HYUNGWON

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Era el penúltimo sábado de octubre cuando entré en casa de mis padres con su regalo de aniversario en la mano. No iban a celebrarlo hasta el siguiente viernes, cuando Hoseok estuviese de vuelta y fuésemos todos a cenar a casa de Hyunwoo y Emily, que se habían empeñado en organizarlo para que mamá no cocinase ese día. Así que sí, allí estaba yo, a las seis de la tarde llamando al timbre.

Mi padre abrió la puerta y me abrazó.
—¿Cómo va eso, chaval? Tienes buen aspecto.

—Tú también. Eh, me gusta ese colgante.

—Es un árbol cabalístico —sonrió orgulloso.
Lo acompañé dentro. Mamá salió a saludarme y me preguntó si quería tomar algo; cuando contesté que no, frunció el ceño.

—¿Nada? ¿Ni un poco de té?

—No. Estoy bien así.

—¿Tampoco zumo de naranja?

Puse los ojos en blanco y suspiré.

—Está bien, ponme uno de esos.

—Sabía que te apetecía —me guiñó un ojo.

Mi padre se sentó en su sillón y me preguntó por los últimos encargos que había tenido. Mamá me tendió el zumo unos minutos después y se sentó con las manos cruzadas sobre las piernas y una mirada de curiosidad.

—No quiero ser grosera, cielo, pero ¿a qué has venido? Me preocupas.

—¿Por qué todo lo asocias a algo malo?

—Créeme, cada vez que me llamaban de tu instituto rezaba para que fuese por una buena razón, una medalla deportiva o un sobresaliente inesperado, yo qué sé, pero nunca ocurrió. Me di cuenta de que solo acertaba pensando mal. Sabes que te adoro, mi vida, pero…

—Joder, eso fue como hace una eternidad.

—¡Esa boca!

—Solo quería traeros vuestro regalo de aniversario.

Me levanté para sacar el sobre algo doblado del bolsillo del pantalón. A mi madre le tembló el labio inferior cuando se lo tendí. Esperé nervioso mientras lo abría, intentando descifrar su expresión, pero era casi imposible porque estaba emocionada y sorprendida, pero también asustada y con el rostro tenso.
—Un viaje a Roma… —Alzó la mirada hacia mí—. ¿Nos has regalado un viaje a Roma?

—Sí —me encogí de hombros.

—Pero eso… es mucho dinero…

—Era tu sueño, ¿no?

Mi padre me miró agradecido.

—No sé…, no sé si podemos hacerlo… —Mamá dejó los billetes de avión sobre su regazo y se llevó la mano a los labios—. Está la cafetería y… cosas, tengo el concurso de tartas…

Papá respiró hondo y vi la determinación en sus ojos cuando se volvió hacia ella y le sostuvo el rostro por las mejillas. Quise levantarme y marcharme, dejarles aquel momento íntimo solo para ellos, pero era incapaz de moverme.

—Amor, mírame. Vamos a irnos. Y va a ser el primero de muchos otros viajes. Abriremos la cuenta de ahorros, subiremos a ese avión y empezaremos una nueva etapa, ¿me estás escuchando? Ya es hora de seguir, Georgia.

Ella asintió despacio, casi como una niña pequeña. A veces las emociones y la forma de asimilarlas tienen poco que ver con la edad. Pensé en eso y en las diferentes maneras que cada uno de nosotros tenemos de aceptar un mismo hecho, la pérdida. Supongo que, de algún modo, la vida consiste en intentar saltar los baches que aparecen y pasar el menor tiempo posible tirado en el suelo sin saber cómo levantarte.

Me puse en pie. Mis padres insistieron en que me quedase un poco más, pero me despedí con un beso tras decirles que nos veríamos el viernes por la noche, porque sabía que necesitaban estar a solas, y yo… quería volver con él.
Quizá porque lo echaba de menos. Quizá porque me había acostumbrado demasiado a compartir cada instante a su lado. Quizá porque sabía que en unos días todo podía cambiar.

Nunca Fuimos 1° Parte // HyungKi (Ad2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora