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Capítulo 1579

Hyun se dio cuenta de la mirada confiada en su rostro, y como no quería desanimarlo, se rindió y le dijo: "Muy bien entonces, cuídate en tu camino de regreso; maneja con calma y no te olvides de llamarme en lo que llegues a casa".
HongKi le brindó una gran sonrisa al escucharlo, sus palabras cariñosas lo llenaron de ternura, se sintió bendecido de tener amigos como él en su vida.

Hyun miró su agradable sonrisa y se preguntó si KyuJong estaría cuidando de él como debería. Seguidamente, le palmeó el hombro y soltó un suspiro. Simplemente no podía evitar preocuparse.

"Quédate tranquilo, te llamaré tan pronto como llegue a casa, no fastidies".
Dijo entre risas y negando con la cabeza ante su sobreprotección.

Por su parte, Hyun se despidió de con una sonrisa en el rostro mientras se alejaba. '¡Por favor! No pretendía fastidiarte', pensó.

Pero no dijo nada, y lo observó alejarse hacia su auto, como si quisiera escapar de él. No pudo evitar reírse ante el entusiasmo de su pequeño hermanito y pensó que ya era hora de que él se fuera también.

En realidad, estaba preocupado por JungMin, pero aún quedaban cosas por hacer.

Mientras tanto, Lucas y Yeineth se encontraban caminando por una calle vacía, cerca del hospital. Él había aprendido que las caminatas cortas le sentaban bien a las embarazadas.

HongKi había acertado en su suposición de que Lucas estaba disfrutando de ese momento con su hermosa esposa en cinta. Si bien no era la gran cosa, era cierto que él apreciaba ese momento con Yeineth.

"Lucas, ¿estás seguro de que no te necesitan en la compañía ahora mismo?"
Dijo Yeineth, mirando cálidamente a su esposo.

"No te preocupes por eso; me encargué de asignarle unos guardaespaldas competentes a Hyun antes de venir acá".
Dijo Lucas, brindándole una mirada tranquilizadora. Desde que él había admitido el amor que sentía por ella, se había vuelto más gentil y aunque seguía siendo un hombre de pocas palabras, la trataba con la mayor paciencia del mundo y procuraba hablar con ella lo más posible.

Por su parte, Yeineth también lo amaba mucho, hasta el punto de estar obsesionada con él. Ella nunca habría pensado que algún día tendría la vida de sus sueños, junto a su amado esposo y su hijo, quien estaba por nacer. A veces se sentía como en un hermoso sueño.

"¡Ay!"
Gimió Yeineth, sosteniéndose el vientre. Al escucharla, Lucas corrió a su lado.

"¿Qué ocurre? ¿Te duele algo?"
Preguntó, con el rostro lleno de preocupación mientras la tomaba por el hombro.

"No es nada, solo que el bebé me pateó muy fuerte".
Dijo, sonriéndole tímidamente. Se dio cuenta de que su reacción fue un tanto dramática y que pudo haber asustado a su esposo. Su bebé parecía ser hiperactivo, pues esa patada había sido bastante fuerte.

"Debe ser que está muy contento".
Dijo Lucas entre risas, al tiempo que extendía su mano para acariciarle el vientre a su mujer. Su caricia estaba llena de amor y ternura por su hijo. Se le humedecieron los ojos, y ella se quedó viendo el recorrido de la mano de Lucas sobre su vientre, sin poder evitar que la embargara una ola de amor que no supo cómo definir.

"Sí, supongo que ya quiere salir a conocer a sus papás".
Dijo ella con una sonrisa, que él respondió de la misma manera y con el rostro sonrojado. Él no podía contener la emoción al acariciarle el vientre una y otra vez. Era una experiencia inexplicable. Ese tipo de gestos por parte de Lucas eran algo tan extraño, pues él era demasiado taciturno para esas cosas.

Yeineth realmente lo disfrutaba y esperaba que fuera así más a menudo, aunque no se atrevería a obligarlo a actuar de una manera que a él le incomodara, pues ella lo amaba tal como era.

"Estás cansada? ¿Quieres que regresemos a casa?"
Lucas sostuvo su mano y ella se recostó lentamente sobre su pecho. Caminaron juntos mientras él la sostenía con mucho cuidado. Lucas era un hombre tosco y solo le llegó a demostrar esos sentimientos tan profundos a Yeineth, ella era la única a quien le permitía conocer su lado blando pues sabía que era la indicada para él.

"Nunca me cansaría de hacer esto, he deseado por tanto tiempo que este día llegara y ahora finalmente está aquí. No podría pedirle más a la vida. Lucas, gracias por amarme; por ti es que mi vida tiene sentido, porque me completaste".
Dijo ella, mirando su rostro severo pero gentil. La alegría era notable en sus ojos. Quizás él no fuera el mejor hombre del mundo, pero era el indicado para ella. Lucas fue el único hombre por el que se interesó verdaderamente y desde el principio supo que sería el hombre de su vida.

Él la miró con los ojos llenos de amor y le dijo: "Yo soy quien debería agradecerte por amarme tanto; gracias por no dejarme cuando las cosas entre nosotros estaban turbias y gracias por tu amor y cuidado incondicional cuando todavía te ignoraba. Fuiste tan amable que toleraste mis arranques detestables cuando no estaba enamorado de ti. Gracias, nuevamente, por acompañarme a explorar el significado del amor cuando me encontraba perdido. Agradezco tanto tu paciencia y todo lo que me has dado a lo largo de este largo viaje, a través del cual he terminado enamorándome como como nunca lo había hecho. Por ti es que mi mundo está completo ahora, te amo".
Dijo él, apretándole suavemente la mano. Sus palabras habían sido sinceras y sus ojos sombríos estaban llenos de deseo. Él ya no era el viejo Lucas que no sabía cómo expresar sus sentimientos, pues el matrimonio lo había transformado completamente.

Ella era una mujer maravillosa que lo llenó siempre de amor incondicional y él aprendió a diario de ella hasta que se dio cuenta de que también necesitaba corresponderle con sus propias palabras y acciones.

"No te imaginas lo feliz que me hace escuchar estas palabras de ti. Parece que estamos empatados, ¿no es así?"
Dijo ella entre risas. Gracias a Lucas, ahora su corazón estaba lleno de dicha y el duro trayecto que habían recorrido hasta llegar a ese momento ya no importaba. Mientras el final fuera feliz, no importaban los sacrificios que hubiera hecho para conseguirlo. Ella solo quería su amor, la compañía de Lucas era lo único que necesitaba.

"No, nunca podríamos estar empatados; a ti te debo todo y pasaré el resto de mi vida amándote sin ninguna reserva para que nunca te vuelvas a sentir sola en el mundo. Te mereces todo en esta vida y me esforzaré cada día para dártelo".
Por un momento Yeineth pensó que estaba en el cielo, su corazón no dejaba de latir a toda prisa y sus ojos se llenaron de lágrimas de alegría. Sentía que su pecho le iba a estallar en ese instante.

El gentil pero severo rostro de Lucas eclipsó toda su atención y quedó tan sumida en sus pensamientos que casi olvida respirar. Se sentía sumamente afortunada de no haberse dado por vencida con él. Ella nunca dejó de luchar por ganarse su amor y su corazón. Más de una vez llegó a sentirse a punto de tirar la toalla, pero se limpió las lágrimas y se dispuso a amarlo cada día más.

Luego de tantas espinas, al final del camino logró cosechar las rosas de su esfuerzo y ahora estaban juntos, esperando un hijo de los dos. Su vida no podía ser más dichosa, cada instante estaba lleno de amor y ella podía sentirlo.

Él finalmente le había entregado su corazón, tal como ella siempre lo había soñado y ahora se le hacía imposible pensar en vivir una vida sin él a su lado.

Ella sonrió y mientras se limpiaba las lágrimas, le dijo: "Lucas, se me antojan unas fresas, ¿podrías conseguirme unas?"
Sus ojos permanecían húmedos para cuando terminó sus palabras.

"¿Ahora mismo?"
Le preguntó Lucas, levantando una ceja. Ni siquiera era temporada de fresas, ¿dónde iba a conseguirlas?

Un verdadero amor. 8a parte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora