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Capítulo 1581

Durante mucho tiempo permaneció inmóvil en la roca. Grandes olas azotaban la orilla. La espuma blanca salpicó su camisa y algunas gotas llegaron hasta su boca. Él lamió la espuma; la amargura del mar lo hizo sonreír. Su corazón era más amargo que el océano. Su vida era un espectáculo que montaba para las personas que lo rodeaban.

Delante de otros, era un caballero divertido e interesante. Pero en cuanto se apagaban las luces, regresaba a su rincón pequeño y oscuro. Allí, completamente solo, tenía que limpiar sus heridas invisibles y curar su corazón roto.

Se sentía como un artista: actuaba y fingía emociones. Sabía cómo distraer a las personas con su particular carcajada. Nunca reveló su verdadero yo a nadie. Sus conocidos lo consideraban una persona divertida, positiva, y en general, feliz. Pero no podrían estar más equivocados.

Por causa de su dura vida, fue desgarrado, golpeado y herido. Debía vivir con su máscara puesta. Su existencia era simplemente un espectáculo para los demás.

De vez en cuando, una gaviota volaba por el cielo, flotando sobre el océano, no muy lejos de donde estaba sentado, observó el paisaje frente a él, su mente galopando salvajemente.

Su pasado lo perseguía como un fantasma vengativo. Muchas escenas aparecieron frente a sus ojos, confundiendo su mente. No importaba cuán desesperadamente lo intentara, no podía romper las cadenas que lo ataban a sus pesadillas. Estaban en todas partes. No había escapatoria.

Cubrió su rostro con las manos y gimió en agonía. La tristeza lo abrumó. Él fue quien decidió cargar todo sus problemas en sus hombros. Ahora, debía enfrentar la consecuencia con el poco coraje que le quedaba.

Cuando el sol finalmente desapareció en el mar, se arrastró de regreso al auto. Cerró sus ojos cansados y tomó una siesta de unos minutos.

Al levantar el teléfono a su lado, se sorprendió de ver tantas llamadas perdidas. ¡Una de las personas que telefonearon fue HongKi! ¡Y lo había llamado más de cien veces! Torció su cuello rígido y sacudió la cabeza con incredulidad.

¡Niño tonto! Además de HongKi, había varias llamadas de sus otros amigos. Mientras miraba todos esos números familiares, sintió nuevamente algo cálido en su frío corazón. Uno de los números que le llamó la atención. Era Hyun. Aunque había llamado sólo una vez, apreciaba su preocupación.

A diferencia de HongKi, Hyun sabía cuándo detenerse. Una llamada era suficiente. Una sola llamada era suficiente para decir: "Estoy aquí para ti".

Dejó escapar un suave suspiro mientras revisaba todos los mensajes no leídos. La mayoría eran de HongKi. Le había estado enviando cientos de mensajes, preguntándole sobre su paradero.

Profundamente conmovido por su preocupación, sus ojos se llenaron de lágrimas. Rápidamente giró la cabeza hacia la ventana abierta del auto e inhaló profundamente. Sus mensajes parecían tan mágicos que temía que si leía otro, terminaría, sin quererlo, con lágrimas en sus mejillas.

Uno de sus mensajes decía:
"Querido Min, esta noche estoy cocinando algo delicioso. Por favor, ven a mi casa tan pronto como leas este mensaje. Te estaré esperando, no importa lo tarde que sea. Comeremos juntos PD: ¡Si no apareces, no comeré nada!"
Parecía bastante infantil, pero sabía que era su forma única de consolarlo.

HongKi era un chico dulce. Era encantador, comprensivo, y sobre todo, se preocupaba mucho por sus amigos. Todos lo querían, mimaban, y literalmente, harían cualquier cosa por el.

Mientras guardaba su celular, sonrió desde el fondo de su corazón. Gracias a los cálidos mensajes del muchacho, ahora se sentía mucho mejor. Sus palabras derritieron su corazón congelado, y eliminaron el sombrío estado de ánimo dentro de él. Sabía que no estaba solo.

Aunque solamente era un hijo ilegítimo para la familia Beck, sus amigos lo apreciaban mucho. Tal vez HongKi no compartía la misma sangre que él, pero era una prueba viviente de que existían vínculos más fuertes. A pesar de sus antecedentes familiares o identidad. Sabía que el chico siempre estaría para él. Por lo cual, estaba eternamente agradecido.

HongKi tuvo una tarde difícil. Estaba preocupado porque no había tenido noticias de él, quien siempre respondía sus llamadas, sin importar cuán tarde. Se estaba volviendo loco mientras esperaba recibir una llamada o un mensaje. Abrumado por su ansiedad, no podía comer ni dormir. Cada célula de su cuerpo gritaba: "¡Encuentra a Min ahora mismo!"

Mientras estaba sentado en el sofá, pensando en el peor de los casos, alguien tocó el timbre. HongKi se puso de pie de un salto, corrió hacia la puerta y la abrió rápidamente.

KyuJong le había advertido en numerosas ocasiones que solo debía abrir la puerta después de comprobar quién era el visitante. Pero no tenía tiempo, ni paciencia para eso.

JungMin se paró casualmente en la puerta y le sonrió: "Hola niño, me muero de hambre. ¿Qué has cocinado para mí?"
HongKi sonrió a más no poder y se arrojó a sus brazos.

JungMin lo abrazó con calidez. Sus fuertes brazos se envolvieron alrededor de sus delgados hombros, y su barbilla barbuda descansó justo por encima de su cabello con aroma a champú. Pero él trajo el potente aroma del mar a la habitación. Olía a un espeso montón de algas.

"¡Oh Dios mío! Min, suéltame. ¡Apestas!"
HongKi lo empujó y rápidamente se cubrió la boca con ambas manos, casi a punto de vomitar.

"¿Qué? ¿Huelo tan mal?"
JungMin arqueó las cejas mientras la veía huir de él y dirigirse al baño. Tomó su abrigo y olisqueó la tela. Un fuerte olor le llegó a las fosas nasales. JungMin largó una carcajada. Él tenía razón. Su olor era desagradable, ¡pero no eran tan horrible!

Dentro del baño, HongKi se inclinó sobre el inodoro y vomitó todo. Con piernas temblorosas, regresó y le dedicó a una débil sonrisa. Estando embarazado, no podía soportar ningún olor fuerte.

JungMin, con su visita a la orilla, le causó esa loca reacción de embarazo.

"Pobrecito, ¿estás bien? ¿Realmente huelo a pescado podrido?"
JungMin le palmeó suavemente en el hombro, tratando de ayudarlo a sentirse mejor. Luego, fue a la cocina y trajo un vaso con agua para que lavara el olor en su boca.

Mientras se sentaban en el sofá, él lo miró y confesó: "Supongo que huelo a algas marinas. ¡Pero niño, estás exagerando!"

HongKi se enjuagó la boca y se sintió mejor. Luego dijo con debilidad: "¡No estoy exagerando! Ya sabes que estoy embarazado. Soy sensible al olor, especialmente los desagradables como este. Incluso el más mínimo olor me hace vomitar".

"¡Oh! Casi se me olvida que estás embarazado. Ahora entiendo. ¡Por un momento, pensé que apestaba tanto que mi sola presencia te envió directamente al baño!"
Su broma lo hizo reír. Le dio un empujoncito amistoso y soltó una risita. JungMin tenía el poder mágico de animar a los demás. A pesar del hecho de que era un hombre roto por dentro, nunca mostraba su vulnerabilidad a los demás. Se camufló con la sonrisa más radiante.

Un verdadero amor. 8a parte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora