CAPÍTULO 3

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BABI

Me despierto y dispongo de una hora para asearme, desayunar e ir a la oficina de gestión para ver mi horario. En cuanto lo tenga, iniciaré la búsqueda del asesino de mi madre.

Sé que está aquí, solo tengo que buscar los historiales delictivos de los mil reclusos que hay y observar cual de ellos pertenece a banda armada y delincuencia organizada.

Mi madre murió cuando yo tenía diecisiete años en un atentado terrorista en el centro comercial de Derby.

Lograron atrapar a los dos asesinos y días después dijeron en las noticias que se encontraban cumpliendo condena en esta prisión.

Por eso decidí meterme en la escuela profesional para llegar hasta aquí. No enseñaron sus rostros en ningún momento ni dieron nombres ni datos personales. Así que solo me queda buscar las fichas personales de cada uno hasta llegar a ellos.

El día de su funeral le hice una promesa a ella y al resto de mi familia. Prometí encontrarlos y acabar con la vida de ambos.

Sabía perfectamente que en esta prisión era posible acabar con ellos, pero para ello tuve que prepararme a lo grande. Pasé por miles de pruebas físicas y psicológicas y entrenamientos muy duros. A veces me derrumbaba, pero la promesa que hice era lo que me mantenía viva.

Jamás en mi vida he pensado en matar o hacer daño a otra persona, pero después de lo que hemos vivido mi familia y yo no me queda otra, y no me da ninguna pena quitar a dos escorias del medio.

En estos casos suele haber daños colaterales, pero tampoco me importa llevarme a otra persona por delante. Todos los que están aquí tienen motivos para estar enterrados, así que haré lo que tenga que hacer y no me temblará la mano en ningún momento.

Me observo en el espejo del baño antes de salir y siento que el uniforme me favorece. He de decir que siempre he tenido la autoestima alta. Se basa en un mono de color gris claro, así de simple. Manga larga y hasta los tobillos, aunque se me pega bastante al cuerpo y por lo tanto a las curvas que he adquirido estos años. Botas negras al estilo militar y llevo mi pelo rubio recogido en una coleta alta que me llega hasta la mitad de la espalda. Un poquito de rimel y cacao. Tampoco es plan de exhibirme, preferiblemente prefiero pasar desapercibida entre los presos.

'Si los voy a matar, que no lo vengan venir.'

Salgo de la habitación y me dirijo a la cafetería. Busco a lo lejos alguna mesa vacía pero no encuentro ninguna. Hay mas gente que ayer cuando vine a cenar.

Veo a Shana en una de las mesas y me hace un gesto con la mano indicándome que me siente con ella. Cojo una bandeja la cual trae una manzana y un vaso de leche.

'Genial, para empezar el día con fuerzas'.

En cuanto tenga un descanso pienso buscar una tienda de comida fuera de aquí y comprar para guardarlo todo en mi habitación, cual hormiga. No pienso morir de hambre.

Avanzo hasta que me siento frente a Shana, que sonríe.

– Un día mas aquí y seremos huesos – dice señalando las bandejas.

– Es una mierda – me quejo a la vez que le sonrío.

– Conozco un supermercado que está a unos quince minutos de aquí - levanta las cejas.

– Justo estaba pensando eso. Gracias por la información, en cuanto tenga un hueco libre voy a ir a comprar.

– Te acompaño si quieres. No pienso estar comiendo esta mierda cada día.

– Claro – le sonrío.

Verdaderamente no me importa pasar algo de tiempo con ella. Pienso que si no socializo con alguien voy a acabar mas loca de lo que según mi padre estoy.

CELDA 001 [+21] [LIBRO 1] [TERMINADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora