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—Cuatro puntos...

—No— exclamó Naruto y golpeó sus palmas extendidas con la fusta —De nuevo, desde el inicio— otra vez comenzó a gesticular señas con las manos. Con el dedo índice levantado, lo giró en el aire. Sasuke lo miraba desde abajo, sentado sobre sus talones.

—Desnúdate— respondió.

—Bien, siguiente— otra seña, en ésta ocasión juntó sus dos manos haciendo un círculo entre los pulgares y los índices de ambas.

—Oral.

—Otra...— apuntó con dos dedos abiertos hacia abajo.

—Separa las piernas— respondió Sasuke, ganándose una caricia en el cabello. Naruto después hizo una C entre el pulgar y el índice —Cuatro puntos— corrigió ésta vez.

—Perfecto— concedió y se agachó frente a él —Lo has hecho muy bien. Vuelve a tu habitación, toma un baño y descansa hasta las seis.

—Sí, amo— respondió y luego se puso de pie —Eh... hoy es...

—Ve y descansa— repitió, yendo a colocar la fusta en la pared —Tengo que hacer unas llamadas, más tarde hablaremos— el chico asintió e hizo lo ordenado.

Habían sido los cuatro días más largos de toda su vida. Se sentía física y mentalmente agotado, por alguna razón, más libre. Había adelgazado un poco debido al régimen de ejercicio, pero Naruto siempre se ocupó de que descansara y comiera bien. Fué intenso e intimidante, aún así, le ayudó a apreciar más las muestras de afecto que su pareja le daba y notar su devoción al cuidarlo, aunque también su parte ruda le gustaba.

Quedó en la cama sin importarle secar su cabello, desde bien temprano habían empezado con las sesiones y a las dos de la tarde ya le dolía todo el cuerpo. Ni los ensayos de ballet eran tan exigentes. A las seis tocaron insistentemente a su puerta, y extrañado, pues Naruto solía entrar sin más, se levantó y después de ponerse un albornoz, abrió. Una muchacha de cabello castaño y sonrisa enorme lo saludó.

—Buenas tardes, señorito, soy Tenten; el señor Namikaze me contrató para alistarlo— explicó ella, Sasuke bajó la vista y notó que traía una caja enorme en sus manos y una maleta oscura detrás.

—Eh... no sabía que...— murmuró confundido y pasó por su lado al sentir la voz de Naruto en el salón. Apoyado en la baranda observó como él caminaba por la sala de estar con el teléfono al oído.

—¿Señorito...?— llamó la chica.

—Sí... perdona— murmuró y regresó a la habitación con una sonrisa. Naruto había decidido llevarlo a la fiesta.

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—Si Temari lo viera...— exclamó Shikamaru, dejando una caja pequeña y aterciopelada sobre su escritorio.

—Dile que te premie— mencionó Naruto con diversión.

—Sí, claro— bufó sarcástico —Aún estoy sorprendido de que lo hayas hecho tu sumiso— el rubio no respondió a las palabras de su asistente, sinó que observó el contenido de la caja —¿Es de tu agrado?

—Sí, es perfecto— dijo en voz baja.

—Bien, entonces me voy, también debo alistarme. No lleguen tarde, sé que te gusta hacer la gran entrada— rió.

—Intentaré ser discreto.

—¿Con ese chico?— rió —Haré como que te creo.

Naruto negó y despidió a su amigo; todavía tenía dudas de si asistir o no, pero después de todo el esfuerzo de Sasuke, sería muy bajo de su parte negarle ir a la fiesta. Aunque sabía que se estaba metiendo en una guarida de leones.

Regresó a la habitación de invitados que había estado ocupando esos días, y después de un largo baño y afeitarse, secó su cabello. Se vistió con una camisa negra, dejando el primer botón abierto, y unos pantalones de vestir del mismo color. Un reloj fino y carísimo completaba su atuendo sencillo. Antes de ir a la habitación de Sasuke, tomó la caja de terciopelo y justo antes de tocar, salió la estilista que había contratado.

—¿Está listo?— preguntó.

—Sí, señor Namikaze— respondió ella con una sonrisa —El señorito quedó felíz con su atuendo.

—Gracias, ya puedes irte— la chica asintió y se alejó con su maleta.

Apenas lo reconoció, aunque él mismo había elegido la ropa que llevaba. Sasuke estaba frente al espejo, usando un finísimo kimono negro con bordados en rojo y dorado. El obi, también imitando el preciado metal, enmarcaba una figura delgada y grácil. El cabello negro había sido recogido en un moño elaborado, dejando su nuca y cuello descubiertos, debido al escote flojo de la prenda. También estaba maquillado, de una manera sencilla, pero que resaltaba sus rasgos asiáticos.

Cuando se giró, sonrió al ver la expresión de Naruto.

—Se te caerá la baba— bromeó y éste rió, algo avergonzado.

Are you real? (¿Eres real?)— murmuró incrédulo, acercándose para rozar su mejilla con un dedo —Justo cuando pensaba que no podía estar más enamorado de tí.

—Basta...— protestó avergonzado y regresando al espejo —Estoy usando un vestido.

—Lo sé.

—Y es precioso— sollozó —Tenten me dijo que tú lo escogiste.

—Así es.

—Gracias... gracias, Naruto— murmuró sincero, deslizando sus manos por el obi.

—Imaginé que te sentirías más cómodo así, y necesito que seas fuerte hoy— mencionó y le enseñó la caja.

—¿Qué es eso— preguntó con curiosidad.

—Tu collar.

En su rostro apareció una expresión de asombro y después de tomar la caja, la abrió. Una gargantilla de dos dedos de ancho, cubierta por diamantes negros en su totalidad, brilló con la luz del atardecer que entraba por las ventanas.

—Naruto, ésto cuesta una fortuna...— jadeó —No se parece en nada a los otros, digo... ¿Es del primer nivel?

—Del segundo, es un collar de Entrenamiento— respondió, tomando la joya y colocándose detras de él. Ambos miraron al espejo cuando se la puso, y luego el rubio deslizó sus dedos sobre los diamantes y su escote —Te queda perfecto.

—Entonces... ¿Soy tu sumiso?— preguntó, mirando directamente sus ojos por el reflejo.

—Sí... y no— se encogió de hombros, haciendo que Sasuke se volteara.

—No entiendo— confesó con sus finas cejas fruncidas.

Naruto tomó su mano y tiró de él, hasta que se sentó en la cama y lo acomodó en una de sus piernas.

—No quiero una persona que me obedezca siempre, te quiero a tí, como eres y fuiste desde que te conocí. Me gustan muchísimo nuestras sesiones, las disfruto, y hasta cierto punto las necesito; pero tú eres más valioso que todo eso. Si quieres ser mi sumiso una noche, entonces sélo; si quieres una pelea de almohadas o que te prepare el desayuno, pues pídelo. Amo nuestra relación, ya te lo dije antes, y no la quiero cambiar.

—¿No te gusto más ahora?— Naruto negó.

—Te amaré como quiera que seas— Sasuke sonrió con las mejillas rojas y le dió un beso delicado sobre los labios.

—Yo también te amo— Naruto asintió satisfecho —Respecto a la fiesta...

—Te enseñé como comportarte, no te separes y cumple las reglas en todo momento ¿De acuerdo?— ordenó.

—Sí.

—Recuerda que solo me debes obediencia a mí— Sasuke asintió —Si te quieres ir en cualquier momento, solo me dices.

—Sí... sé que me cuidarás— Naruto suspiró y luego dejó un beso en su mejilla.

Always... (Siempre...)

SWEET (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora