HYUNGWON

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Ni siquiera me había parado a pensar en el miedo que Kihyun pudiese sentir al decirle que iba a surfear en medio de la tormenta. Yo estaba acostumbrado. De hecho, era uno de mis momentos preferidos; el mar agitado, la lluvia rompiendo la superficie, el caos a mi alrededor y las olas más altas de lo normal debido a las corrientes.

Pero ese punto rojo, ese grano en el culo… Bueno, casi me hacía creer que había valido la pena.

Kihyun no salió de la habitación hasta la hora de cenar. Preparé una ensalada y dos sopas de sobre de esas que mi madre traía cada vez que venía de visita como si quisiese ir acumulándolas por si se desataba el apocalipsis y nos quedábamos atrapados o algo así.

Seguía lloviendo, así que cenamos en el salón mientras escuchábamos el vinilo de los Beatles que giraba en el tocadiscos. Él estuvo concentrado en su plato hasta que se lo terminó y contestó a todas mis preguntas con monosílabos. Fregó los platos mientras yo me preparaba el té. Una vez volvimos al sofá, cogí un papel.

—Necesitamos hacer más cosas —dije—. Como, no sé, ¿qué pasa con esas piruletas de fresa? Antes te encantaban, ¿no? Siempre llevabas una en la boca.

—No lo sé. Ya no —respondió.

—¿Y qué te apetecería que apuntásemos en la lista? Ahora tienes carta blanca. Y es divertido, ¿no? Tú y yo juntos haciendo lo primero que se te pase por la cabeza.

—Quiero bailar Let it be con los ojos cerrados.

—Es una idea genial. Hecho. —La apunté.

—Y también quiero emborracharme.

—¿Quién soy yo para impedirlo? Eres mayor de edad. De acuerdo. Me gusta que estés participativo. ¿Qué más podemos hacer? —Me llevé el bolígrafo a la boca—. A ver, cosas que hagan sentir, dejar de pensar…

—Un beso. —Kihyun me miró—. Tuyo —aclaró.
Se me subió el puto corazón a la garganta.

—Kihyun… —Mi voz era un susurro ronco.

—No es para tanto. Solo una emoción más…

—Eso no puede ser. Pensemos en otra cosa.

—¿No eras tú el que no les daba más importancia a las cosas que la que tenían? Es solo un beso, Hyungwon, y jamás se enterará nadie, te lo prometo. Pero quiero…, quiero saber cómo es, qué se siente. ¿Qué más te da? Si tú besas a cualquiera…

—Por eso. Porque son cualquiera.

—Está bien, olvídalo. —Suspiró dando la batalla por perdida.

Jugueteé con el bolígrafo entre los dedos.
—¿A qué ha venido eso, Kihyun?

Él alzó el mentón. Respiró hondo.

—Ya lo sabes, Hyungwon. Que antes yo…, que hace años…

—Déjalo, no me lo digas. Ahora vuelvo.

Me levanté para ir a fumarme un cigarro.
Seguía lloviendo a cántaros cuando me apoyé en la barandilla de madera y expulsé el humo de la primera calada. La oscuridad lo envolvía todo y parecía amortiguar el ruido de la tormenta. Suspiré hondo, cansado, frotándome el mentón.

Pensé en el chico que tenía dentro de casa. En lo complicado que era. En tantos nudos que había ido desenredando poco a poco sin saber los que todavía me quedaban por descubrir.
Y al mismo tiempo me gustaba eso.
El desafío. El reto. Era casi una provocación.
Apagué el cigarro justo cuando la gata apareció en el porche. Estaba empapada y más delgada que nunca. Me miró y maulló.

—Bueno, un día es un día, supongo que puedes quedarte a pasar la noche. —Le abrí la puerta y, como si lo hubiese entendido, se sacudió y luego entró.

—¡Pobrecita! —Kihyun se acercó.

—Iré a por una toalla.

La secamos entre los dos frotándola mientras ella nos bufaba de vez en cuando o hacía el amago de darnos un zarpazo.

—¿Sabes a quién me recuerda?

—Muy gracioso —replicó Kihyun.

—Tenéis mucho en común.

—Voy a darle algo de cenar.

Le sirvió un plato con los restos de sopa y la gata se lo terminó mientras ambos la observábamos sentados sobre el suelo de madera del salón. Me tumbé, dejándome caer hacia atrás con las manos debajo de la cabeza.
Empezó a sonar Day tripper y la tarareé distraído mientras él sonreía y se relajaba; el momento de tensión que habíamos vivido quince minutos atrás se disipó.

—Buscaré algo de ropa vieja para que duerma.

—No, me la llevaré a mi habitación —dijo.

—¿Estás bromeando? Yo no me fiaría de ella. Ya sabes, parece dulce cuando quiere, pero podría sacar las garras en cualquier momento. ¿Nunca hemos hablado de por qué los gatos son tan increíbles?

—No, no es un tema sobre el que charlemos a menudo.

—Pues deberíamos. Son independientes, curiosos y dormilones. Las tres claves de una vida feliz. Son salvajes y solitarios, pero se dejan domesticar por mera comodidad. En los inicios, la cosa debió de ser algo así: «Eh, humano, yo finjo que soy civilizado y tú a cambio me atiborras de comida, me proteges y me cuidas. Hecho». —Kihyun se echó a reír y yo me estiré más en el suelo, justo como haría un gato perezoso—. No te rías, es verdad.

—Pienso intentar dormir con ella.

—Está bien. —Me puse en pie—. Si te ataca y necesitas ayuda, tú grita e iré a buscarte.

Él puso los ojos en blanco.

—Buenas noches, Hyungwon.

—Buenas noches.

Nunca Fuimos 1° Parte // HyungKi (Ad2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora