126¿Cantamos otra vez?🎤

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—¿Se puede saber qué estáis haciendo ahí?— preguntó Ayax en un tono que no sabría descifrar

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—¿Se puede saber qué estáis haciendo ahí?— preguntó Ayax en un tono que no sabría descifrar.

—Recordad que no podéis entrar, quedaos fuera por si alguno se escapa.— me ahorré los detalles de lo que acababa de pasar en aquella iglesia.

María cerró la puerta y vino corriendo con nosotras, que ya estábamos esperando con una escopeta cargada cada una.

Entonces el primer lobo entró por la puerta reventándola de un golpe, la fiera grisácea no consiguió dar más de dos pasos dentro del templo y se convirtió en un hombrecillo desnudo dando alaridos y retorciéndose sobre el suelo.

Después llegó otro, pero se quedó mirando cómo sufría su compañero desde fuera de la iglesia.

—¿Cantamos otra vez?— preguntó María inocentemente, pero en cuanto oyó su voz, el hombre lobo dió un salto dentro y corrió el mismo destino que el anterior.

Tras este llegó, otro y otro y así sucesivamente; tantos que se estaba comenzando a formar una montaña de cadáveres mediante la que podían avanzar más y más hasta nosotras, calculo que habría una pila de unos trescientos cuerpos iban entrando tan rápido como les permitía el ancho de la puerta que hacía de embudo.

—Estoy empezando a pensar que esta iglesia no tiene aforo para más de dos mil personas.— dije preocupada.

—Tranquila, se van disolviendo.— contestó Asena, señalando la parte de abajo del montón de cadáveres que se estaba convirtiendo en un puré viscoso de huesos y vísceras. 

 

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