KIHYUN

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Él nunca le contó a Hoseok lo que ocurrió la noche que fuimos al Bluesfest.

Esa semana con mi hermano fue un descanso mental, sin presiones, sin nadie pisándome los talones a cada paso que daba. Hyungwon me asfixiaba. Era como si todas las emociones que tanto me esforzaba por mantener controladas se desbordasen cuando él estaba cerca, y ya no sabía cómo lidiar con ello. Cada vez que daba un paso atrás, Hyungwon me empujaba hacia delante.

—He estado pensando… —me dijo mi hermano el sábado, un día antes de volver a marcharse, mientras se secaba el pelo con una toalla—. ¿Te apetece que salgamos a comer? Podríamos dar una vuelta.

—De acuerdo.

—Vaya, no me lo esperaba.

—¿Y por qué has preguntado?

Hoseok se echó a reír y yo sentí un cosquilleo en el pecho. Mi hermano era…, era increíble. Tan leal. Tan hecho a sí mismo. Cuando el nudo que tenía en la garganta se hizo más fuerte me obligué a mantener esos sentimientos bajo control. Pude hacerlo. Porque él no era Hyungwon. Él no tiraba más y más llevándome al límite, sino que me dejaba ese espacio que tanto necesitaba para no ahogarme.

Paseamos sin hablar por las calles de Byron Bay y terminamos delante de Miss Margarita, un restaurante bonito y pequeño de comida mexicana al que a veces íbamos con nuestros padres. Hoseok me cogió de la mano cuando me quedé parado, dubitativo.

—Vamos, Kihyun. Seguro que Hyungwon te está matando de hambre con esa mierda suya de ser vegetariano. No me digas que no se te hace la boca agua al pensar en un taco de carne.

Nos sentamos en una mesa de la terraza. Desde allí, al final de la calle en la que había un par de tiendas, se distinguía el azul del mar.

Pedimos tacos y burritos para compartir.

—Humm, joder, esto sí que vale cada dólar que cuesta —dijo mi hermano mientras se relamía tras darle un bocado—. No te puedes ni imaginar lo malo que es ese mexicano que está al lado del curro. La primera vez estuve a punto de pedir que me devolviesen el dinero, pero, ya sabes, era el nuevo y no quería montar el numerito delante de los demás. —Se chupó los dedos—. Me flipa esta salsa.

—¿Las cosas van bien por allí?

No le había preguntado demasiado por su trabajo. No porque no me interesase, sino porque me sentía tan culpable, tan mal… Saber que mi hermano estaba desperdiciando su vida, haciendo todo lo que jamás quiso hacer para cuidar de mí…

—Sí, todo bien, claro.

—Te conozco, Hoseok.

—Hay días y días. No es como Byron Bay, nada lo es, ya lo sabes. — Suspiró y me pasó la mitad del burrito—. Y hay una chica que a veces me complica las cosas.

—¿Qué chica?

—Mi jefa. ¿Quieres oír algo divertido? A cambio de que sonrías como lo has hecho antes.

Sonreí en respuesta porque no pude evitarlo al ver cómo le brillaban los ojos y lo relajado que parecía recostado sobre el respaldo de la silla.

—Así me gusta. Estás precioso cuando lo haces, ¿lo sabías?

—No cambies de tema —dije un poco incómodo.

—Está bien. Pero no se lo dirás a nadie.

—Claro que no.

—Trato de hermanos.

—Trato —contesté, aunque sabía que solo estaba haciendo todo aquello para alargar la conversación un poco más y mantener mi atención.

Nunca Fuimos 1° Parte // HyungKi (Ad2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora