Un verdadero amor. 8a parte.

💘1469

Capítulo 1469

"Señor Lucas, buenos días. Su desayuno está listo si quiere tomarlo ahora".
Le dijo Maria cuando pasaba con una cesta de ropa sucia.

"¡Buenos días! ¿Dónde está Yeineth? No la veo por aquí".
Preguntó Lucas con el ceño fruncido. Su voz era tan fría como el hielo. Obviamente, no recordaba lo que le había dicho unos días atrás.

"Oh, la señora tenía una actividad académica hoy. Se ha ido con los compañeros de su clase por dos días fuera de la ciudad para dibujar, a manera de excursión. Creo que ella ya se lo había dicho. ¿No se acuerda?"
María miró a Lucas confundida.

'¿Acaso la Sra. no se lo dijo? ¿Por qué el Sr. no lo sabe?', pensó.

"Ah, ahora lo recuerdo. Lo siento, lo había olvidado".
Ya se lo había dicho, pero él estaba pensando en otra cosa y no prestó atención a lo que su esposa le estaba diciendo en ese momento. En realidad nunca le prestaba mucha atención.

Lucas desayunó solo en silencio. Se había acostumbrado a tener una mujer cerca molestándole, pero optó por no prestarle atención a esa extraña sensación y concentrarse en su trabajo. No necesitaba amor, y no permitiría que ninguna mujer lo afectara.

Los compañeros de clase de Yeineth estaban muy animados y charlaron durante todo el trayecto del autobús.

Sin embargo, Yeineth miraba abatida por la ventana mientras escuchaba el ronquido de Hilda y pensaba en Lucas.

'¿Ya se habrá levantado? ¿Me habrá echado de menos al darse cuenta de que no estaba en casa? No. De ninguna manera. ¡Qué mujer más tonta soy! Anoche me dije que solo debía centrarme en amarme a mí misma, y ovidarme de amarlo a él. Pero he comenzado a extrañarlo nuevamente. ¡Vaya! ¡Soy una mujer sin amor propio ni orgullo!'.
Luego sacudió la cabeza y sonrió amargamente.

Su destino era una zona remota en la montaña y, aunque hacía frío en invierno, este lugar no parecía verse afectado por los cambios del clima ni las estaciones. Había árboles verdes y hermosas flores en la ladera de la montaña mientras todavía había hielo y nieve en todas partes.

Asombrada por el hermoso paisaje, Yeineth se bajó del autobús y respiró hondo para disfrutar del aire fresco. Luego caminó para disfrutar del paisaje, el cual le parecía el lugar perfecto para inspirarse.

"¡Pueblerina!"
Erin resopló por detrás y cuando pasó junto a Yeineth, se topó con ella deliberadamente. Sin embargo, subestimó la reacción, quien la esquivó de inmediato, dando como resultado que Erin tropezara y cayera al suelo.

"¡Ay!"
Erin gritó y miró a Yeineth enojada, quien a su vez la miró con desdén y se alejó. Estaba de buen humor para ver el hermoso paisaje y no quería que nadie lo arruinara.

Habían reservado un albergue local, pequeño pero acogedor y limpio. El albergue fue construido para viajeros como ellos, y como no había suficientes habitaciones para todos, tuvieron que dormir dos estudiantes en cada habitación.

Yeineth, por supuesto, compartió su habitación con Hilda.

Erin, sin embargo, se negaba a compartir la suya con nadie más, y le tomó mucho tiempo a la maestra convencerla para que lo hiciera. Finalmente estuvo de acuerdo, pero con la condición de que su compañera de cuarto durmiera en el suelo.

Yeineth la miró con desprecio. Sabía que Erin era egoísta, pero no esperaba que dejara que una de las compañeras durmiera en el suelo en una fría noche de invierno como esa.

Por otro lado, pensó que la compañera de cuarto se lo merecía, por ser una de las que se pasaba el tiempo adulándola por ser rica. Las dos habían molestado y abusado de compañeras de clase juntas muchas veces, lo cual era ridículo ya que ya eran adultas y no alumnas de segundaria.

A Yeineth solía gustarle ambientes ruidosos y la emoción, pero ahora se había convertido en una mujer tranquila. Era por eso que apreciaba la serena belleza de las montañas. El matrimonio con Lucas la había cambiado mucho.

Todavía recordaba que a Lucas no le gustaba porque era insípida y superficial. Así que hizo todo lo posible para convertirse en una mejor persona, y esa fue una de las razones por las que se apuntó a esta clase. Aunque podría no funcionar, estaba dispuesta a intentarlo.

"Yein, me han dicho que hay una fuente termal por aquí en las montañas. ¿Por qué no la buscamos y la probamos?"
Hilda preguntó emocionada ya que también le gustaba este lugar.

"¿Quién te ha dicho eso?"
Yeineth preguntó con indiferencia ya que no estaba muy interesada, mientras revisaba su ropa.

"Erin y sus compañeras. Ahora están preparando sus trajes de baño".
Hilda mencionó el nombre de Erin sin ningún indicio de rencor. Hilda era una chica de mente simple y fácil de complacer, y esa era la razón por la que Yeineth estaba dispuesta a hacerse su amiga.

"No necesitamos ir con ellas. Podemos ir más tarde, solo nosotras dos. Por cierto, ¿trajiste tu traje de baño?"
Yeineth preguntó de manera casual. Aunque no tenía interés en disfrutar de las aguas termales, no quería arruinarle el día a Hilda. Mientras tanto, sacó su teléfono para ver si tenía algún mensaje de Lucas, pero para su decepción, aunque no era una sorpresa, él no se había puesto en contacto.

"No te preocupes. Venden trajes de baño aquí, pero los precios son bastante altos".
Hilda se encogió de hombros, realmente quería probar las aguas termales, pero no se podía permitir comprar un traje de baño.

"Oh, no te preocupes. Yo te compraré uno como regalo".
Dijo casualmente. No le importaba comprarlo para su amiga.

"¿De verdad? Pero tú tampoco tienes mucho dinero".
Hilda estaba avergonzada de aceptar el regalo. Sabía que ella iba a la escuela en autobús todos los días y pensaba que tampoco era muy acomodada.

"Oh, no pienses en eso. Puedo permitirme comprarte un traje de baño". 
Palmeó el hombro de Hilda para consolarla. De repente, sonó su teléfono. Estaba tan emocionada que inmediatamente lo sacó para ver quién era, pero su alegría desapareció rápidamente. No era Lucas.

"¡Hola mamá! Sí, ya nos registramos".
Dijo Yeineth.

Era Cynthia, quien también sabía sobre la actividad académica y estaba llamando para asegurarse de que estuviera bien. Era una buena suegra y siempre mostrando su preocupación por ella.

"Oh, qué bien. ¿Y cómo estuvo el viaje?"
Cynthia preguntó. Saeng estaba sentado a su lado y se acercó al teléfono para escuchar, ya que también se preocupaba mucho y la apoyaba también.