Amantes

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Amantes





Severus enmudeció al salir de la chimenea y ver a Harry usando su ropa. Su corazón empezó a palpitar con tanta fuerza que lo sentía retumbar en sus oídos. No creía recordar haber visto una imagen tan sensual en toda su vida. Estaba tan abstraído mirándole que no se percató que el joven Gryffindor había estado husmeando en su escritorio, tan solo tenía ojos para Harry.


"¿De verdad es él?" Se preguntó a sí mismo, aún incrédulo de pensar que tan desborde de erotismo proviniera del chico que pensó que siempre vería como un niño.


Y ahí, a pesar de su rostro juvenil, su mirada inocente y su aspecto tan ingenuamente casual, estaba una persona que ahora le hacía sentir su amada mazmorra como un horno encendido.


— ¡Severus, por favor, dime qué pasó! —suplicó Harry.


El profesor despertó de sus pensamientos. Por un momento se desubicó en tiempo y espacio, y no entendía la mirada angustiada de Harry.


— ¿De qué hablas?

— ¿Porqué estás así? Te estoy hablando y no me respondes. —dijo angustiado—. ¡Por favor, dime que no le pasó nada malo a Draco!

— ¿Eh?... No, no es eso. Draco está bien, Lupin y Black ya le llevaron a sus habitaciones, podrás verlo mañana, debe descasar hoy,

— ¡Gracias al cielo! —exclamó contento, pero enseguida volvió a dejar de sonreír, la voz de Severus había sido muy pausada, como si se le dificultara coordinar sus pensamientos, lo cual no era nada normal, y ahora además, le estaba mirando de una forma extraña.


Fue entonces que Harry recordó que llevaba su ropa encima, y sonrojándose se refugió tras el respaldo de un sillón.


— ¿Te molesta que la haya usado?

— No... creo que te queda bien. —aseguró sin dejar de mirarlo intensamente—. En realidad, me parece que luces hermoso.


Harry sintió un fuerte golpe de calor en todo su cuerpo al escuchar esas palabras, y más feliz se sintió cuando Severus fue acercándosele lentamente. No sabía qué hacer, la mirada de Severus le hacía sentirse muy nervioso, con ganas de escapar, pero al mismo tiempo, también de lanzarse a sus brazos y besarlo.


— Nunca me habías dicho algo como eso. —dijo sonriendo, venciendo su timidez.

— Creo recordar que siempre afirmé que eres un chico atractivo. —respondió Severus deteniéndose lo suficientemente cerca como para ya sentir el calor de Harry en su piel.

— No así... lo decías para convencerme, ahora lo dices como si... como si yo te gustara.

— ¿Acaso tengo que decirlo con todas sus letras?


Severus colocó sus manos sobre la cadera de Harry, su toque fue suave, disfrutando de las formas que se dibujaban bajo las telas. El ojiverde cerró los ojos jadeando, ya no pudo decir que sí, que quería escucharlo en labios de Severus, ahora solo podía derretirse como mantequilla.


El profesor llevó su mano derecha al rostro de Harry, lo acarició lentamente hasta detenerse en sus labios, disfrutó de su roce, de su congestión anhelante.


— Sí, Harry... eres hermoso, y ahora muero por besarte, comprobar si el sabor de tus besos es tan dulce como lo recuerdo.


Harry iba a hablar, suplicar para que ya le besara, pero Severus le colocó los dedos con firmeza sobre sus labios para impedirle que dijera nada. Él obedeció al instante, pero quería que pasara algo ya. Temía que en cualquier segundo se rompiera ese momento, que algo horrible le despertara del sueño, pero no, para su sorpresa, por primera vez en su vida, no sucedió nada que le arrebatara la magia.


Severus deslizó su mano hacia la nuca de Harry, se inclinó hasta él y gimiendo por el deseo tan intenso que casi dolía, unió sus labios a los del ojiverde.


Para el Gryffindor aquello le provocó un fuerte espasmo en el corazón, eran demasiadas pocas las veces en que Severus tomaba la iniciativa, generalmente estaba huyéndole pensando que así le hacía un bien. Ahora todo su cuerpo hervía con la sangre que corría velozmente por sus venas estimulada por la dulce succión de los labios del ojinegro.


No quería pensar en nada, solo ansiaba disfrutar de esos momentos y fue dejándose llevar hasta que se sintió recostado sobre la alfombra con el peso de Severus sobre él. Era algo delicioso, el roce de su lengua sobre la suya, la mezcla de sus salivas y gemidos.


Su cadera se arqueó como si pensara por si sola y descubrió fascinado que Severus estaba tan excitado como él.


— Ah, Severus... quiero... por favor.


Severus se apartó un poco. Aún jadeaba mientras miraba el ceño fruncido de placer de Harry que aguardaba en expectativa, quizá temiendo que todo terminara abruptamente. Pero en esa ocasión Severus no tenía deseos de detenerse, y rápidamente logró deshacerse de cualquier pretexto que su metódica mente pudiera darle mientras volvía a apoderarse febrilmente de la boca de su alumno.


Si hubiera podido, Harry habría gritado de júbilo ante la seguridad de que nuevamente iba a disfrutar de las sensaciones de su cuerpo unido al de Severus.


Amaba sentir al Profesor besarlo con esa ansiedad y ternura al mismo tiempo, amaba sentir su calor envolviéndole, y los excitantes gemidos que salían de su garganta al mismo tiempo que sus caderas se rozaban.


Adoró cuando Severus deslizó su rostro hacia su cuello mientras le retiraba sus anteojos y poder acariciarle el rostro. Harry cerró sus ojos, apenas podía respirar ante el tacto de los dedos de su Profesor yendo de sus mejillas, hasta su cabello en donde se sumergían con suavidad.


Podía sentir la lengua húmeda acariciándole la piel de su cuello, no pudo contenerse de jadear cuando la otra mano de Severus le deslizó el cuello del holgado suéter para apartarlo de su camino, y así poder exponer el hombro desnudo de Harry.


Era extremadamente candente sentir la boca de Severus acariciando su hombro, dejando caer sobre él su aliento cálido y húmedo para enseguida succionar suavemente su piel recién bañada. Nunca pensó que su hombro fuera tan sensible, pero todas aquellas caricias le enloquecían y tan solo podía desear que continuara besándole por siempre.


Aunque cuando volvió a besar su cuello, supo que era Severus quien lograba sensibilizarle cada fibra de su piel provocando minúsculos orgasmos en su piel.


Y la caricia de la voz de Severus en forma de un gemido que sonaba como a su nombre llegaba a su sangre elevándole la temperatura hasta un punto que sentía que en cualquier momento estallaría en llamas. Era demasiado el calor abrasante que palpitaba por sus venas estimulado tan solo por el roce de su cuerpo con el del Profesor.


Las manos grandes, habilidosas de Severus iban desnudándolo con cuidado, sin ninguna prisa, aprovechando cada segundo para besar la piel que iba quedando al descubierto. Todo con delicadeza, manifestando la preocupación del ojinegro para hacerlo disfrutar cada segundo y de cada sensación despertada.


Harry hundió sus dedos en la abundante cabellera oscura cuando llegó el turno de que sus pezones recibieran atención. Apretó fuertemente sus párpados mientras se mordía el labio inferior intentando contener toda la descarga de placer que amenazaba con brotar en forma de un jadeante grito.


Severus le vio hacerlo mientras usaba su lengua para ir formando las pequeñas montañitas rosadas, le gustaba mucho ver como Harry no podía disimular su innata pasión. Cada segundo iba sintiendo que las reacciones de su alumno le enloquecían.


Y lo que antes era un estorbo para Severus, ahora le estaba resultando el detonante excitador para aumentar su deseo: la inocencia y juventud de su amante.


Necesitaba penetrarlo con fuerza, hacerlo y sentirlo suyo con todo el derecho que instintivamente sentía sobre Harry... y el rostro dulce y entregado de éste no hacía más que confirmárselo. Era suyo.


Se montó sobre las piernas de Harry para quitarse su túnica, sus dedos se movían con lentitud tomándose su tiempo desabotonando la larga hilera con toda la calma que ni supo cómo es que pudo soportar. Harry le observaba extasiado, respirando tan acelerado que podía escucharse el sonido de su aliento invadiendo el aire.


Severus volvió a inclinarse para aprovechar besar a Harry al mismo tiempo que lograba deshacerse del resto de sus ropas y de las de Harry. No se molestó cuando el chico hundió sus dedos en su largo cabello, jalándoselo tan desesperadamente que incluso dolía. Pero era esa ansiedad una de las cosas que había descubierto que le gustaba que el ojiverde usara en la intimidad, le hacía sentirse tan deseado y poderoso.


Sus lenguas continuaron acariciándose por largo rato mientras sus pollas endurecidas hacían lo mismo un poco más abajo. Harry abrió sus piernas al mismo tiempo que su boca, y Severus lo aprovechó para succionarle la lengua con fuerza y usaba una de sus manos para apretar las bolas del ojiverde.


Cuando su lengua fue liberada, Harry jadeó abrazándose de Severus, sus labios apretaron el lóbulo de la oreja izquierda del pocionista deleitándose con ella como si se tratara de una golosina. Era delicioso sentir el tejido blando ser succionado mientras toda su entrepierna era consentida con audaces caricias.


— T-te necesito... dentro. —susurró apasionado.


Para Severus, la dulce voz de Harry adquiría un tono tan sensual que podría ser antinatural, nunca escuchó en nadie ese ronco jadeo formando palabras tan suaves que parecía ser el canto del viento


En un segundo ya tenía a Harry colocado boca abajo y él lamía desesperado la rosada entrada que pulsaba ansiosa por recibirlo. Oía los gemidos de su amante disfrutando de las atrevidas caricias y lograba que su dura erección casi doliera.


La humedad de la lengua de Severus era excitante para el joven Gryffindor, y sentirlo intentando follarle con su suave músculo lo era aún más. Instintivamente movía sus caderas en busca de adentrarse más la lengua de Severus, ya quería volver a disfrutar de la sensación de sentirse lleno a morir.


Desde su posición, casi a gatas, lo único que podía ver era la tersura de la alfombra pero podía imaginarse la polla de su Profesor posicionándose en ese momento en su trasero. Apretó los labios y sus ojos se cerraron en busca de concentrarse en sentir como Severus iba introduciéndose lentamente en él hasta que finalmente estuvo por completo en su interior.


Nuevamente Harry removió su cadera, ansioso de sentir el inicio de las embestidas, quería que Severus volviera a tocarle una y otra vez ese sitio en su próstata que ahora debía estar muy congestionada. No tuvo que esperar mucho, el Profesor quizá le adivinó sus intenciones o probablemente estaba tan ansioso como él, pero fue enseguida que se sintió sujetado de sus caderas para luego percibir como iba siendo liberado tan solo para volver a recibir el pene grueso y endurecido de Severus.


Una y otra vez, y cada vez más fuerte y más rápido. Harry abrió los ojos inclinando su cabeza, pudo ver su propio pene erecto y sus testículos contraídos rebotar una y otra vez contra su abdomen a causa de los constantes movimientos que Severus provocaba en él. Escuchó los gemidos que estaba provocando en el ojinegro y eso lo excitaba sobremanera.


Aprovechó un momento en que Severus salió para cambiar de posición. Hizo que el Profesor se sentara en el piso con la espalda recargada en el mueble y entonces se colocó a horcajadas sobre sus piernas. Aprovechando que era bastante flexible y los músculos de sus muslos bastante fuertes, fue abriéndose para dejarse caer sobre el pene de su amante que él mismo colocó en el sitio exacto para que entrara fácilmente.


Severus le ayudó sosteniéndole de su cintura, aunque pensó que el chico ni lo necesitaba, podía sostenerse de una escoba solo con apoyo de sus piernas y ahora lo demostraba al deslizarse hacia arriba y hacia abajo con tanta destreza como si no se tratara de un movimiento que él probablemente no podría hacer, por lo menos no sin algún otro punto de apoyo que no fuera solo sus rodillas.


El hecho de tener sus brazos libres, Harry lo aprovechó para rodear a Severus por el cuello y besarlo apasionadamente mientras continuaba deslizando sus rodillas abriéndolas y cerrándolas velozmente y con eso bajar y subir sus caderas penetrándose hasta lo más hondo. Hasta que de pronto, ya no subió más, quedó abajo removiendo su cadera, apretando con fuerza su esfínter. Tanto Severus como Harry contrajeron cada uno de los músculos de su cuerpo ante la proximidad del orgasmo que finalmente llegó en forma de abundantes chorros de semen.


Harry apartó un poco su rostro pero no se liberó, cansado esbozó una suave sonrisa mientras limpiaba el rostro de Severus que había sido alcanzado por algunas gotas de esperma del ojiverde.


— Lo siento. —dijo sin mucha sinceridad.


Severus le sonrió con cariño, no parecía molesto en lo absoluto, sino todo lo contrario. Halagado por eso, Harry deslizó con su dedo una gota que estaba en el mentón de Severus para llevarla a sus labios. El Profesor la recibió gustoso atrapando el dedo del ojiverde lamiéndolo con delicia.


Cuando su dedo estuvo limpio, Harry lo apartó para volver a rodear el cuello de Severus apoyando su frente en la suya, cínicamente removió su cadera, aún podía sentir el miembro semifláccido de amante en su interior.


— Estuvo rico, ¿verdad?

— No podría quejarme. —manifestó Severus embriagado de placer—. Creo que me precipité al aceptar liberarte... probablemente hubiera funcionado.


Harry sonrió con tristeza mientras se ponía en pie. Ni siquiera pudo disfrutar del hecho de sentir la mirada de Severus fija con lujuria en su entrepierna chorreante.


— Yo no me arrepiento. —suspiró sentándose a su lado—. Nuestra relación nunca estuvo mejor sino hasta que nos liberaste, ambos nos estábamos asfixiando, y así volvería el odio entre nosotros.

— Ya no me siento capaz de volver a odiarte, Harry, ¡Nunca!

— Lo dices ahora porque eres libre, Severus, pero si la situación fuera otra seguramente llegaría el momento en que aborrecerías hasta verme.

— Pero...

— No digas más, me gusta saberte a mi lado sin la obligación de salvarme de nada.


Severus obedeció y no dijo ni una sola palabra más, quizá era cierto... quizá no. Pero algo no podía negar, desde que había renunciado a Harry se sentía más libre para quedarse a su lado, sin embargo, no podía explicarse el porqué no se consideraba enamorado.


Amor, ¿acaso no era amor el hecho de ser capaz de absolutamente todo por cuidar de alguien? ¿no era amor luchar por verlo feliz y a salvo? ¿no era amor el adorar su sonrisa tanto como su cuerpo?... ¿sentir que la vida ya no sería la misma sin él?


— Severus... —continuó Harry al cabo de unos segundos de silencio—... ¿podemos ser amantes?

— ¿No lo somos ya? —cuestionó sonriendo.

— Tal vez, pero teniéndolo claro podemos estar juntos cuando ambos queramos, y cuando no, podrás irte libremente... sin odiarnos por la cadena de una maldición impuesta.

— ¿Estarías dispuesto a eso?

— Yo sí... claro, si a ti no te importa la idea de que tenga que casarme con alguien más.


Severus atrajo a Harry contra sí, sintiendo piel con piel. Sí, quizá era la solución adecuada. Sin problemas, sin cuestionarse nada.


Hundió su rostro en el cabello de Harry, aspirando su aroma y escondiendo una sonrisa. No iba a preocuparse por Sebastian porque nada sucedería, tenía que dar un paso a la vez, y por lo pronto ahora podía permitirse disfrutar de tener un amante como Harry. Unido a él por voluntad propia y no por no tener otra elección.


— Solo me importas tú, Harry... Sí, también quiero. —respondió finalmente.


Y mientras sentía los brazos de Harry rodeándole, Severus cerró los ojos regocijándose de sentirse elegido para estar dentro de esa cariñosa prisión.


Severus ignoraba que su libertad había dejado de interesarle desde hacía algún tiempo.





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Me he enamoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora