HYUNGWON

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Oí un portazo cuando Kihyun desapareció, pero no me moví. Me quedé allí, delante del lienzo en blanco que había comprado esa misma mañana, con el corazón agitado. Y, joder, ¿cuánto tiempo hacía que el corazón no me latía así, tan caótico, tan rápido? Mi vida solía ser como un mar sin olas: tranquila, serena, fácil. Solo había tenido que encajar un golpe de verdad y ese había sido la muerte de los Yoo.

Recordaba aquel día como si acabase de ocurrir.

Unas horas antes, Hoseok y yo habíamos salido y nos habíamos emborrachado con un grupo de turistas inglesas que nos invitaron a terminar con ellas la fiesta en el hotel. Cuando el teléfono sonó, los dos enfilábamos ya el camino de gravilla hacia la salida riéndonos de anécdotas de la noche anterior. El sol brillaba en lo alto de un cielo despejado y Hoseok atendió la llamada todavía con una sonrisa.

Supe que era grave al ver su expresión, como si algo acabase de partirse en su interior. Hoseok parpadeó y se sujetó al pilar que tenía delante cuando se le doblaron las rodillas. Murmuró: «Un accidente», y yo le quité el teléfono de las manos. Sentí la voz de mi padre como un golpe seco, duro: «Los Yoo han tenido un accidente». Y solo pude pensar en él.

—¿Y Kihyun? Papá… —Tragué saliva—. ¿Kihyun está…?

—Está herido, pero no parece grave.

Colgué y sujeté a Hoseok por los hombros mientras él vomitaba en la jardinera de aquel hotel. Mi hermano nos recogió diez minutos más tarde en una calle cercana. Diez minutos que fueron eternos, en los que él perdió el control y yo hice acopio de fuerzas para mantenerlo en pie.

Nunca Fuimos 1° Parte // HyungKi (Ad2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora