta escuela gracias a la madre de Saint, pero si bien era cierto que hacer un gran problema de esto no era lo más apropiado, eso no significaba que por lo menos no pudiera darle una lección.

Yeineth esperaba que después de este encuentro Erin dejara de tratar de enfrentarse con ella por todo. Sin embargo, sabía que eso era casi imposible.

"¡Oh, está bien, está bien! Lo siento, ¿de acuerdo?"
Erin se había dado cuenta de que no estaba bromeando, y había conseguido asustarla.

Erin era el tipo de personas que adulaba a los que están por encima de ella y maltrataba a los que están por debajo. En el momento, que se encontraba completamente sola, salía al exterior su verdadera personalidad: una cobarde.

"Si una disculpa solucionara las fechorías de los delincuentes, entonces los policías perderían sus empleos. ¿Eso no sería justo, verdad?"
Los dedos de Yeineth vagaron de un lado a otro en la cara de Erin. Con un poco más de fuerza, podría romper la piel de ese hermoso rostro.

"¿Qué quieres? Suéltame, por favor".
Suplicó Erin, conteniendo la respiración con miedo. No podía permitirse el lujo de luchar contra ella, ya que no era rival y temía que cumpliera su amenaza y le lastimara la cara.

"No preguntes lo que yo quiero, sino lo que tú quieres. No recuerdo ni una sola vez en la que yo haya buscado pelear contigo. Sin embargo, eso es lo que siempre haces tú. Dime, ¿quién es la irrazonable entonces?"
Dijo en un tono de voz muy relajado, como un gato jugando con un ratón.

Los gatos no se comían a sus presas tan pronto como las atrapaban, ni tampoco lo hacían de un solo bocado. Al contrario, los gatos juegan con sus presas hasta debilitarlas por completo, al punto que ya no ponen resistencia ni pueden defenderse.

"Prometo que nunca más me meteré contigo. Es más, si es necesario, de hoy en adelante si te veo en cualquier lugar yo me voy a retirar e ir por otro lado. ¿Es esto suficiente para ti?"
Erin era muy astuta cuando se trataba de salvar el pellejo. Se había dado cuenta de que, en esta situación en la que ella estaba en desventaja, lo mejor era dejar que ganara esta vez. Sabía, sin lugar a dudas, que no podía enfrentarse a ella en una lucha, por lo que le prometió lo que ella quería escuchar. Sin embargo, el que cumpliera dicha promesa ya era otra historia.

"Si planeas vengarte en el futuro, desde ya te digo que lo mejor será que ni lo pienses. Yo no soy nadie, y no tengo nada que perder. Así que si me vuelves a hacer algo, no estoy segura de qué tipo de locuras haré para vengarme de ti. Créeme, no lo quieres saber. ¿Está lo suficientemente claro?"
Yeineth dijo en tono amenazador.  En el bajo mundo que se crío, si algo había aprendido en ese entorno problemático, era a defenderse.

Y si era necesario, también sabía cómo ser intimidante. La prueba estaba en que lo estaba haciendo extremadamente bien con Erin.

"Yo...".
Erin tragó saliva una vez más. No pudo evitar estremecerse al ver los ojos llenos de ira.

"En cambio, si cumples tu promesa, seré amable contigo. Entonces... si yo fuera tú, me lo pensaría cuidadosamente".
Dijo jugando con el cabello rizado de Erin, como si fuera un hombre coqueteando con ella. Era una escena escalofriante.

"Bien. ¿Ya me puedo ir?"
Lo único que Erin quería era escapar de ese lugar y lo más pronto posible. En cuanto a sus otros planes, pensaría en ellos en otro momento, cuando estuviera a salvo.

Un verdadero amor. 8a parte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora