—Hagamos algo de la lista. Caminar descalzos.
—Es de noche —apunté todavía confundido.
—¿Qué más da eso? Venga, Kihyun.
Enmudecí al ver que Hyungwon no me soltó de la mano mientras dejábamos atrás los escalones del porche y caminábamos por el sendero. En teoría, debería haber estado concentrado tan solo en las pequeñas piedrecitas que notaba en la planta de los pies o en el tacto delicado de la hierba cuando avanzamos un poco más, pero en la práctica no podía ignorar su mano, sus dedos, su piel. Me dio un vuelco el corazón, como si dentro del pecho no tuviese suficiente espacio, como si se agitase pese a estar gritándole que no lo hiciese.
—Dime qué estás sintiendo —susurró Hyungwon.
«Te estoy sintiendo a ti», quise responder.
—No lo sé…
—¿Cómo no vas a saberlo? Kihyun, no pienses. Solo intenta concentrarte en este momento.
Caminábamos despacio. Él un poco más adelantado y tirando de mí con suavidad, sin soltar mi mano.
«¿Qué estaba sintiendo?» Sus dedos; largos, cálidos. El suelo alfombrado de hierba húmeda que me hacía cosquillas en los pies. Su piel contra la mía, rozándose a cada paso.
Un tramo del sendero más áspero, más seco. Su uña suave bajo la yema de mi pulgar. Y al final, la arena. Arena por todas partes, los talones hundiéndose en la superficie templada.Solo entonces comprendí lo que Hyungwon pretendía. Durante esos minutos que duró el paseo, lo había sentido todo. Pero estando allí. Había sentido desde la realidad de ese momento, no a través de la ventanilla rota de un coche que se había salido de la calzada.
Me senté en la arena. Hyungwon también.
El sonido del mar nos arropó y se quedó con nosotros durante un rato, hasta que él suspiró y comenzó a juguetear distraído con la arena.—Cuéntame algo que no le hayas dicho a nadie más.
«Un día te dije que te quería, pero tú solo escuchaste “todos vivimos en un submarino amarillo”.»
El recuerdo me azotó como si llevase años adormecido y de repente intentase abrirse paso aferrándose a paredes llenas de instantes que había creído olvidar. Y a veces, al encontrar cajas cubiertas de polvo, descubrimos fotografías que siguen despertando sentimientos, esa piedra con forma de corazón que un día lo significó todo, esa notita arrugada tan especial, esa canción que siempre sería «la nuestra» a pesar de que él no lo supiese. Hundí los dedos en la arena intentando ignorar aquel recuerdo y me zambullí en otro más doloroso y difícil, como si todos se conectasen entre sí y al despertar fuesen como fichas de un dominó cuando golpeas la primera, cayendo en cadena.
—¿Quieres saber qué fue lo que sentí cuando salí a la calle poco después de lo que ocurrió? —pregunté inseguro, y Hyungwon asintió—. Hacía sol. Lo recuerdo como si hubiese sido ayer. Me quedé delante de la puerta del apartamento de Hoseok, mirándolo todo e intentando encajarlo. Un hombre sonriente pasó por mi lado, tropezó y me pidió perdón antes de seguir su camino. Delante había una mujer empujando un cochecito de bebé y llevaba una bolsa de la compra en la mano; lo sé porque era incapaz de dejar de mirar las zanahorias que sobresalían. Había un perro ladrando a lo lejos.
No sé si Hyungwon era consciente de que ese momento que le estaba regalando ni siquiera había sido capaz de dármelo a mí mismo, de masticarlo en soledad. Porque era más fácil así, con él, con los sentimientos que brotaban cuando estaba cerca enredándose con los otros, esos más complicados que no quería ni mirar.
—Sigue, Kihyun. Quiero entenderte.
—Yo solo…, solo vi todo eso y me pregunté cómo era posible que nada hubiese cambiado. Parecía irreal. Casi una broma. Supongo que es lo que pasa cuando un mundo se para, no solo por algo así, también por una ruptura, por una enfermedad… Es como sentir que estás congelado mientras todo se mueve. Y creo…, creo que cada uno de nosotros vivimos dentro de una burbuja, muy centrados en nuestras cosas, hasta que de pronto un día esa burbuja estalla y quieres gritar y te sientes solo y desprotegido. —Tragué saliva para deshacer el nudo que me oprimía la garganta—. Fue como ver las cosas a través de otra perspectiva, más lejana y borrosa, todo en blanco y negro.
—Y tú siempre pintas lo que sientes —susurró Hyungwon, y me gustó que pudiese colarse dentro de mí, entenderme y descifrarme incluso cuando a veces yo mismo no sabía por qué hacía las cosas; como aquello, la ausencia de color, la necesidad de que fuese así.
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Nunca Fuimos 1° Parte // HyungKi (Ad2)
Hayran KurguBienvenidos queridos lectores. Segunda adaptación, espero que les guste. Más detalles dentro de la historia (≧▽≦). * Hyungwon x Kihyun * Primera parte de mi segunda adaptación * Contenido BL, si no es de su agrado siga su camino.