💘1499

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Capítulo 1499

"Tú... Tú eres el presidente de FX International Group, ¿verdad?"
Bradley tartamudeó y no le había quitado el ojo de encima desde que apareció. El muchacho venía de una familia rica, por lo que le reconocía.

"¿Te conozco?"
Hyun frunció el ceño y le miró cautelosamente, pero no podía recordar su rostro.

"Oh, no me conoce, señor, pero yo a usted sí. He visto sus fotos en los periódicos financieros y mi padre también hablaba mucho de usted. Siempre me ha pedido que siga su ejemplo".
La cara de Bradley se iluminó como si fuera un niño abriendo regalos, porque incluso se había olvidado de la presencia de Lucas y Yeineth.

"¡Gracias! Dale recuerdos a tu padre. ¡Adiós!"
A Hyun no le gustaba cuando la gente le alagaba para acercarse a él y despachó a Bradley rápidamente para que no siguiera conversando más con él.

"¿No vienes?"
Lucas preguntó, mirando a Yeineth, que no se había movido de su lugar.

"¡Ya voy!"
Yeineth miró a Bradley y corrió para alcanzarlos, dejando a su compañero desconcertado, porque siempre había pensado que ella había nacido en una familia de baja cuna, pero por lo que acababa de presenciar, se dio cuenta de que había algo más detrás.

Esta no era la primera vez que Yeineth viajaba en el auto de Lucas. Se sintió incómoda tras mirar a ese rostro apuesto, que ahora tenía un gesto frío.

"¿Todavía estás enojado conmigo?"
Preguntó mientras un sentimiento extraño crecía en su interior sin saber qué era; y aunque esperaba que él se enojara, tenía miedo de que fuera así, estaba sintiendo muchas emociones contradictorias.

"Hablaremos cuando lleguemos a casa".
Dijo Lucas, ya que estaba concentrado en seguir el auto de Hyun de cerca, porque no debía olvidar su trabajo y aunque era un mundo pacífico y rara vez ocurrían accidentes, valía la pena estar alerta en todo momento porque podría haber un problema en un abrir y cerrar de ojos, Lucas no era un hombre que dejara nada al azar.

Yeineth entendió que no era el momento adecuado para discutir, por lo que se quedó callada, se apoyó contra el asiento y cerró los ojos pensando en todo lo que había sucedido hoy. Había sido un desastre y tenía que resolverlo pronto.

Lucas la miró de reojo, por primera vez pensó que era muy hermosa cuando estaba callada, algo que nunca antes había notado. Cuando llegaron a casa, estaba profundamente dormida y ni siquiera se despertó cuando el auto se detuvo, Lucas, por su parte, tampoco la despertó.

Él siempre había pensado que era el único hombre que le gustaba y, de hecho, lo había dado por sentado, pero hoy se había dado cuenta de que otro hombre podría arrebatársela, si era lo suficientemente valiente o estúpido como para enfrentarse a él. Se dio cuenta de que ella podría haber tenido más opciones en su vida, pero las rechazó todas porque le amaba.

Ese otro chico era joven, y además era más abierto y más enérgico que él. Lo más importante era que a ese chico le gustaba ella, ¿pero qué había hecho él, que era su legítimo esposo, por ella? Rechazarla una y otra vez, cerrándole todas las puertas.

Si se enamorara de otro hombre, él no impediría que ella persiga su felicidad, aunque en ese momento, sintió que su corazón se encogía por una especie de dolor que nunca antes había sentido, y pese a que fue solo un ligero dolor, le hizo que quisiera cambiar su actitud hacia ella, de hecho podía sentir algo cambiando en él.

"¡Oh! ¿Ya estamos en casa?"
Yeineth abrió los ojos y miró fuera del auto.

"¿Qué hiciste anoche? Pareces cansada y te quedaste dormida en poco tiempo".
Lucas apartó la mirada, evitando el contacto visual para así calmar lo que estaba sintiendo.

"Estuve trabajando en mi cuadro".
Dijo, frunciendo los labios, solo había cerrado los ojos para pensar en algunas cosas y no esperaba quedarse dormida todo el camino.

Lucas no respondió mientras la miraba con curiosidad, después se dio la vuelta, bajó del auto y entró en casa sin mirar atrás. Su espalda parecía tan distante.

Yeineth suspiró levemente, porque ¿qué otra cosa podía hacer? Ella se bajó del auto y se quedó pensando un rato fuera, así que cuando finalmente entró en casa, no vio a Lucas. Supuso que habría subido las escaleras y sintió alivio, porque de esta forma no tenía que hablar con él, ya que aún no sabía cómo explicarle lo que había pasado hoy, todavía estaba tratando de organizarse la mente.

"Señora Yein, aquí está. El señor Lucas me pidió que le dijera que subiera tan pronto como entrara".
Dijo María a toda prisa mientras le pasaba un vaso de agua. Lucas la conocía muy bien y había adivinado que ella trataría de ganar tiempo.

"¿Dijo eso? Vale".
Yeineth estaba nerviosa de nuevo porque parecía que no tenía dónde esconderse.

"¡Sí! ¿Por qué no sube ya? Podría enfadarse".
Suspiró María con impotencia.

Se preguntaba cuándo mejoraría su relación y cuándo comenzarían a amarse, ya que ambos merecían la felicidad.

Yeineth respiró hondo armándose de valor y comenzó a subir las escaleras como si se estuviera preparando para enfrentarse la muerte, sin parpadear. Lo que pasó, pasó; y ahora no tenía dónde esconderse, así que era mejor enfrentarse a las consecuencias más pronto que tarde. A pesar de envalentonarse, estaba subiendo las escaleras tan lento como un caracol.

"¿Qué estás haciendo? ¿Escalando una montaña?"
Lucas se paró cerca de la barandilla de la escalera y la miró mientras ella las subía, ya que se preguntaba por qué no se había presentado todavía. Se la encontró subiendo las escaleras como si estuviera medio muerta por el esfuerzo.

"¡Guau! ¿Qué haces ahí? ¡Me asustaste!"
Se dio unas palmaditas en el pecho fingiendo ralentizar sus latidos por el susto.

"Bueno, si no estuviera aquí, no hubiera sabido que estabas tratando de ganar tanto tiempo".
Con los brazos cruzados sobre el pecho, Lucas se burló de ella aunque la encontró bastante linda desde ese ángulo.

"¡No estaba ganando tiempo! Son estas escaleras que son muy empinadas". 
Tuvo que admitir que esa era la excusa más débil que había usado en su vida, pero esa fue la que se le ocurrió en este momento.

"¿Por qué no culpas a tus piernas cortas?"
Lucas bromeó de nuevo después de haber escuchado la excusa más estúpida del mundo. Al menos debería haber inventado algo lo suficientemente inteligente como para convencerle, ¿pero 'escaleras empinadas' era lo mejor que se le había ocurrido? No hacía falta decir que no estaba impresionado, pero sí le había hecho gracia.

"¡Jaja! Tienes razón. Mis piernas cortas también son la razón".
Era cierto que no tenía unas piernas largas y bonitas, aunque las suyas estaba bastante bien en comparación con otras mujeres. De todas maneras ella lo había aceptado hacía tiempo porque no podía culpar a nadie, solo a sus genes.

Un verdadero amor. 8a parte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora