KIHYUN
Contemplé por la ventanilla el paisaje que dejábamos atrás mientras Hoseok conducía en silencio y me tragué las lágrimas cuando me di cuenta de que ya no tenía ningún lugar al que regresar. Byron Bay había dejado de ser nuestro hogar, porque allí quedaban pocas cosas por las que volver. Los señores Chae me habían asegurado que vendrían a visitarme a la universidad, que solo tenía que coger el teléfono si en algún momento necesitaba algo, que aquello se solucionaría…, pero una parte de mí sabía que no. Que hay cosas que, cuando cambian, no pueden volver a ser iguales. Parecidos, quizá. Eso sí. Pero no iguales. Ojalá la vida fuese como una pelota de plastilina, moldeable, manejable, algo sobre lo que la tristeza o las decepciones no dejasen marcas visibles.
Mi hermano aparcó delante de una tienda de muebles y decoración cuando llegamos a Brisbane y me cogió de la mano. Yo me estremecí ante la solidez y la seguridad del gesto.
—Vamos, enano, alegra esa cara.
Habían pasado casi dos meses desde la última vez que vi a Hyungwon a principios de noviembre, pero tenía la sensación de que hacía una eternidad.
Todavía seguía dolido con mi hermano por no haber podido entenderme, pero, aún peor, porque al final tuvo razón en muchas cosas. En demasiadas. De esas que son tan feas que uno no quiere verlas hasta que lo obligan a hacerlo, porque para mí Hyungwon siempre había sido perfecto, incluso con sus defectos, idealizado ante mis ojos en su alto pedestal, ese sobre el que lo miraba desde que era un niño, y en los últimos días no había dejado de darle vueltas, descubriendo que quizá él no era todo líneas curvas, precisas y limpias; también tenía aristas punzantes y ángulos en las sombras. No podía sacarme de la cabeza la frase que me susurró al oído aquella noche que regresó con los labios rojos por los besos de otra: «¿Sabes cuál es tu problema, Kihyun? Que te quedas en la superficie. Que miras un regalo y solo te fijas en el envoltorio brillante sin pensar en que puede que esconda algo podrido».
—Podrías ayudarme un poco —me dijo Hoseok asomándose por la ventanilla del copiloto.
—Ya voy. —Salí del coche.
Cogí el equipaje de mano y él se encargó de las dos maletas más pesadas. El cielo azul del mediodía se alzaba sobre las calles llenas de desconocidos. No pude evitar recordar que en aquella misma ciudad Hyungwon me había besado por primera vez de verdad, sin que yo tuviese que pedírselo, mientras bailábamos The night we met antes de terminar dentro de los servicios de aquel local descubriéndonos con las manos. Suspiré hondo, levanté la vista hacia el bloque de edificios de la residencia que a partir de entonces sería mi nuevo hogar, reparé en la tienda de muebles que teníamos delante y… sentí la necesidad. Fue un flechazo.
—¿Puedes…, puedes esperarme un momento?
—¿Ahora, Kihyun? Voy subiendo —contestó Hoseok.
—Vale. Iré enseguida.
Entré y fui directo al mostrador. Podría haber dado una vuelta por los pasillos, que estaban llenos de muebles preciosos, pero acababa de verlo en el escaparate y no tenía ojos para nada más. Pregunté por el precio a la mujer que me atendió y dudé cuando escuché la cifra, pero seguí el impulso y un minuto después entré en el edificio golpeándome en las costillas al darme contra la puerta principal. Ahogué una exclamación de dolor.
—¿Te has vuelto loco? —Mi hermano apareció.
—No, es solo que… me gustó. Mucho.
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Nunca Fuimos 1° Parte // HyungKi (Ad2)
FanfictionBienvenidos queridos lectores. Segunda adaptación, espero que les guste. Más detalles dentro de la historia (≧▽≦). * Hyungwon x Kihyun * Primera parte de mi segunda adaptación * Contenido BL, si no es de su agrado siga su camino.