Por un amigo

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Por un amigo






Para mala suerte de Harry, la primera clase de ese día era precisamente Pociones. Decidió usar un hechizo que ocultara las huellas de que había pasado el resto de la madrugada llorando. Ahora se sentía más relajado, pero de cualquier forma continuaba el semblante de tristeza en su rostro y prefería que Severus no lo notara.


De cualquier forma el profesor aparentaba no reparar ni siquiera en su presencia. En cuanto estuvieron todos en su interior del aula les ordenó que siguieran las instrucciones que previamente había escrito en la pizarra, harían un filtro para detección de venenos.


Harry se dispuso a trabajar solo, tal como había estado haciendo desde que sus amigos ya no estaban con él en clases. Se agachó para encender el mechero con resignación, y al erguirse se sorprendió descubriendo a Draco acomodando sus pertenencias junto a él.


— Espero que no te importe que seamos compañeros de banca, Potter. —le dijo el rubio con una sonrisa tras de su tono fingidamente áspero.

— ¿Pretendes volver a sabotear mis pociones?

— Ah, para eso no necesitas ninguna ayuda, creo que es lo único en que puedes arreglártelas por ti mismo.


Harry le mostró la lengua jugando y Draco correspondió enfatizando su sonrisa. Hacer el filtro de ese día resultó muy grato para ambos. A pesar de que el rubio era muy perfeccionista en esa clase, Harry comprobó con agrado que también era paciente, y para su asombro, no se regodeó con sus conocimientos sino que le explicaba cualquier error que pudiese cometer y lo hacía de tal manera que no podía ofenderse ni sentirse minimizado.


Aquella clase que creyó sería eterna, estaba transcurriendo muy amenamente dándose el tiempo incluso para bromear, Harry casi podía olvidarse de Snape y estaba disfrutando de la clase bastante bien.


— Harry... —susurró Draco adquiriendo de repente una gran formalidad en su voz, el ojiverde miró rápidamente el caldero, temiendo haber hecho alguna estupidez que arruinara todo—... ¿has tenido noticias de la comadreja?


El Gryffindor asintió volviendo a dirigir sus ojos hacia su amigo. A pesar de que los últimos días Draco parecía estar más tranquilo, supo ahora, que sus ojos grises dejaban traspasar la máscara impuesta para reflejar la preocupación que sentía.


— ¿Va a volver al colegio? —continuó Draco.

— No sabía que te importara mi amigo. —respondió sonriendo.


Draco bajó la mirada sin responder por lo que Harry decidió que era momento de dejar de bromear, pudo adivinar que Draco continuaba afectado por la muerte de Hermione, quizá probablemente también se culpara de la ausencia de Ron.


— Si yo estuviera en su lugar, me odiaría. —confesó Draco tan bajito que Harry apenas sí le escuchó, pero lo hizo y eso confirmó sus temores.

— No creo que él te odie.

— ¿Ah no? si además de que su novia murió en mi lugar, ahora ya no se graduará en Hogwarts... no es que tuviera un prometedor futuro por delante, pero ahora ni siquiera tendrá su diploma.

— Estoy seguro que Ron volverá pronto. —respondió convencido—. Draco, tengo que hablar contigo, iré a verte a tus habitaciones cuando terminen las clases.

— ¿Y tus reuniones con mi padrino?

— Se acabaron. —le informó esforzándose por sonreír—. Rompimos anoche.


Los ojos de Draco se abrieron desorbitados al enterarse de tan atroz noticia. Instintivamente volteó a mirar a su padrino, éste parecía concentrado revisando algunas tareas por lo que el rubio frunció el ceño molesto por la tranquilidad con que Severus había abandonado a Harry.


— Todo quedó bien entre los dos. —continuó el ojiverde consiguiendo que su amigo volviera a ponerle atención—. Fue una decisión mutua y te aseguro que ha sido lo mejor que pudimos hacer.


Draco no estaba muy seguro de que su amigo dijera la verdad, sus ojos se veían tristes, pero en ese momento Harry volteó hacia el escritorio, justo entonces Severus también lo hizo e intercambiaron una breve mirada.


El Profesor abandonó su asiento y fue hacia ellos. Draco no dejó de observarlos, no había rencor ni desprecio en ninguno de los dos rostros.


— Harry... —musitó suavemente el ojinegro, casi ignorando la presencia de Draco, quien continuaba impávido al verlos actuar tan relajados, como si ninguna maldición estuviese a punto de condenar el alma del ojiverde—... ¿Puedes quedarte un momento después de clase? No te demoraré demasiado tiempo.


El chico asintió con una sonrisa antes de regresar a la elaboración de su poción. Draco no sabía qué pensar, era tan extraño verlos actuar como si realmente ninguno de los dos tomara la debida importancia a su rompimiento. Sin embargo, eso también le daba una esperanza, quizá aún no todo estaba perdido.


Me he enamoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora