Ha llegado una luna llena muy especial para Reika, ya que ha hecho que conozca a Max, Ayax y Duke.
Podéis leer su aventura, ambientada en Galicia, en capítulos cortos y muy ilustrados.
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Me llevé las manos a la cabeza al ver a todos aquellos hombres lobo franceses atados y amordazados con cinta aislante, apostaría que habían gastado más de diez rollos.
—¿Cuántos son?— pregunté, aunque ya estaba dando vueltas a qué hacer con ellos.
—Treinta y cinco.— respondió Ayax.
—Pero hay otros dos en la cocina.—añadió Duke, cuando me giré hacia él comprendió que faltaba información.— Todos parecían estar en su contra y querían hacerles daño, por eso les dejamos a parte.
—Ve a comprobar que siguen ahí.— ordené y él obedeció rápidamente.
—Sí, todo bien.— anunció desde la cocina.
—De acuerdo, ¿qué se hace con los prisioneros de guerra?— pregunté en voz alta, aunque era más bien una reflexión.
—Deben ser repatriados y liberados al acabar el conflicto.— explicó Ayax, sin embargo aquello no parecía muy buena idea en nuestro caso.— Al menos eso es lo que dicta la convención de Ginebra.
—No podemos hacer eso, así como así.— más que nada por nuestra propia seguridad.
—En la antigüedad los hubiesen sacrificado.—añadió Max, no lo consideraba una opción así que lo ignoré.— O esclavizado.— Ayax y yo le miramos boquiabiertos ante la idea de que lo mencionase si quiera.—No me miréis así, has preguntado qué se suele hacer.
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