Los prospectos para Harry

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Los prospectos para Harry






Sirius había logrado dar alcance a Draco antes de que éste pronunciara la contraseña hacia la sala común de Slytherin. El chico se giró hacia él, parecía más calmado que cuando saliera de sus habitaciones.


— ¿Tú también vas a castigarme? —cuestionó abrazándose a sí mismo.

— No deberías enfadarte con Remus, él estaba realmente preocupado por ti y debes reconocer que mereces un correctivo.

— Sí, ya sé... pero ojalá por lo menos hubiese querido escuchar lo que tenía que decirle antes de castigarme.

— Si no quiso hacerlo es porque en estos momentos no podría ponerte demasiada atención... creo que Remus no quería discutir contigo.

— A mí lo que me frustra es que me trate como si fuera su hijo, Sirius... y lo está haciendo bajo el pretexto de ser mi profesor.

— Sinceramente no creo que te vea como un hijo. —sonrió divertido—. Esta tarde mientras esperábamos que volvieras de tu supuesta ida a la biblioteca, me dijo que echaba de menos y que esta noche pensaba hacerte gritar en la cama.

— ¿De verdad?

— No pensé que aún tuvieras dudas de lo que siente Remus por ti.

— No, no las tengo... pero me gusta que me lo digan. Pero de lo que no quiero hablar ahora es de él, ya mañana iré a aclarar las cosas, tampoco es muy grato que peleemos.

— ¿Me dejas quedarme contigo en tu habitación?

— ¿Pero y Remus? ¿Lo dejarás solo esta noche?

— Le dije que quería hacerte compañía... Anda, entremos y extrañemos juntos a nuestro lobito.


Draco asintió, le entristecía que esa noche la pasaría lejos de Remus, y por eso mismo agradecía sinceramente que Sirius quisiera acompañarle, separarse de ambos no era un sentimiento muy agradable.


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Harry sentía que los párpados se le cerraban, estaba que moría de sueño, pero no tenía ninguna intención de ponerse en pie, siguió recargado en el álamo sintiendo a su lado cómo Snape tampoco manifestaba ninguna intención de abandonar ese cómodo sitio.


Volteó a mirarlo, desde hacía rato que estaban en silencio. El Profesor mantenía los ojos cerrados pero Harry no tenía idea de si estaba durmiendo o no. Por el momento decidió no interrumpirlo y sonrió pensando que el hombre cada día le gustaba más, no solo por su manera de hacerlo sentir en todo momento que las cosas saldrían bien... sino también físicamente. Amaba su tono de piel, su cabello tan lacio y oscuro, sus labios masculinos. Amaba hasta su forma de caminar y de vestir, cada detalle lo enloquecía.


Pensó que nunca iba a dejar de amarlo, no quería hacerlo tampoco, ese amor era lo más hermoso que le había pasado en su vida, sin importar las lágrimas ni saber que jamás sería suyo.


Se recargó nuevamente en el árbol, procurando no moverse demasiado por si el profesor ya dormía. No se dio cuenta cuando el cansancio por fin lo venció y sus párpados se cerraron para dormir.


Su suave respirar fue percibido por Severus quien volteó a mirarlo y sonrió. Quizá era hora de despertarle para que pudiera irse a descansar cómodamente a su Torre, ese podría ser la acción más correcta, pero le había echado tanto de menos que no quería romper ese momento. Tan sólo acomodó a Harry entre sus piernas para que éste tuviese un mejor descanso recostado en su pecho.


Se alegró de estar usando su capa, pues aunque Harry llevaba la suya del viaje, le gustó rodearlos con la propia en un gesto cálidamente protector.


"Tú vas a ser feliz, Harry" Le prometió en silencio... "Desde mañana buscaré a alguien para ti, alguien que sea mucho mejor que yo, que dé a tu corazón las bendiciones que mereces"


Dirigió su mirada al cielo, había muchas estrellas esa noche y la ausencia de luna las hacía más brillantes, eligió la que le pareció la más hermosa y la nombró guardiana de Harry...


"Desde allá, ayúdame a encontrar a la persona que tiene el poder de hacerlo feliz, no importa qué tan lejos esté, guíame hacia él para traérselo a mi niño"


Severus cerró los ojos y suspiró acomodando su rostro junto al de Harry. Pero aunque él estuviese dispuesto a ir al fin del mundo para encontrar el verdadero amor para Harry, se sentía tan impotente y frustrado de no poder dárselo él... ¿Porqué no podía? ¿Qué estaba pasándole a su corazón para ser incapaz de amar?


Me he enamoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora