KIHYUN

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Es curioso cómo cambian las cosas. Algunos cambios llevan años, toda una vida, otros suceden en apenas unos minutos. Cuando entré en esa casa era una persona diferente a la que salió de allí apenas media hora después. Y solo hicieron falta un par de palabras. A menudo lo vemos todo a través de filtros hasta que un día vamos quitando uno y otro y otro más y al final solo queda la realidad.

Cuando salí y vi a Hyungwon apoyado en el lateral del coche con los brazos cruzados, me temblaron las rodillas. Porque lo vi más claro. Más mío. Más suyo. Más perfecto. Más todo. Y corrí hacia él con el corazón en la garganta como si fuese lo único sólido, el punto sobre el que giraba el resto del mundo, de mi mundo.

Lo abracé. Me aferré a su cuerpo temblando, pero siendo consciente de cada detalle: de la suavidad de su piel, de lo bien que olía, de lo mucho que lo quería, de lo importante que siempre sería para mí. Escondí la cabeza en el hueco de su cuello y nos quedamos allí, meciéndonos abrazados en medio de la calle, cerrando juntos un baúl lleno de dolor en el que ya solo quedaban recuerdos bonitos que no quería volver a esconder nunca más.

—Hace meses me dijiste que yo creía que eras un cabrón insensible porque parecía que disfrutabas metiendo el dedo en la herida. Y tenías razón. Lo pensaba. —Respiré hondo, perdiéndome en su mirada azul—. Pero también dijiste… que algún día te lo agradecería, que recordase aquella conversación…

—Cariño… —Tenía la voz ronca.

—Gracias, Hyungwon. Por todo. Gracias, gracias, gracias.

Volví a abrazarlo, esta vez más fuerte, casi derribándolo contra el coche, y nos quedamos allí un par de minutos en silencio, aferrados el uno al otro.

Nunca Fuimos 1° Parte // HyungKi (Ad2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora