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Amaba lo flexible que era, hacía que su imaginación volara, ideando mil formas de tomarlo, de atarlo... Ese deseo ardiente que se había apagado en él, se encendió con su solo reencuentro, y juraba que lo haría; lo seduciría, le enseñaría la maravillosa línea entre el placer y el dolor. La sensación de estar completamente en manos de otra persona, la confianza pura...

Naruto se relamió los labios mientras observaba su miembro entrar lentamente. Era la tercera vez que lo tomaba esa noche, y en cada ocasión el sexo se hacía más intenso. De espaldas, se asombró de la facilidad con la que Sasuke pudo levantar una pierna hacia arriba y colocarla en su hombro. Él la sujetó fuerte y de rodillas lo embistió.

Mordió suavemente su tobillo y luego pegó en su muslo con la palma de la mano, haciéndolo jadear y dejando una marca enrojecida.

—Más...— rogó el pelinegro.

Naruto se movió y sin salir de él, lo guió hasta hacerlo sujetarse de la cabecera de la cama. Le abrió ligeramente las piernas y golpeó fuerte en su interior, arrancándole un grito ahogado.

—Te fascina tentarme, sweetie— señaló y después de acariciar su glúteo, le pegó nuevamente, en la parte baja donde se unía con el muslo. Alargó la mano y atrapó su cabello, se lo enredó en la muñeca y tiró, obligándolo a arquearse hacia atrás.

Inclinándose sobre él, atrapó su miembro y lo acarició, desde los testículos hasta la punta. Luego apretó un poco y lo soltó, para volver a dejar una nalgada, ésta vez un poco más arriba. No separó la mano de inmediato, sinó que apretó fuertemente y luego sacudió. Ese movimiento hizo que Sasuke fuera aún más consciente de su penetración, y la debilidad le hizo soltar las manos y caer en el colchón.

—Sube— ordenó Naruto, tirando de su cabello.

Se sostuvo nuevamente de la cabecera y gimoteó ante una nueva arremetida. El rubio sujetó sus caderas con firmeza, manteniendo un ritmo duro y constante.

—¡Ngh...! Ya no...— otra vez soltó su agarre y gritó ante la sorpresiva y fuerte nalgada.

—Arriba...— gruñó ronco —Hold on to the fucking bed. (Sostente de la jodida cama)— avanzó un poco en sus rodillas, obligándolo a hacer lo mismo hasta que pegó su pecho a lo acolchonado. Olfateó su cabello y después besó sobre su hombro —Don't disobey me, sweetie. (No me desobedezcas, dulzura)— murmuró en su oído y con un solo movimiento de cadera, tocó en lo más profundo, quitándole al aliento —I don't like it. (No me gusta).

Sasuke apoyó la cabeza en su hombro, agitado, rojo, húmedo, drogado de placer, y cuando Naruto volvió a apretar la base de su miembro, percibió la ya conocida sensación crecer en su vientre.

—Na... Naruto...— balbuceó, apretando los dientes y luego jadeando debido a la intensidad con la que el orgasmo lo golpeó.

Look at the mess you've made. (Mira el desastre que has hecho)— protestó el rubio en tono meloso, levantando la mano embarrada y mostrándosela. Sasuke, con los ojos velados, observó como llevaba dos dedos a su boca y los chupaba —Even your milk is sweet. (Hasta tu leche es dulce)— exclamó y volvió a embestirlo con energía.

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No sabía la hora que era, pero sin duda había dormido gran parte de la mañana, pues el Sol entraba brillante por las ventanas de la habitación. Un brazo fuerte lo sujetaba de la cintura y cuando giró, vió los mechones rubios y despeinados de Naruto. Sonrió y acarició su mano. Todo era un sueño maravilloso del que no quería despertar, pero su estómago sonó, recordándole que no había comido nada desde antes de la función, pues ambos se habían olvidado completamente de la cena.

Se movió, apretando los labios ante el dolor en su trasero, e incluso sin ser silencioso, Naruto no se despertó. Estaba realmente dormido, con las sábanas blancas enredadas en sus caderas y dejando ver su amplia espalda, en la cual dejó un beso.

No necesitó buscar mucho para encontrar el vestidor, enorme y lleno de trajes costosos. En los cajones buscó unos boxers limpios y luego un pullover blanco, bastante más grande que su talla, pues casi le llegaba a medio muslo. Envolvió su cabello en un moño alto y descalzo bajó las escaleras de caracol rumbo a la cocina.

—Seguro que al amo no le molestará que revise— dijo en alta voz y soltó un risita.

En el microondas aún permanecía la cena que Naruto había recalentado, pero no tenía buen aspecto, así que la arrojó a la basura y buscó en la nevera. Sin saber que comer en realidad, terminó con un bote de mantequilla de maní y una cuchara. Se apoyó sobre la barra y colocando un pie en la rodilla del contrario, comenzó a saborear su inusual desayuno.

Desde su posición pudo observar claramente cuando la puerta principal se abrió, y después entró una mujer mayor y pelirroja, vestida de manera elegante. Ella frunció el ceño, confundida cuando lo vió, pero Sasuke ni siquiera se inmutó.

—¿Quién eres?— inquirió furiosa, mirando su aspecto.

Él, recordando que ya antes la había visto en las redes, y en fotos familiares de Naruto, con rapidez supo quién era.

—Soy el novio de tu hijo— contestó, aún con la cuchara en la boca.

—¡¿El... el qué?! ¡Ésto no puede ser posible!— gruñó y se alejó rumbo a las escaleras —¡Naruto!— gritó severa, una segunda vez, y luego otra.

Cuando comenzó a desesperarse y a punto de subir, el rubio bajó, solo con un pantalón de chandal.

—Buen día— dijo sarcástico y pasó por su lado.

—¿Puedes explicarme qué demonios pasa aquí?— exigió, y abrió los ojos ofendida cuando su hijo dejó un beso en los labios dulces de Sasuke.

—¿Por qué comes solo eso?— le preguntó con una sonrisa.

—¿Quieres...?— le ofreció la cuchara y Naruto la atrapó con su boca, mirándolo fijamente. Solo después se volteó hacia Kushina.

—Sasuke es mi pareja— dijo serio, apoyándose de espaldas en la barra.

—Sí, me lo dijo claramente— siseó —¿Por él me dejaste sola en el teatro?

—Ino estaba contigo— señaló.

—Y tu supuesto "novio" es más importante que tu madre.

—¿A qué viniste?— preguntó, ignorando su desplante.

—Estaba preocupada, es casi medio día y no fuiste a trabajar. Después de que saliste corriendo anoche como un loco, no sabía que pensar. Pero ya veo de que iba todo. Ahora vengo y me encuentro con él, en esa fachas.

Naruto miró a Sasuke y notando que tenía su ropa puesta, sonrió divertido, para después dejar una caricia en su mejilla.

—Si llegas a casa ajena de repente, no entiendo cómo puedes pretender que alguien esté "decente" para recibirte. Al menos llama— señaló.

—¡Eres mi hijo!

—Ésta es mi casa— gruñó —Respeta mi privacidad— Kushina apretó los labios y miró con desagrado a Sasuke.

—Bien— se irguió —Me marcho entonces. No te sorprendas al recibir una llamada de tu padre más tarde— advirtió.

—Mejor, así me ahorras el trabajo de decirle yo.

SWEET (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora