Triste día invernal
Harry había pasado varios minutos sentado sobre las piernas de Severus Snape, besando inocentemente en repetidas ocasiones el rostro de su prometido. Ambos estuvieron planeando la boda sentados sobre la alfombra, pero en esa ocasión el ojiverde no mostraba demasiado interés, por lo que interrumpió la selección de testigos para apartar los pergaminos en los que Severus escribía y montarse a horcajadas sobre sus piernas.
El ojinegro en un principio pensó en reprenderlo, pero se abstuvo cuando Harry solo le besaba sin malicia, sin estar buscando nada más que consentirlo. Cerró los ojos dejándose mimar y de vez en cuando soltaba una sonrisa cuando el chico retozaba enamorado en su cuello.
— Juro que si alguien me hubiese dicho que Harry Potter era un gatito remolón, habría pensado que se burlaban de mí.
— ¿Y le gusta? —cuestionó apoyando su frente en la del profesor, y sus dedos jugaban con los finos labios del hombre.
— Si te soy sincero, sí. Me gusta.
Y no mentía, Severus creía normal sentirse tan relajado cuando Harry hacía eso, era como una especie de masaje ¿a quién podía no gustarle esas caricias? Sobre todo si eran ingenuas y no buscaban excitar, solo jugar.
Algo de lo que más disfrutaba era lo que Harry hacía en ese momento, recostar su cabeza en su hombro y hundir sus dedos en la larga cabellera negra, deslizándolos por todo lo largo, una y otra vez.
— Tiene un cabello muy suave, Señor.
— ¿Te parece? —cuestionó divertido, sin abrir siquiera los ojos, incrédulo por esas palabras.
— Sí, me gusta... Bueno, en realidad me gusta todo de usted.
— Sé que podría ser una pregunta arrogante pero ¿cómo es que te enamoraste de mí?
Harry sonrió con ternura al recordar el tiempo en que descubrió sus sentimientos por el profesor. Sin dejar de acariciarle el cabello, besó su mejilla para enseguida volver a recostar su cabeza en el hombro de Snape.
— En un principio fue solo una fuerte atracción física. —le confesó sinceramente—. Un día lo vi caminar por uno de los corredores y algo pasó dentro de mí que ya no pude ver al profesor injusto que siempre veía... sino que vi a un hombre.
— Me gustaría saber qué día fue ese. —aceptó con curiosidad.
— No importa mucho, el hecho es que me sentí acalorado con solo notar su modo de caminar, y... bueno, a partir de entonces mis ojos parecían tener vida propia, no dejaban de mirarlo en cualquier oportunidad. Me fui dando cuenta que me gustaban sus ojos, sus labios... sus piernas.
— No sé si debamos continuar con esto. —le interrumpió sonrojado.
— No sea tímido, Profesor, eso fue solo el principio, pero fue suficiente para que, al tener mi atención puesta en usted, comprendiera que ese hombre de rostro adusto y ojos de hielo, en realidad tenía un corazón capaz de vencer las traiciones y hacer de sus heridas un arma para ayudar sin importarle no obtener el reconocimiento que merecía.
Severus no respondió, si no fuera porque había atestiguado por sí mismo que los sentimientos de Harry no eran una simple ilusión de adolescente, jamás se habría imaginado que pusiera sus ojos en él... después de todo, nunca se preocupó por agradarle.
— Harry... —le llamó suavemente—... tienes un corazón demasiado ingenuo, eso podría hacerte muy feliz o muy desdichado.
— No debe preocuparse por eso, mi opción está elegida. Seré feliz y lo haré feliz a usted, es la única forma que tengo de agradecerle su ayuda, está conmigo aun cuando no me ama, no ví nunca mayor acto de nobleza y afecto en ninguna otra persona, Profesor, es imposible no sentirme afortunado de que esté dispuesto a tanto por mí.
— Quizá algún día ya no sea solo afecto
— También lo espero... y creo que podría confiar en usted para que siempre sea sincero sobre sus sentimientos por mí.
El rostro de Severus se puso serio intempestivamente, abrió los ojos y con cuidado hizo que Harry se bajara de sus piernas.
— ¿Qué pasa? —preguntó el chico, intranquilo al pensar que pudo haber dicho alguna estupidez que molestara al profesor.
Snape no respondió, sacó su varita de su túnica y palideció al ver que ésta vibraba fuertemente.
— ¿Qué sucede? —repitió Harry, ahora verdaderamente preocupado.
— Es Draco, algo le está pasando. —respondió ya corriendo hacia la salida.
Harry no se quedó en su lugar, corrió tras de Severus, si Draco tenía algún problema a él también le importaba, por lo que sacó su varita mientras se esforzaba por no perder de vista al Profesor, nunca pensó que pudiera ser tan veloz.
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Me he enamorado
FanfictionUna maldición llega a la vida de dos jóvenes forzándolos a unirse a alguien más para poder salvar sus almas. ¿Qué suerte correrán con las personas que les han elegido? Snarry