Confesiones

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Confesiones






Cuando Harry continuó su camino, supo que ya era demasiado tarde para la comida, además, ni hambre tenía. Caminó por los corredores sin rumbo fijo, sin decidirse si ir a dormir a la Torre o distraerse dando un paseo. Finalmente pensó que en esos momentos siempre le caía bien un poco de vuelo, por lo que se dirigió hacia el campo de Quidditch.


No solamente le preocupaba la furia de Severus, sino también el hecho de sospechar que Draco había pasado la noche con él.


"¿Y si sí tienen una relación?" Se preguntó afligido, a pesar de todos los razonamientos para creer lo contrario. "Nunca pensé en estarme entrometiendo entre nadie, y ahora es probable que haya algo con ellos. Quizá por eso Snape se ofreció enseguida a unirse a Draco... sí, era la solución perfecta para ambos... y ahora se han visto en la obligación de separarse".


Harry detuvo su camino hacia los patios al descubrir a Draco sentado sobre una de las bancas, oculto entre los setos de un pequeño jardín. Su mirada se mantenía fija en las losas a sus pies, y cuando Harry le vio llevar una mano hacia el rostro supo que lloraba.


"Está sufriendo" Pensó sintiendo un feroz remordimiento. "Ha padecido tanto en los últimos meses y siempre se ha mostrado fuerte, pero ahora sí es demasiado... Casarse con alguien que no ama, que jamás podrá amar, y renunciar a quien quiere... Sí, es demasiado... ¿Qué puedo hacer por ayudar?".


Su momento de duda le hizo permanecer más tiempo del pensado en el mismo lugar. Cuando vio que Draco levantaba la mirada ya no tuvo tiempo de esconderse y sonrió nervioso. El rubio le correspondió haciéndole una seña para que se acercara.


— ¿Estás bien? —preguntó Harry, sonrojándose al pensar que no pudo haber hecho pregunta más estúpida, los ojos grises de Draco estaban tan enrojecidos como nunca.

— No... pero lo estaré. —respondió sonriéndole—. Siéntate, por favor, me alegra verte porque hay algo que tenemos que hablar.


Harry asintió y ocupó un lugar a su lado, estrujándose las manos con nerviosismo. Estaba convencido de que ahora Draco iba a hablarle de Severus y su corazón empezó a latir con fuerza... Aún no sabía qué responder.


— Hoy por la mañana te diste cuenta que yo ya estaba dentro del aula cuando ustedes llegaron ¿cierto?


Harry movió la cabeza afirmativamente, no se sentía preparado para escuchar que estaba de más. Con toda seguridad Draco y Snape pretendían continuar su relación aún a pesar de que estuviesen unidos a otras personas.


— Severus es como mi padre. —agregó Draco—. Pero sé que tu imaginación voló demasiado, y es cierto, me quedé a dormir con él, ambos necesitábamos estar juntos esa noche... como familia.

— Yo, no sé qué decir. —titubeó avergonzado.

— Confía en Severus, él es una de las mejores personas que he conocido en mi vida, y si te estoy diciendo esto es porque pienso que ustedes dos tienen una oportunidad.

— ¿Él, y yo? —preguntó sonrojándose.


Draco asintió, contento al comprobar que la reacción de Harry confirmaba sus sospechas nacidas apenas la noche pasada.


— ¿Lo amas, cierto?

— Creo... creo que sí. —respondió nervioso—. Pero temía estarme entrometiendo entre ustedes.

— No es así, y te pido por favor que le tengas paciencia a mi padrino, él suele ser bastante irascible, sin embargo, tiene un alma hermosa.

— Lo sé muy bien, Draco. —afirmó sonriendo enamorado—. Hace algunos meses que empecé a darme cuenta de eso.

— Me alegra mucho saberlo, y te aseguro que si sabes llegar a su corazón, serás muy feliz a su lado.

— Yo quiero hacerlo feliz a él... Quiero luchar para que un día me permita hacerlo.

— Si me permites un consejo, incítalo, provócalo, acorrálalo hasta hacerlo reaccionar. Si te descuidas, es probable que jamás rompas sus barreras.


Harry asintió, se sentía más tranquilo ahora que sabía que tenía el apoyo de Draco. Sin embargo, no se olvidaba de las lágrimas que le había descubierto hacía solo unos pocos minutos.


— Quisiera poder hacer algo por ti, creo que eres quien peor la está pasando y...

— Oh, no, ese idiota de Ojo Loco no podrá conmigo... ¿es que no te han sido suficientes todos éstos años para saber que un Malfoy es de cuidado, Potter?

— Me parece que tengo una ligera idea al respecto. —rió amistosamente.

— Por mí ni te desvíes del camino, lo importante es que consigas que mi Padrino te acepte... Yo me desharé de ese imbécil ex Auror muy pronto y rogará no haberme conocido nunca.

— ¿Deberé compadecerme de él, entonces?

— ¡Oh vaya que sí!


Ambos rieron por unos segundos antes de callar y sonreírse, era increíble sentir que sí era posible superar cualquier mal trago.


— ¿Quieres ir a volar un poco? —propuso Harry.

— ¿Eso quiere decir que no entrarás a clases vespertinas?

— No... ¿Y tú?

— ¡Pues qué más da! ¡Vamos!


Los dos jóvenes corrieron animosos con rumbo hacia el campo de Quidditch, usaron las escobas del colegio para no tener que invocar las suyas, pero ahora no necesitaban de velocidad ni competiciones, tan sólo de divertirse y en pocos minutos lo estaban consiguiendo.


Se desplazaban ágilmente por el aire, sin reglas ni leyes, dejando la formalidad en el olvido, ni siquiera sentían dolor por el aire helado de febrero, al contrario, esa frialdad les ayudaba a despejar sus mentes y sentirse más libres.


Más de una hora después, los dos chicos abandonaron su vuelo para regresar a sus respectivas casas, ninguno de los dos tenía pensado entrar a sus clases ese día. Se detuvieron en un corredor donde debían separarse.


— Bien, Potter... te deseo mucha suerte con mi padrino. —dijo Draco tendiéndole la mano.

— Muchas gracias. —respondió aceptando el saludo—. Y por favor, si necesitas algo, cualquier cosa, tan sólo dímelo... y podemos conspirar juntos contra Moody.

— Así lo haré, pero no te preocupes, tengo el presentimiento de que todo saldrá bien, ya lo verás.


Harry sonrió, la determinación en la mirada y en la voz de Draco aseguraban que no era un chico que se dejaría vencer sin luchar. Y aunque por el momento aceptó concentrarse en Severus, se prometió a sí mismo mantenerse al pendiente... y si Ojo Loco se atrevía a lastimarlo, personalmente se encargaría de dejarlo tan mal, que nadie podría reconocerlo.

Me he enamoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora