Nuestros nombres unidos en un corazón

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Nuestros nombres unidos en un corazón




El verano transcurrió rápidamente. Severus a veces notaba que Harry pasaba mucho tiempo silencioso. En ocasiones se levantaba muy temprano y salía de la habitación sin hacer ruido. Severus sabía que aprovechaba esas horas para poder pasear por el campo junto al lago, incluso llegó a levantarse antes del alba y se quedaba ahí, sentado en el césped observando en silencio como iban apareciendo los rayos del sol.


Severus lo sabía porque le había seguido. En un principio decidió no entrometerse y darle la privacidad necesaria para pensar y relajarse, por eso terminó por quedarse en cama fingiendo que dormía mientras el joven Gryffindor iba a su paseo matutino.


Pero esa mañana de finales de agosto despertó sintiendo el corazón acelerado. Había tenido una pesadilla, no recordaba nada, solo la sensación de que Harry estaba en peligro. Buscó a su lado encontrándose con su espacio vacío.


"Tranquilo, Severus, no pasa nada" Se dijo mientras intentaba normalizar su respiración. "Ya no hay peligro... está conmigo, siempre estaremos juntos"


Pero ni con esos pensamientos logró relajarse, ni siquiera se vistió, solo tomó un albornoz para cubrirse sobre su pijama y salió corriendo hacia el lago.


Solo hasta que vio a Harry disfrutando de la mañana sin nada peligroso a su alrededor, pudo sentirse mejor. Sin embargo, ahora que veía las cosas con serenidad pensó que quizá debía marcharse y dejarle solo. Pero no pudo, realmente quería caminar hacia él y sentarse a su lado... disfrutar con Harry de cosas que antes nunca le importaron.


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Harry se sorprendió al sentir a Severus ocupar un sitio en el césped junto a él. Volteó a mirarlo pero el Profesor mantenía su vista hacia el lago que brillaba con los primeros rayos de sol, y las suaves ondas que se elevaban con el viento.


Le vio cerrar los ojos y sonrió ante esa imagen. Le parecía que el cabello de su amante era glorioso en la forma en que se movía con la brisa. Le gustó presenciar como las pálidas mejillas de Severus reaccionaban con el sol tiñéndose ligeramente de rosado.


— Creí que todavía dormías. —le dijo alargando su mano para ayudar a acomodarle el largo cabello tras de sus orejas, así no le golpearía el rostro.

— Dormía, y soñaba contigo... pero es mucho mejor hacerlo despierto.


Esa respuesta arrancó una sonrisa más del ojiverde. Severus abrió los ojos correspondiéndole al gesto mientras le atraía acomodándole entre sus piernas permitiéndose descansar su mentón en el hombro de Harry mientras le abrazaba.


— En días como éstos parece que todo saldrá siempre bien. —suspiró Harry fascinado de la actitud melosa de Severus.

— Puede ser, pero yo creo que aunque llueva, nieve o el mundo se seque, todo saldrá bien si podemos compartirlo juntos.


Harry se giró para besarlo, era en esos momentos cuando estaba más convencido de los sentimientos de Severus. El hombre siempre tenía que esforzarse para seguir siendo frío con él. En cambio, la ternura le brotaba naturalmente.


— Sev, creo que hoy es una ocasión perfecta para hablar con todos, lo haremos durante el desayuno ¿te parece bien?

— ¿Me preguntas mi opinión? —cuestionó jugueteando la nariz de Harry con la suya—. Creí que habías adoptado el papel de mandamás.

— Quise ser un poco considerado esta vez, pero sí, de todos modos lo haremos.

— Eres un mocoso encantador.


Severus estrechó con más fuerza a su pareja, le gustaba tanto consentirlo y escuchar su risa llena de vida que siempre iba a estar convencido de que había hecho lo correcto.


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Un poco más tarde, Harry tenía que morderse el interior de sus mejillas para no sonreír, pero le divertía mucho ver las expresiones de sus amigos al enterarse que tanto él como Severus estaban embarazados.


Después de los primeros minutos de asombro, fueron reaccionando uno a uno. Draco se apresuró a felicitar a su padrino, estaba muy emocionado al saber que Severus gestaba un bebé, eso seguramente le estaría haciendo muy feliz.


Remus, Sirius y Ron hicieron lo mismo con Harry.


— Es maravilloso, Harry. —le felicitó Remus revolviéndole el cabello—. Pero recuerda que viene el año más difícil de tus estudios, no los descuides.

— No lo haré, Remus. Me siento muy feliz pero también deseo graduarme con las mejores calificaciones.

— Y así será.

— Yo sigo impactado de que los dos estén esperando bebé. —confesó Sirius sonriendo con picardía—. Creo que han estado teniendo mucha actividad, ¿eh, Harry?


Harry se sonrojó pero no borró su sonrisa, y le ayudó mucho ver el rostro acongojado de su mejor amigo, a quien no le había hecho mucha gracia el comentario del animago, prefería evitar imágenes en su cabeza.


— ¿Y cuánto tiempo tienes, Harry? —preguntó Ron, ansioso de volver a concentrarse en lo importante.

— Hemos tomado la poción desde hace un par de semanas. Mañana iremos con un medimago para comprobarlo.

— Mi madre se pondrá feliz cuando se entere, tienes que enviarle una carta ahora mismo, pero cuida bien tus palabras o la tendrás atosigándote todo el tiempo.


Harry rió, pero enseguida guardó silencio al notar que Dumbledore se había acercado a Severus y enseguida ambos caminaban hacia la salida. Sin perder tiempo corrió hacia ellos.


— ¿A dónde van? —les cuestionó sonriendo mientras se colgaba enamorado, del brazo del ojinegro.

— Después de esta noticia tengo asuntos que tratar con Severus, Harry. —le informó Dumbledore pacientemente.

— Pero ahora no, las cuestiones de trabajo pueden esperar. —aseguró sin dejar de sonreír—. Lo siento, Dumbledore, pero este día Severus es solo mío.


Harry jaló a su pareja de regreso hacia el interior del comedor en donde los demás los esperaban para continuar charlando. Severus no protestó, tan solo se encogió de hombros ante la mirada intrigada del Director del colegio. En esa ocasión decidió no insistir, y el anciano mago abandonó el lugar después de observar al grupo de amigos divirtiéndose.


— Les recomendaremos al medimago que está supervisando mi embarazo. —afirmó Draco—. Es muy bueno, a Remus le dijeron que es el mejor en su campo.

— Gracias, pero Severus ya hizo cita con uno. —intervino Harry—. Pero si no nos convence, con gusto aceptamos tu recomendación, Draco.

— ¿Y cuándo es la boda?


El rostro de Severus se tensó al escuchar la pregunta de Sirius. Harry, en cambio, no titubeó al sonreír aún más mientras sujetaba la mano de su pareja.


— Sev y yo aún no nos ponemos de acuerdo, pero será pronto, así que ve ahorrando, Sirius, porque te tocará pagar la luna de miel.


Todos rieron con la expresión preocupada del animago, Harry aprovechó la distracción para inclinarse hacia Severus.


— No te alarmes, lo dije para calmarlo. —le susurró al oído fingiendo ante los demás que solo era una muestra de cariño


Severus asintió discretamente, realmente esperaba que así fuera, no quería una boda que complaciera al pulgoso. Fue entonces que Remus se puso de pie para marcharse, tenía aún mucho por organizarse ahora que las clases estaban por dar inicio. Sirius se ofreció a ayudarlo pero Draco prefirió permanecer más tiempo con sus amigos, continuaba feliz de imaginarse a Severus en espera de un bebé.


— Es tan emocionante. —confío Draco—. Apenas puedo creer que a principios de este año creímos que nuestras vidas se arruinarían, y ahora los tres estamos embarazados.

— Es mejor no recordar el pasado. —opinó Severus mirando hacia Harry—. Lo importante ahora es que todo está bien.


Draco asintió estando de acuerdo con su padrino. Entonces miró a Ron sentado a su derecha, Sebastian también estaba ahí, pero hasta entonces había permanecido callado.


— Sigues tú, comadreja. —rió el rubio—. Creo que te haría bien animarte.


Ron se sonrojó notoriamente. Harry concentró su atención en él y sonrió, sabía que sus amigos aún no daban el paso definitivo, pero esperaba que lo hicieran pronto, así que una ayudadita no les vendría mal.


— Quizá un bebé no, pero no sé qué esperan para ser novios.

— ¡¿Ustedes dos?! —cuestionó Draco asombrado luego de entender las palabras de su amigo.

— En realidad... —empezó Sebastian sonriendo forzadamente—... yo quisiera aprovechar el momento para despedirme, me marcho mañana.

— ¿Irte? —repitió Ron girándose a mirarlo, no se había esperado escuchar esa noticia—. ¿Pero porqué?

— Bueno, Ron, mi estancia en Hogwarts era por Harry, pero ahora eso es cosa del pasado, las clases comenzarán pronto y no creo que deba permanecer viviendo aquí.

— P-pero... ¿vas a dejar sola a Jean?

— Jean no estará sola, es tiempo de que empiece sus estudios y vivirá en la casa que le corresponda.


Ron asintió pero no se le veía muy feliz, volteó a mirar a Harry intentando regresar a la conversación del embarazo pero no pudo, tan solo se excusó torpemente antes de salir del comedor.


— Es normal que esté afectado porque te vas. —le dijo Harry a Sebastian al ver que el rumano miró con tristeza la puerta por donde había salido Ronald—. Hace muy poco tiempo que perdió a quien amaba... ahora te vas tú.

— Pero no me iré para siempre, en un año se graduará y ese día regresaré por él.

— Es un año, Sebastian. —insistió Harry—. Y no puedes imaginar lo triste que estaba por la muerte de Hermione antes de que llegaras, sé que la soledad podría volver a sumergirlo en los recuerdos.

— ¡Es que yo tampoco quiero irme, Harry! No quiero, pero no puedo hacer otra cosa, no me culpes, por favor.

— No te estoy culpando, perdona. —ofreció el ojiverde sinceramente—. Pero me preocupa mi amigo, desde que estás aquí le regresó la vida a sus ojos, no quiero que vuelva a deprimirse.


Sebastian respiró hondo sin responder, él tampoco quería que Ron regresara a ensimismarse. En esas últimas semanas el pelirrojo lucía cada vez más relajado, reía con su acostumbrado desgarbo y jugaba mucho con él. Se habían vuelto inseparables y sus sentimientos se afianzaban con firmeza, temía mucho de que todo se derrumbara.


Draco guardó silencio sin saber qué decir. Aunque Ron no era el mejor amigo en su vida, le entristecía su situación, no quería ni imaginarse el dolor de sufrir la muerte de quien amas y luego renunciar a una incipiente ilusión.


Severus, les observó a todos, notó su congoja y finalmente, se atrevió a intervenir.


— ¿Y porqué no te quedas como mi ayudante?


Los tres jóvenes miraron a Severus intrigados por su pregunta. Fue Sebastian el primero en comprender su proposición y no podía ocultar la alegría que ésta le proporcionaba. Severus siempre había sido su modelo a seguir, por él se rehusó a dedicarse a los negocios familiares, siempre con la esperanza de poder enfocar su vida a una de sus grandes pasiones.


— ¿Está hablando en serio?

— Nunca bromeo con asuntos profesionales, Antonescu. —afirmó Severus—. Ahora con mi embarazo no podré realizar demasiadas pociones, es bien sabido que no debo exponerme por tiempo prolongado a determinadas sustancias.

— Lo sé. —dijo nervioso—. Pero supongo que debe tener una gran fila de interesados más competentes y experimentados que yo y...

— ¿Usted no está interesado?

— ¡Sí, claro que lo estoy! —exclamó apresurado.

— Entonces está contratado, y ya no tiene que abandonar el castillo.


Harry sentía que el corazón le iba a estallar del orgullo que le embargaba por la noble iniciativa de su pareja, tuvo que contenerse para no saltarle encima y comerlo a besos. Sebastian aceptó de inmediato el puesto, no solamente estaría inmerso en los conocimientos del mejor pocionista que conocía, sino que además, podría quedarse en el castillo... con Ron.


No pudo esperar más para decírselo. Los demás comprendieron su ansiedad y le vieron desaparecer del comedor en pocos segundos.


Me he enamoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora