💘1506

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Capítulo 1506

Las chicas todavía estaban sorprendidas por el movimiento de Yeineth, pero tan pronto como Erin dio la orden, se apresuraron a rodearla de nuevo.

Ella sabía moverse con precisión y sin desperdiciar energía, mientras que las otras chicas jadeaban y resoplaban a su alrededor. Se desplazaba con elegancia, esquivando con rapidez los ataques y derribándolas una por una. No lesionó de gravedad a las chicas, pero ciertamente les dio una lección. Dondequiera que se movía, se oía a las chicas gritando de dolor. No obstante, a ella también la golpearon varias veces, porque la superaban en número. En cualquier caso, no se empleó a fondo ya que temía causarles una lesión importante.

"Sabes kung fu".
Erin sostuvo su brazo herido y la miró  con incredulidad. Al fin había entendido por qué era tan arrogante: era una experta en artes marciales. No era de extrañar que no se hubiera tomado en serio sus provocaciones.

"No te lo esperabas, ¿eh? Por suerte, sé kung fu. No puedo imaginar lo que me hubiera pasado si no fuese así".
Yeineth se limpió la sangre en la esquina inferior de su boca, preguntándose cuál de aquellas perras había intentado romperle la boca.

"Yein, toma un pañuelo. Estás sangrando".
Dijo Hilda, que aunque estaba muy nerviosa cuando estalló la pelea, se sintió aliviada después de ver cómo su amiga podía con aquellas chicas.

Sin embargo, aquella herida en el rostro de Yeineth la puso nerviosa de nuevo.

"Entonces, ¿quieres que sigamos?"
Yeineth tomó el pañuelo de su amiga y se limpió la sangre.

"No soy tan estúpida. Obviamente eres más fuerte que nosotras, lo admito. Aunque no podamos derrotarte a la fuerza, no cantes victoria todavía. Esto solo ha sido un golpe de suerte. No te dejaremos ganar tan fácilmente la próxima vez".
Dijo Erin indignada. No podía vencerla, pero debía de haber alguien que sí pudiera. Ya había ideado su nuevo plan, encontrar una persona que fuera más fuerte que ella, así podría vengarse de esta humillación.

"Bueno, si hemos terminado, me iré".
Dijo Yeineth regodeándose. Luego miró en dirección a su amiga y le dijo: "Vamos, Hilda".

"¿Vamos a dejar que se vaya así, sin más?"
Murmuró enojada una de las chicas, al verla salir ilesa.

"¿Qué más quieres que hagamos? ¡Sabe kung fu! Pudo con todas nosotras fácilmente. Probablemente se haya criado en barrios difíciles. Una chica normal y corriente no podría pelear de esa manera".
Contestó otra chica enfadada, cuyas manchas de sangre en las comisuras del labio indicaban que la había golpeado con fuerza.

"No podemos vencerla nosotras, pero podemos pagar para que alguien lo haga. Quien tiene el dinero es quien manda".
Dijo Erin. Mientras miraba cómo Yeineth se alejaba, había algo siniestro en su mirada. Definitivamente no iba a rendirse tan fácilmente.

"¡Oh! Ya sé a qué te refieres, Erin. ¡No se escapará ni aunque tuviera alas!"
Pese a salir derrotadas, todas sonrieron al darse cuenta de que ciertamente podían traer a alguien para ayudarlas y así desahogar su ira.

Por su parte, Yeineth e Hilda caminaban lentamente hacia el aula sin ser conscientes de lo que Erin y sus lacayas estaban tramando. Aún tendría que sufrir un poco más antes de que todo aquello se acabara.

Cuando llegó a casa esa noche, trató de cubrirse la herida de la cara, pero era tan grande la hinchazón que no se había reducido, a pesar de haberse aplicado hielo durante mucho tiempo.

"Señora Yein, ¿qué tal si usa unos huevos duros? El calor ayudará a bajar la inflamación más rápido. Debería tener más cuidado al caminar. ¡No puedo creer que se haya golpeado contra un árbol!"
Estaba aterrorizada cuando vio por primera vez la herida. Yeineth sonrió avergonzada.

"Buena idea. Voy a ducharme y luego vuelvo".
Dijo, que no le había dicho a María nada sobre la pelea. Se sorprendería mucho si supiera la verdad.

"Vale. Se los traeré cuando termine".
Contestó María, sacudiendo la cabeza y suspirando, luego volvió a la cocina.

Yeineth se encogió de hombros y la miró un poco impotente, viendo la manera tan maternal que tenía de cuidarla. Justo cuando estaba a punto de darse la vuelta y subir las escaleras, Lucas, que generalmente regresaba tarde a casa, entró por la puerta.

"Oh, Lucas, ya estás de vuelta".
Dijo, bajando la cabeza con miedo de que él viese la herida de su rostro.

"Sí".
Lucas la miró y subió rápidamente las escaleras, aparentemente había vuelto para recoger algo. Sin embargo, cuando estaba a medio camino, de repente se dirigió hacia ella y la tomó por la barbilla, obligándola a levantar la cabeza.

"¿Te metiste en una pelea?"
Preguntó fríamente y con un claro signo de disgusto en su cara.

"Yo...".
No sabía qué responder. Recordó que Lucas le había dicho en una ocasión que no quería que se metiese en líos, como una gamberra.

"¡Olvídalo! No hace falta que me lo cuentes".
Dijo soltándola, y subió las escaleras. Cuando se dio la vuelta, se sintió desconsolado.

Yeineth miró a su esposo y se quedó allí sin comprender bien sus palabras. Después de cómo Lucas la había besado, parecía que estaban más unidos que nunca. ¿Fue por lo que ella había dicho? ¿Quizá aquellas palabras habían apagado su pasión? Se preguntó qué había hecho mal para recibir esa frialdad de su parte. Al poco tiempo, Lucas bajaba apresuradamente con una carpeta en la mano.

"¿Ya te vas?"
Preguntó, decepcionada.

"Sí. No me esperes para cenar".
Dijo Lucas, y se fue sin decir una palabra más.

"Vale...".
Contestó ella casi susurrando, de todos modos a su marido no parecía importarle su respuesta.

Después de subir al auto, Lucas golpeó el volante frustrado, y la bocina sonó accidentalmente. Aquel fuerte ruido del exterior hizo que Yeineth temblara, sintiendo que los problemas no se habían acabado todavía.

Un verdadero amor. 8a parte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora