HYUNGWON

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Lo miré, tumbado encima de la tabla. Observé cómo cogía una ola y se movía a través de ella con el cuerpo inclinado hacia delante y las piernas flexionadas, manteniendo el equilibrio al alzarse por la pared de la ola.

Sonreí cuando se cayó y nadé hacia allí.

-Nadie diría que llevas un año sin practicar.

Kihyun me miró agradecido y subió a la tabla. Nos quedamos en silencio, con la mirada fija en la mañana que se desperezaba tras el horizonte. No había muchas olas.

-¿Por qué esto? ¿Por qué al amanecer?

-¿Surfear? Es una buena forma de iniciar el día, ¿no crees?

-Supongo que sí. ¿Cuándo empezaste a hacerlo?

-No lo sé. Miento. Sí lo sé. Fue por tu padre. ¿Quieres escucharlo?

Dudó, pero terminó asintiendo.

-Ocurrió hace años. Yo estaba un poco decepcionado conmigo mismo, ¿sabes cómo es eso, Kihyun? La sensación de sentir que te has fallado, que, por más que buscas, no encuentras eso que deberías tener. La cuestión es que vino a verme una tarde. Hacía poco que había comprado esta casa y, quizá no lo sepas, pero lo hice porque me enamoré de ella; no, peor, me enamoré de la idea de todo lo que imaginaba que haría aquí. Pero eso... nunca fue. Douglas trajo un par de cervezas y nos sentamos en la terraza. Entonces hizo la pregunta que yo no quería escuchar.

-Si habías pintado... -adivinó en un susurro.

-Le contesté que no, que no podía hacerlo. Algún día, Kihyun..., algún día te explicaré por qué y quizá así te valores todavía más -suspiré-. Yo le conté lo que me ocurría y Douglas lo entendió, siempre lo hacía. Esa noche me ayudó a subir el caballete encima del armario y a guardar todas las pinturas que tenía desperdigadas por el salón. Despejé el escritorio y decidí que me dedicaría a otra cosa. Y luego estuvimos hablando un rato más; de todo y de nada, de la vida, ya sabes cómo era tu padre. Cuando se marchó, me quedé toda la noche en la terraza, contando estrellas y bebiendo y pensando...

-Me va a doler... -murmuró Kihyun.

-Sí. Porque esa noche entendí que no valía la pena ser infeliz. Y en algún momento, por mucho que te duela seguir adelante, a ti también te ocurrirá. Me di cuenta de que tenía que disfrutar cada día. Pensé que la mejor forma era empezar haciendo lo que más me gustaba; el surf, el mar, el sol. Y luego iría improvisando. Pero cogería el placer, las pequeñas cosas, la música, la tranquilidad; elegiría todo lo que me llenase.

-Pero a mí no me llena nada, Hyungwon.

-No es cierto. Te llenan muchas cosas, pero todas están relacionadas con tu pasado, con tus padres, y no quieres volver allí, así que las evitas cuando curiosamente..., curiosamente sigues anclado en ese momento. Es irónico, ¿nunca lo has pensado?

Kihyun se quedó mirando las olas, mientras el sol del amanecer le acariciaba la piel y creaba sombras y luces sobre el lienzo de su rostro. Volví a sentir ese hormigueo en la punta de los dedos. Volví a pensar que alguien debería dibujarlo en ese preciso instante: sentado sobre su tabla con la espalda recta y la mirada triste.

-Supongo que tienes razón. Pero no puedo...

-Con el tiempo, Kihyun, confía en mí.

-¿Cómo? Si siempre duele. Siempre.

-Existen tres maneras de vivir la vida. Están las personas que solo piensan en el futuro; seguro que has conocido a muchas, ese tipo de gente que se pasa el día preocupándose por cosas que no han ocurrido, como las enfermedades que podrían llegar a sufrir algún día, por ejemplo. Y siempre tienen metas, aunque casi les resulta más satisfactorio el hecho de alcanzarlas que disfrutar de lo que sea que se hubiesen propuesto. Suelen ahorrar, que no es que sea malo, pero lo hacen para «ese viaje largo que ya haremos algún día», «esa casa que nos compraremos cuando nos jubilemos».

Nunca Fuimos 1° Parte // HyungKi (Ad2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora