Esa tarde había tenido que ir a un pueblo cercano para hablar con un par de clientes. Cuando llegué a casa, Kihyun estaba recogiendo las pinturas. Me miró desde el otro extremo del salón y cogió la lámina sobre la que había estado dibujando. Dejé en el escritorio los cuadernos que cargaba.
—Hey, ¿qué haces?, ¿puedo verlo?
Sus palabras me frenaron de golpe.
—No. Esto… no. Es mío —explicó.
Maldito Kihyun, que sabía que yo era como un gato curioso y no soportaba no saberlo todo. Me quedé allí fascinado mirando su rostro. Llevaba una mancha de pintura roja en la mejilla derecha y tuve que contenerme para no limpiársela con los dedos. Me acerqué a la cocina diciéndole que iba a hacer la cena.
Hacía una semana que habíamos hecho las paces.Kihyun no había vuelto a sacar el tema de aquel beso, aunque eso no hacía que yo pensase menos en ello. Era complicado, porque estaba más guapo, más lleno, más él. O bien yo me estaba volviendo loco, o cada día usaba camisetas y pantalones más ceñidos que me hacían perder la cabeza. Eso y que no estaba acostumbrado a contenerme, a reprimirme. Me había pasado la vida haciendo lo que me apetecía sin pensármelo demasiado. Pisar el freno era frustrante.
Necesario pero frustrante.Me relajé mientras preparaba la cena, aunque no me quité de la cabeza qué sería lo que había estado dibujando esa misma tarde durante mi ausencia. Me gustaba saber que empezaba a sentir la necesidad de plasmar. Envidiaba eso. Que él tuviese tanto que mostrarle al mundo y yo tan poco. Que a él se le desbordasen las emociones, y a mí me costase encontrarlas y guardarlas a buen recaudo.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó.
—Tofu frito con salsa de tomate.
—Supongo que podría ser peor —bromeó.
Sacó los platos y serví la comida antes de que saliésemos a la terraza.Él dijo que «estaba muy rico» y no hablamos mucho más mientras cenábamos. Luego preparé té, puse música y, con un libro en la mano, me tumbé en la hamaca.
Kihyun rompió el silencio pasado un rato.—¿Qué estás leyendo? —preguntó.
—Un ensayo. Habla sobre la muerte.
Reprimí el impulso de levantarme, arrodillarme a su lado y abrazarlo. Eso era lo que quizá hubiese hecho durante los dos o tres primeros meses. Ahora la idea de tocarlo me parecía lejana, casi un imposible.
—¿Y por qué quieres leerlo?
—¿Por qué no? —repliqué.
—Nadie quiere hablar de eso…
—¿Y no crees que es un error?
—Yo llevaba meses dándole vueltas…
—No lo sé.
Dejé el libro a un lado.
—También he estado leyendo sobre la muerte en otras culturas. Y me pregunto si la manera que tenemos de afrontar las cosas es una cuestión de aprendizaje o nos nace de una forma instintiva. ¿Sabes lo que quiero decir?
—Kihyun negó con la cabeza—. Me refiero a las diferentes formas que el ser humano tiene de canalizar y sentir un mismo hecho. Por ejemplo, algunos pueblos aborígenes australianos colocan los cadáveres sobre una plataforma, los recubren con hojas y ramas y los dejan allí. Cuando tienen alguna celebración importante, se untan el líquido del cuerpo podrido por la piel o pintan los huesos de color rojo y los usan como adornos para recordar siempre a sus seres queridos. En Madagascar, los malgaches sacan cada siete años los cuerpos de las tumbas, los enrollan en sudarios y bailan con ellos. Luego pasan un rato hablándoles o tocándolos antes de volver a enterrarlos durante otros siete años.—Joder, Hyungwon, eso es asqueroso —Kihyun arrugó la nariz.
—Precisamente de ahí surge mi duda. ¿Por qué algo que a unos nos parece horrible a otros los reconforta y les hace sentir bien? No sé, imagínate que desde niños nos enseñasen que la pérdida no es algo triste, tan solo una despedida, algo natural sobre lo que hablar.
—La muerte es natural —corroboró.
—Pero no la vemos así. No la aceptamos.
A Kihyun le tembló el labio inferior.
—Porque duele. Y da miedo.
—Ya lo sé, pero siempre es peor ignorar algo y fingir que no existe. Sobre todo, cuando todos vamos a pasar por ese algo, ¿no crees? —Me levanté y me agaché delante de él. Le sostuve la barbilla con los dedos—. ¿Tú eres consciente de que yo me voy a morir?
—No digas eso, Hyungwon…
—¿El qué? ¿La realidad más obvia de todas?
—Ni siquiera puedo pensarlo…
Abrí la boca, dispuesto a seguir tensando la cuerda, pero renuncié al ver su expresión. Me perdí en su mirada asustada y no aguanté las ganas de inclinarme y darle un beso en la frente antes de apartarme rápido. Volví a la hamaca y cogí de nuevo el libro. Me quedé leyendo hasta tarde, después de que Kihyun se despidiese dándome las buenas noches, pensando, pensando en todo… Era tan curioso e ilógico que durante años nos enseñasen matemáticas, literatura o biología, pero no cómo gestionar algo tan inevitable como la muerte…
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Nunca Fuimos 1° Parte // HyungKi (Ad2)
FanfictionBienvenidos queridos lectores. Segunda adaptación, espero que les guste. Más detalles dentro de la historia (≧▽≦). * Hyungwon x Kihyun * Primera parte de mi segunda adaptación * Contenido BL, si no es de su agrado siga su camino.