HYUNGWON

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Después de aquella noche en la playa, Kihyun volvió a encerrarse en sí mismo.

No quiso decirme por qué y yo tampoco insistí demasiado y lo dejé tranquilo durante unos días. Por las mañanas, antes del instituto, siguió acompañándome a hacer surf. Y por las tardes, cuando terminaba de trabajar y él de estudiar, pasábamos un rato juntos en la terraza leyendo, escuchando música o tan solo compartiendo el silencio.

A pesar de no evitarnos, apenas hablábamos.
Kihyun se puso a pintar el viernes por la noche. Yo estaba dándole el último trago al té con un libro en la mano cuando lo vi ponerse en pie con lentitud y acercarse al lienzo en blanco. Lo observé de reojo, tumbado en la hamaca a un par de metros de distancia. Él cogió un pincel, abrió la pintura negra y respiró hondo antes de permitir que lo que fuese que tuviese en su cabeza saliese. Lo contemplé maravillado, atento a los movimientos suaves de sus brazos, a la fuerza con la que sus dedos se aferraban al pincel, a sus hombros tensos y al ceño fruncido, a esa energía que parecía empujarlo a dibujar un trazo y luego otro y otro más. Controlé las ganas de levantarme para ver lo que estaba haciendo cuando vi que mezclaba la pintura y creaba diferentes tonalidades de gris.

Yo también me había sentido así alguna vez, pero hacía tanto tiempo que ya era incapaz de recordar la sensación exacta. Había sido en el estudio de Douglas, algunas tardes que pasaba con él allí, sintiendo…, sintiéndolo todo, quizá porque por aquel entonces no pensaba demasiado y tampoco me importaba el resultado final, hacerlo bien o mal. Me bastaba con hablar un rato con él tomándome una cerveza y dejar que las cosas fluyesen.

Cuando Kihyun terminó, me levanté.

—¿Puedo verlo? —pregunté.

—Es horrible —me advirtió.

—Vale, intentaré soportarlo.

Una sonrisa tiró de las comisuras de su boca mientras me acercaba y contemplaba el cuadro. Había un punto en el centro, redondo y solo, congelado en medio de un remolino de pintura que giraba a su alrededor; la burbuja y el resto del mundo siguiendo su curso. Por una vez, no me fijé solo en el contenido, también en la técnica, en cómo había plasmado el movimiento circular; tan real, tan él.

Una vez Douglas me dijo que lo complicado de la creatividad no es tener una idea o ver una imagen en tu cabeza que deseas dibujar, lo jodido es volcar todo eso, hacerlo existir, conseguir encontrar ese hilo conductor entre lo imaginario y lo terrenal para lograr expresar ese pensamiento, las sensaciones, las emociones…

—A mí me gusta. Me lo quedo.

—¡No! Este no.

—¿Por qué? —Me crucé de brazos.

—Porque para ti… haré otro. Algún día. No sé cuándo.

—De acuerdo, te tomo la palabra. —Estiré los brazos en alto—. No deberíamos tardar en acostarnos si mañana queremos ir a bucear.

—No me habías dicho nada —replicó.

—¿No? Bueno, pues te lo digo ahora.

Kihyun arrugó la nariz, pero no protestó y empezó a limpiar los pinceles y a guardar el material. Le di las buenas noches y lo dejé allí cuando entré en casa.


Julian Rocks era uno de los lugares más famosos para bucear y quedaba a escasos veinte minutos de casa. Cargamos parte del material en la zona trasera de la pickup, porque el resto lo alquilaríamos en un centro de buceo.

Arranqué el motor y subí el volumen de la música. Hacía un día agradable y la temperatura era suave y cálida a pesar del invierno. Mientras dejábamos atrás playas casi salvajes y selva tropical, recordé por qué me sentía tan atado a esa parte del mundo.

Nunca Fuimos 1° Parte // HyungKi (Ad2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora