HYUNGWON

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Puse un vinilo de los Beatles.

Kihyun me sonrió cuando volví a la terraza con dos mojitos más en la mano y le tendí uno mientras la música envolvía la noche. Me encendí otro cigarro, sin apartar la mirada del cielo lleno de estrellas que parecían temblar al ritmo de las notas.

—¿Está siendo como esperabas?

Él se estiró.

—Sí. Gracias, Hyungwon.

Me gustó verlo así, tan centrado en ese mismo instante, sin pensar en nada más, con la cabeza vacía del caos que normalmente lo llenaba. Llevaba el cabello alborotado, más largo de lo normal, y cuando se puso en pie se tambaleó un poco. Lo agarré de la cintura.

—Estoy un poco mareado —se rio.

—Ya has bebido bastante.

Tenía los ojos brillantes y eran como un mar de color turquesa. Me perdí en ellos unos segundos mientras él se movía con lentitud, cada vez más cerca. Entonces empezó a sonar Let it be y dejé que me rodease el cuello con las manos. Me dejé llevar. Alcé los brazos y deslicé los dedos despacio hasta alcanzar sus caderas y pegarlo más a mí, bailando lento, bailando bajo las estrellas en aquella casa alejada del resto del mundo.
Se puso de puntillas y sentí su aliento cálido contra la mejilla. Me estremecí antes de sujetarlo y mantenerlo quieto entre mis brazos, congelados en ese instante.

—Kihyun…, ¿qué haces? —susurré en su oreja.

—El beso. Solo… regálame eso.

—Estás borracho.

—Tú también. Un poco.

—No sabes lo que quieres…

—Sí que lo sé. Siempre lo he sabido.

Él se frotó contra mí, y al sentir una punzada de deseo, pensé que, joder, había bebido demasiado. Eso y que era un jodido cabrón. Tomé aire con brusquedad.

—Olvídalo. Es una puta locura.

—Solo es una emoción más, Hyungwon.

—¿Por qué no se lo pides a alguien más?

—Seguro que nadie besa como tú.

—Seguro… —susurré mirando su boca.

—¿Me estás dando la razón?

Me reí y lo hice girar a mi alrededor.

—No, solo soy sincero. Es un hecho.

—Vale, me quedaré eternamente con la duda.

No me gustó cómo sonaba eso, «eternamente» parecía mucho tiempo.

Nos movimos juntos; intenté mantenerme alejado de él, pero no lo conseguí. Cuando llegó el estribillo, Kihyun cerró los ojos dejando que lo guiase. No sé si fue porque los dos habíamos bebido o porque tenerlo tan cerca me nublaba la razón, pero aflojé las riendas y me permití ser yo mismo, el que no pensaba en normas ni consecuencias, el que solo vivía el presente y nada más.

—Está bien. Solo un beso. Uno.

—¿Lo dices en serio? —me miró.

—Pero mañana no lo recordaremos.

—Claro que no —murmuró.

—Cierra los ojos, Kihyun.

Respiré hondo y me incliné despacio hacia él. Fue apenas un roce suave, pero me calentó por dentro. Dejé aquel beso en la comisura de sus labios y me aparté mientras Kihyun fruncía el ceño desilusionado.

—¿Eso es todo? ¿Ya está?

—¿Qué coño esperabas?

—Un beso en condiciones.

—No me jodas —gruñí.

Y luego, un poco frustrado, volví a besarlo.
Esa vez de verdad. Nada de un roce, nada de una caricia temblorosa.
Acogí su rostro entre mis manos, sujetándolo por las mejillas, y le mordí la boca. Apresé su labio inferior con los dientes antes de dejarlo resbalar entre los míos. Kihyun gimió en respuesta. Un puto gemido que fue directo hasta mi entrepierna. Alejé la excitación cerrando los ojos. Él sabía a lima y a azúcar y, en medio de aquella locura, decidí que hundir la lengua en su boca era una idea cojonuda. Algo se agitó en mi estómago al rozar la suya, al ser consciente de que estaba besando a Kihyun y no a una persona cualquiera, de que, joder, de que estaba sintiendo, de que estaba cometiendo un gran error… Me aparté de golpe.

Kihyun me miró en silencio mientras yo recogía los vasos y el paquete de tabaco que había dejado sobre la barandilla de madera.

—¿Te vas? —preguntó.

Asentí y me alejé de él.


El corazón seguía latiéndome rápido cuando me metí en la ducha y dejé que el agua fría me despejase. Pensé que había sido una insensatez beber y bajar así las defensas. Pensé que besarlo tendría que haber sido desagradable. Pensé que tenía que dejar de empalmarme por culpa de él. Pensé que debería haberlo visto venir. Pensé…, pensé tantas cosas… Y ninguna tenía sentido ni lo explicaba.

Me tumbé en la cama aún confundido.
Estuve horas dando vueltas sin poder dormir, buscando la manera de encajar la escena. Parecía irónico que yo intentase aclarar los pensamientos de Kihyun y que él se dedicase a enredar los míos.

Suspiré hondo recordando su jodido sabor.
Nunca había entendido por qué la gente les da tanta importancia a los besos; es solo un contacto entre dos bocas. Yo sentía más conexión con el sexo. El placer. Una finalidad. Un acto con un principio y un final. En cambio, eso no existe en los besos, ¿cuándo debe terminar?, ¿cuándo parar?
No es instintivo, es emocional. Era todo lo que nunca logré ser, y al besarlo a él me di cuenta de que llevaba media vida equivocado. Un beso es… intimidad, deseo, temblar por dentro. Un beso puede ser más devastador que un maldito orgasmo y más peligroso que cualquier otra cosa que hubiese podido decirme con palabras. Porque ese beso…, ese beso se iba a quedar conmigo para siempre, lo supe en cuanto cerré los ojos tras el primer roce.

Nunca Fuimos 1° Parte // HyungKi (Ad2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora