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En un auto negro y lujoso, Naruto condujo por una hora hasta llegar a una mansión que a Sasuke le recordó mucho a la de los Namikaze, pero el terreno era más pequeño. El rubio aparcó frente a una escalinata y suspiró, tomándose un minuto antes de bajar. Miró a su pareja, quién debido a su nerviosismo y la enfermedad, ahora mantenía un semblante inexpresivo, incapaz de darle una sonrisa de apoyo.

—¿Sabes qué...?— preguntó de manera retórica —Quiero una recompensa por ésto.

El chico levantó una ceja, extrañado por su petición repentina.

—¿Qué cosa?

—Aún no lo sé, pero recuerda que me debes una— sonrió con malicia y bajó del auto.

Sasuke tomó la mano que le ofreció, y luego vió como entregaba las llaves a un sujeto con traje negro.

Aún desde afuera se escuchaba la música; electrónica, pero no estridente. Las luces rojas y azules resplandecía en las ventanas, pero cuando entró, notó que no eran lo suficientemente molestas como para no reconocer a las personas.

Sasuke apretó el brazo de Naruto ante la visión; al igual que varios invitados llevaban trajes o vestidos finos y relativamente normales, otros iban prácticamente desnudos. Algunos tenían arneses y era fácil diferenciar a los amos de los sumisos. Los primeros, todos, si eran hombres, iban con camisa negra, y la dominas con ropa de látex, también negra, o roja. Algunos sumisos llevaban incluso máscaras que no permitían ver sus rostros, cadenas en el cuello, grilletes, incluso vió uno con una especie de jaula para pájaros en la cabeza.

Los gustos eran tan diferentes y bizarros que agobiaban, pero cuando reaccionó, notó de inmediato las miradas indiscretas sobre ellos.

Una mujer rubia con una coleta alta y que vestía un mono de látex negro enterizo, se acercó, haciendo sonar sus tacones de aguja y moviendo unas exuberantes curvas. Sonrió y saludó a Naruto con un beso en cada mejilla.

—No puedo creer que estés aquí, éste chiquero ha subido de nivel con solo aparcar tu auto en la entrada— dijo, y el rubio negó.

—No exageres, Temari— rodó los ojos con diversión, y luego la rubia miró a Sasuke de pies a cabeza.

—Madre de Dios, me dijiste que era genderqueer andrógino, pero ésto es otro nivel— Sasuke miró a Naruto, no sabiendo como responder al supuesto halago —¿Puedo?— le preguntó ella, con la intención de hablar directamente con el chico, y el rubio asintió —Hola, Sasuke, no sé si Naruto ya te informó que soy la anfitriona del club.

—No lo ha mencionado— dijo serio y ella soltó una risita forzada.

—Eso imaginé, de igual manera te doy oficialmente la bienvenida. Ya tu amo te inscribió en la tarde y pagó la membresía; fué a una alegría para nosotros tenerlo de vuelta, sobre todo con una sumisa tan bella como tú.

—Gracias— correspondió con simpleza y luego desvió su mirada cuando se acercó un hombre que ya conocía, y justo por eso le extrañó mucho verlo allí.

Shikamaru solo llevaba un pantalón, su cabello siempre atado en una coleta, estaba suelto, y en el torso desnudo se observaban dos piercing atravesando sus pezones. También notó una cadena con un candado alrededor de su cuello. No saludó como pensó que haría, sinó que se paró junto a Temari, en silencio y con la cabeza baja.

—Él es mi esclavo— dijo la rubia, respondiendo a su curiosidad —Y mi esposo también— soltó una carcajada —¿No es así, cariño?

—Sí, domina— dijo el asistente sumiso.

—Vayamos al reservado— ofreció la anfitriona, notando con diversión como Naruto clavaba fieras miradas a los dominantes que observaban demasiado a Sasuke —No te preocupes, está bien marcado— dijo ella, señalando la gargantilla de diamantes negros en su cuello.

SWEET (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora