CAPÍTULO 62

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BABI

Veo el nombre de Shana en la pantalla del móvil y sonrío. Se fue hace solo dos semanas y ya la echo de menos.

– Hola – respondo alegre.

– Perdón por no llamar antes – suspira – hemos tenido un lío de cojones.

– ¿Que ha pasado? - digo mientras me siento en el sofá.

– Nada grave. Voy para allá – dice.

– ¿Cuando? ¿Ahora?

– Si, ya estoy en el coche. Te cuento cuando llegue.

– Vale. ¿Nos vemos en casa de mi padre?

– Si.

– Ten cuidado.

Cuelgo y me quedo pensativa. Hoy no es su día de descanso así que me extraña que pueda salir. Ahora cuando la vea saldré de dudas.

Mi padre me manda un mensaje diciendo que nos quedemos a comer de paso. Voy hasta el gimnasio donde Varek se pasa la mayoría del tiempo.

– Barbie – sonríe cuando me ve.

– Vamos a casa a comer. Viene Shana – aviso.

– ¿Y eso? - pregunta confuso.

– Ni idea – me encojo de hombros.

– Bueno, mejor. Así la vemos.

Asiento y me pongo junto a él.

– Te hago compañía – digo mientras cojo una alfombrilla para hacer ejercicio.

– ¿Te ayudo? - pregunta burlón. No es la primera vez que nos ofrecemos ayuda para entrenar.

– Si pero no me distraigas – advierto.

– No sé porqué lo dices – se hace el tonto.

– Atento a las consecuencias – amenazo.

Me tumbo boca arriba y espero a que sujete mis pies para hacer fuerza y poder levantarme.

– ¿Lista? - pregunta.

– Si – afirmo.

Voy a hacer el primer abdominal pero me empuja por el pecho y caigo de nuevo.

– ¿Que haces tonto? - pregunto indignada.

– Una norma – sonríe.

– He dicho que no quiero distracciones – repito.

– No es una distracción. Es una motivación.

– ¡Dilo ya! - me estreso.

– Cada vez que subas, quiero un beso.

– ¿Es una motivación para mi o para ti? - pregunto riendo.

– Para los dos – afirma.

– Bueno venga.

Respiro hondo y empiezo a subir y a bajar. Le doy un beso cada vez que llego arriba y la verdad es que me motiva a seguir. Hacer deporte con él es mucho mejor.

A medida que avanzo voy mas despacio, me gusta saborear sus labios. Al final está siendo un poco distracción.

– Aguanta un poco más – pide.

– ¿Otros cincuenta? - pregunto jadeando.

– Si puedes – me sonríe.

Claro que puedo. O por lo menos lo voy a intentar.

– Deja de hacer eso – le pido.

– No quiero. Demuéstrame que puedes hacerlo.

Resoplo y dejo que me muerda el labio cada vez que nos encontramos. Esto se está poniendo difícil. Tengo sudor por todos lados y no exactamente por el ejercicio.

CELDA 001 [+21] [LIBRO 1] [TERMINADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora