HYUNGWON

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—¿Otra ronda? Yo invito.

Hoseok chasqueó la lengua.

—No debería beber más.

—«No debería, no está bien, se me ha roto una uña», ¿qué coño ha sido de mi mejor amigo? Vamos, disfruta de la noche.

—Debería llamarlo para saber si lleva llaves.

—Vale, pues hazlo y zanja el tema de una vez.

Mi amigo se levantó de la mesa de madera pintada de rojo en la que acabábamos de cenar. Se alejó un poco para hablar con Kihyun, que por suerte, desde que había retomado su amistad con Blair, solía llevar el teléfono encima; no como me ocurría a mí, que era como si mi subconsciente se negase a ceder con ese aparato que me obligaba a estar localizable veinticuatro horas al día. Esa noche Kihyun había accedido a ir con mis padres, Hyunwoo, Emily y los gemelos a dar una vuelta por un mercadillo a las afueras de la ciudad, así que esperaba que Hoseok se relajase un poco.

—Vale, todo bien, volverá por su cuenta.

—¿Lo ves? No era tan complicado.

—Pídeme algo fuerte —Hoseok sonrió.

Como el buen amigo considerado que era, me acerqué a la barra. El servicio de cenas había terminado y una música ambiental flotaba en el local de aspecto bohemio, lleno de sillones de colores y estampados estrambóticos.
Saludé a uno de los camareros, que era un viejo compañero de clase, y pedí dos copas.

—Ponme al corriente antes de que me emborrache —dijo Hoseok relamiéndose tras dar un trago largo—. ¿Cómo van las cosas con Kihyun? ¿Todo normal?

«Se desnudó, me besó», recordé, pero ignoré ese pensamiento fugaz intentando que la imagen de su cuerpo se volviese borrosa. No lo conseguí.
Era un jodido demonio. Iría al infierno por no ser capaz de olvidar cada curva y cada jodido centímetro de su piel.

—Sí, todo genial, ya sabes, rutinario.

—Pero está mejor. Está diferente.

—A veces viene bien un cambio de aires.

—Puede ser. Es verdad. ¿Y tú cómo vas?

—Nada nuevo, bastante trabajo.

—Al menos, el tuyo es soportable. Te juro que un día me levantaré, iré a la oficina e intentaré suicidarme con la grapadora. ¿Cómo pueden no volverse todos locos dentro de esos cubículos? Son pequeñas cárceles.

Me eché a reír.

—En serio, no durarías ni dos días ahí dentro, con un montón de reglas y tocapelotas…

—Te recuerdo que hice las prácticas en una oficina.

—Ya, quizá se te haya olvidado que abriste un extintor y rociaste el despacho del jefe antes de marcharte riendo como un jodido demente.

—Culpable. Pero era un imbécil, se lo merecía. Fue una especie de acción poética en nombre de todos mis compañeros y de los futuros becarios que pasasen por allí. Deberían haberme creado un club de fans o algo así.

—Sí, eso te faltaba. Pide otra —alzó la copa vacía.

—¿Soy tu puto esclavo o qué? Te invito a cenar, te hago de niñera gratis, aguanto tus lloriqueos…

El camarero pasó cerca de nuestra mesa y Hoseok le pidió dos más mientras se reía.

—¿Sabes? Tampoco está tan mal el curro. Quiero decir, es una mierda porque no va conmigo, pero, bueno, uno se acostumbra y los compañeros son majos; los viernes solemos ir a tomar una copa al salir.

—¿Estás intentando sustituirme?

—¿Otro como tú? No, ni cobrando.

Di un trago y lo saboreé estirando las piernas.

—Oye, ¿tú no tenías un lío de faldas? ¿Cómo se llama?

—Bega. —Era un nombre aborigen.

—¿Y qué pasa con ella? —insistí.

—Nada. Que me la tiro. A veces. En el despacho.

—¿Te has liado con una compañera?

—Me he liado con mi jefa.

Tardé un minuto en darme cuenta de que, para él, ese pequeño desliz era un respiro, algo fuera de control a lo que aferrarse en medio de esa vida que nunca había deseado. Esa necesidad de rebelarse en algo para sentir que no se estaba perdiendo entre responsabilidades y horarios.

—¿Y vale la pena?

—No estoy seguro.

—Vaya. —Di un trago.

—Ella me gusta, aunque es complicada y vive solo para trabajar. Pero lo que tenemos es todo lo que hay. Yo tengo cosas importantes de las que ocuparme, no puedo arriesgar eso. Tampoco sé si querría hacerlo. Nosotros no somos así, ¿verdad, Hyungwon?

—¿A qué te refieres?

—El compromiso. Las ataduras.

—No lo sé.

Tras dar muchas vueltas, había llegado a la conclusión de que no sabía la mayoría de las cosas, sobre todo las que todavía no habían ocurrido. Me había dado cuenta justo por lo contrario, por aferrarme durante años a lo que sí creía saber, como que terminaría pintando o que nunca les ocurriría nada a las personas que formaban parte de mi vida, de mi familia. Y me había equivocado. Así que ya no daba nada por sentado.

—Supongo que yo tampoco —admitió.

—La idea es que Kihyun vaya a la universidad, ¿no?

—¿Y qué quieres decir con eso? —preguntó.

—Hablo de ti. De qué harás entonces. De que esta responsabilidad que tienes ahora no será para siempre. Sé que están los gastos de la universidad y del apartamento, pero no será lo mismo. Podrás retomar un poco tu vida. Y si él vuelve a pintar…

—No volverá a hacerlo —se adelantó Hoseok.

—Si ocurre… —seguí mientras recordaba la promesa que le hice a Douglas una noche cualquiera tumbado en la terraza de mi casa—, entonces yo lo ayudaré a abrirse camino.

Hoseok se terminó la copa.

—No pasará. ¿Acaso no lo ves? Es otra persona.

—Ya lo está haciendo —dije en voz baja y, por alguna razón, me sentí extraño al confesar aquello, como si estuviese traicionándolo a él, su confianza, nuestro vínculo. Pero, joder, era su hermano y estaba preocupado.

—¿Lo estás diciendo en serio?

—Sí. Poco. Y sin colores.

Hoseok se quedó pensativo.

—¿Por qué no me lo ha dicho?

Ah, la pregunta que yo no quería escuchar.

—Puede que estés demasiado cerca. ¿Por qué hay gente que es capaz de abrirse y hablar con un psicólogo de cosas que no le cuenta ni a su familia? Supongo que a veces estar tan unido a alguien complica las cosas. Y creo…, creo que él se siente culpable contigo, por tantos cambios…

Se quedó con la vista fija en el vaso ya vacío e ignorando la música animada que sonaba a nuestro alrededor.

—Cuídalo, ¿vale? Como si fuese tu hermano.

Sentí una presión desconocida en el pecho.

—Lo haré, te lo prometo. —Me puse en pie—. Venga, vamos a divertirnos.

Nunca Fuimos 1° Parte // HyungKi (Ad2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora