HYUNGWON

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-No me jodas -mascullé.

-Esa boca, hijo. Menudos modales.

Mi madre entró en casa sin avisar, cargada con bolsas suficientes como para abastecer a un ejército y seguida por los gemelos, mi hermano, mi cuñada y mi padre. Era sábado, así que tardé un par de minutos en asimilar la escena mientras todos me saludaban.

-¿Qué demonios estáis haciendo aquí? ¿Y quién está en la cafetería?

-¡Demonios! -gritó Max, y su padre le tapó la boca como si acabase de decir «hijo de puta» o algo peor.

-Es festivo, ¿lo has olvidado?

-Evidentemente sí.

-¿Dónde está Kihyun?

-Durmiendo.

En ese momento él abrió la puerta de su habitación, todavía bostezando, y los gemelos se lanzaron a abrazarlo; quizá ellos eran los menos conscientes de que ese chico que antes se dedicaba a disfrazarlos y a jugar ya no era el mismo. Kihyun los acogió en sus brazos y dejó que mi madre le agobiase un rato.

-¿Por qué estáis aquí? -pregunté.

-Siempre alegre de vernos -ironizó Hyunwoo.

-Colega, tu madre ha pensado que podríamos pasar el día todos juntos y hemos intentado llamarte, pero tenías el teléfono apagado -dijo mi padre.

Mi madre resopló mientras vaciaba las bolsas.

-No llames a tu hijo colega.

-¿Acaso no lo somos? -Papá me miró.
Iba a contestar cuando mi madre me señaló.

-¿Para qué tienes ese aparato si nunca lo usas?

-Sí que lo hago. A veces. De vez en cuando.

-Es un ermitaño, déjalo -intervino Hyunwoo.

-Hoseok está harto de decirte que lo tengas enchufado y a mano. Vives aquí aislado y con un chico a tu cargo, ¿qué ocurre si os pasa algo? ¿Y si te tropiezas y te partes una pierna o estáis en el agua y os ataca un tiburón o...?

-¡Joder, mamá! -exclamé alucinado.

-¡Joder! -gritó mi sobrino Connor.

-Maravilloso -Hyunwoo resopló.

Por suerte, Emily se echó a reír, ganándose una mirada reprobatoria de mi hermano, que salió con los chiquillos a la terraza seguidos por mi padre, sonriente como de costumbre. Me quedé allí, todavía un poco desubicado, observando cómo mi madre guardaba cinco o seis envases de comida preparada en la nevera y una docena de sopas de sobre en la despensa. Kihyun preparó café mientras Emily hablaba con él y le preguntaba qué tal le estaba yendo este curso en el instituto.

-Te he traído vitaminas. -Mi madre agitó un bote lleno delante de mis narices.

-¿Por qué? Estoy bien.

-Seguro que puedes estar mejor.

-¿Tengo mal aspecto o algo así?

-No, pero nunca se sabe. La carencia de vitaminas es la causa de muchas enfermedades, y no solo el escorbuto por falta de la C, o la osteomalacia si no tienes la D, sino también otros problemas como el insomnio, la depresión, la indigestión. ¡Incluso la paranoia!

-Ah, de eso sufro mucho, mamá. A veces tengo paranoias en las que mi familia aparece en mi casa un sábado cualquiera sin avisar, pero luego se me pasa y respiro aliviado al darme cuenta de que estoy solo y todo son imaginaciones mías.

-No digas tonterías, hijo.

Me serví el segundo café del día y pregunté a voz en grito si alguien más quería; solo Hyunwoo respondió que sí. Se lo preparé y salí a la terraza, en la que terminamos reuniéndonos todos. Mi padre se había sentado en la hamaca con aire bohemio y empezó a decir cosas como «Huele a paz» o «Me encanta el rollo que tienes en tu casa».

Nunca Fuimos 1° Parte // HyungKi (Ad2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora