KIHYUN

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Llevaba meses sintiéndome egoísta e inútil, incapaz de avanzar, pero no sabía cómo cambiarlo. Un día, con los ojos hinchados y rojos de tanto llorar, me vi poniéndome un chubasquero para evitar que el dolor pudiese mojarme y, de algún modo, entendí que la felicidad, la risa, el amor y todas las cosas buenas entre las que había vivido siempre tampoco podrían tocarme.

Una vez leí que los sentimientos tienen cierta mutabilidad: es posible que el dolor se transforme en apatía, por ejemplo, y que se manifieste de una manera diferente, a través de otras sensaciones. Yo había provocado eso, había logrado que mis emociones permaneciesen agarrotadas, congeladas, a un nivel que me resultaba soportable de manejar. Y sin embargo…, Hyungwon había agujereado mi chubasquero en menos de tres semanas. Lo había temido desde el principio; tanto, que no quería volver a su casa, a ese sitio tan suyo que hacía que me sintiese acorralado.

Supongo que aún estaba pensando en eso cuando la última noche antes de volver a marcharse Hoseok me propuso cenar una pizza y ver una película.

Mi primer impulso fue decir «no». El segundo impulso fue salir corriendo para encerrarme en mi habitación. Y el tercero…, el tercero habría sido algo parecido si no hubiera sido porque las palabras de Hyungwon sobre el esfuerzo que estaba haciendo mi hermano por mí se repitieron en mi cabeza. Me tembló la voz cuando pronuncié un «sí» bajito. Hoseok sonrió, se inclinó hacia mí y me dio un beso en la frente.

Nunca Fuimos 1° Parte // HyungKi (Ad2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora