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Sentado en su trono con las piernas cruzadas, fumaba un Marlboro de menta, con una tranquilidad agobiante. Sus ojos azules no dejaban de observar al frente; justo sobre el banco de Spank, estaba Sasuke. Lo había amordazado y sujetado al mueble, colocando sus rodillas y brazos en los cojines inferiores y atando las correas, dejándolo con el trasero empinado.

Un vibrador lo torturaba desde hacía media hora, mientras él solo esperaba, mirando con satisfacción y morbo sus ojos de desesperación.

Una parte de su ser lo limitaba a ir demasiado lejos, aún molesto por haber tenido que cumplir su capricho; admitía que cuando de Sasuke se trataba, era un hombre débil. Por otra parte, su lado dominante estaba disfrutando todo en demasía; nunca se había sentido tan motivado en una sesión, pues la visión de los azotes ya rojos en la piel tan blanca, era exquisita. Sus gemidos, sus expresiones... su pequeño chico era el ideal de sumiso perfecto. Bien educado, sería una obra de arte.

—¿Cómo vas con tu castigo?— preguntó, mientras de sus labios salía una bocanada de humo blanco. Alargó la mano y dejó el cigarro en un cenicero a su lado, antes de inclinarse hacia adelante y apoyar los codos en su rodilla. Sasuke solo gimió, debido a la mordaza —Oh, cierto...— dijo en tono fingido —no puedes hablar. Que tonto soy.

Se puso de pie y caminó hasta el banco, lentamente. Lo sintió estremecerse cuando deslizó la mano por su columna vertebral, hasta detenerse sobre el dildo que tenía puesto. Naruto lo sacó y metió varias veces antes de retirarlo y ponerlo en una mesa cercana; después se detuvo justo entre sus piernas, admirando la escena.

Masajeó sus glúteos, los separó, pellizcó en la unión con sus muslos, luego empezó a acariciar su erección y testículos. Sasuke intentaba moverse, pero estaba completamente atado. Una nalgada fuerte lo hizo gemir ahogado por la mordaza, y lloriqueó después.

—Si no puedes más, da tres palmadas contra el banco. Lo entenderé como la palabra de seguridad— anunció, inclinándose y dejando un beso sobre su espalda baja.

Sasuke volvió a gruñir ante otra nalgada, los golpes se hicieron rítmicos, abarcando desde sus muslos hasta arriba. Fuertes, cambiando de glúteo, pero cada vez dolían más. Naruto no se midió, dejaba caer su palma con dureza, relamiéndose los labios cada vez que sus dedos quedaban marcados en la piel clara. Pronto tuvo el trasero completamente escarlata y las caricias que le propició el rubio en el lugar tan sensible, se sintieron dolorosas.

Naruto alcanzó un dispensador con un líquido transparente, y después de mostrárselo, dejándolo con la duda de lo que podría ser, roció sobre la piel y el grito apagado salió de la boca del pelinegro, junto con sus lágrimas. El alcohol ardía como ascuas en la zona azotada, pero la sensación desapareció luego de un minuto, dejándolo mentalmente agotado.

El rubio no se detuvo, siguió masajeando sus nalgas y luego de separarlas, introdujo su miembro todo lo que pudo, montándolo al mismo ritmo con el que lo había azotado.

It feels great here... (Se siente tan bien aquí...)— bramó ronco y luego se inclinó para quitarle la mordaza, pero llegando muy profundo en el proceso.

Sasuke jadeó, apoyando la mejilla en el cuero blanco, sin importarle toda la saliva que cubría su boca. Recibió cada uno de los embates de su amo sintiendo su cumbre acercarse, y siendo el dolor el puente que lo apartaba del mundo real. Naruto se detuvo sin salir de él, y tomando el dildo de vuelta, comenzó a forzar su entrada ya ocupada.

—¡Aghhh.... ahhh...!— balbuceó, percibiendo como se estiraba cada vez más.

He's swallowing it all, sweetie... Oh my God, what a great view! (Se lo está tragando todo, dulzura... ¡Oh por Dios que buena vista!)— bramó, encendiendo el vibrador y reanudando sus embestidas —Fuck!! (¡¡Joder!!)— exclamó en alta voz.

SWEET (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora