Dolor revivido

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Dolor revivido




Ron tan solo escuchaba sus pisadas apresuradas corriendo por los pasillos y a su respiración entrecortada. Se resistía a poner atención a los llamados de Sebastian persiguiéndole.


Miraba el piso de piedra pasar a toda velocidad por sus pies, y luego miró hacia arriba, llegó hasta las escaleras y empezó a subirlas de dos en dos, tenía que llegar cuanto antes a la torre de Gryffindor, ahí estaría a salvo, la contraseña fue cambiada esa mañana así que no tuvo oportunidad de comunicársela a Sebastian... él no podría entrar tras de él.


Sin embargo la escalera le jugó una mala broma, tuvo que sostenerse con fuerza para no caer al vacío cuando ésta empezó a moverse. Miró la profunda caída... quizá no fuera tan mala idea terminar con todo.


— ¡Por favor, Ron! —suplicó Sebastian más abajo.


Ron volteó a mirarlo, ambos estaban en la misma escalera pero el rumano se sostenía exhausto del barandal, sus piernas ya no le respondían y cayó de rodillas sobre uno de los escalones mientras intentaba recuperar su respiración.


— ¡¿Porqué me estás haciendo esto?! —gritó Ron enfurecido.

— No... no es mi culpa. —jadeó acomodándose sobre el escalón sin dejar de mirar hacia arriba, le dolía ver los ojos azules de Ron acusándole con tanta rabia.

— ¡Pues no me importa de quien es la culpa, no quiero verte más!

— Pero...

— ¡Tú ya no me hablabas, ya no me buscabas, pues sigue así, Sebastian, mantente alejado de mí! ¡Te odio con todas mis fuerzas!


La escalera se detuvo frente a un corredor, y aunque Ron sabía que le llevaría por un camino más largo, no se detuvo, volvió a salir huyendo como si el mismo demonio le persiguiera. Sebastian permaneció en su lugar, ya no tenía fuerza de dar un paso más, y solo se encogió en sí mismo, llorando en silencio.


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Harry miraba a Severus dormir, tenía su rostro muy cerca y suavemente peinó sus cabellos apartándoselos del rostro. Eso hizo que el ojinegro frunciera un poco su nariz pero no despertó. Harry sonrió enamorado, le gustaba darse cuenta de la confianza que Severus tenía a su lado.


"No puedo poner en riesgo nuestro hogar" Pensó preocupado, había estado pensando en algunas formas de ir hasta Hogwarts y asegurarse que realmente Ron estaba bien, pero era una imprudencia que podría tener consecuencias muy desagradables.


Así que respiró hondo intentando tranquilizarse. Quizá estaba exagerando y Severus tenía razón, en Hogwarts no podía pasarle nada malo a su amigo, y además, no estaba solo... Sebastian le protegería.


Cerró los ojos pensando que tenía que dormir un poco.


Harry no se imaginaba que era precisamente Sebastian el causante de que justo en esos momentos Ron tampoco pudiera dormir.


Se removía en su cama sin lograr conciliar el sueño, escondiendo su rostro bajo las almohadas en un vano intento para no pensar. Finalmente se puso de pie, escuchó como sus demás compañeros ya dormían sin imaginarse lo que le estaba pasando. Fue hacia la ventana y miró rumbo al bosque prohibido, muy cerca de él había perdido a Hermione para siempre.


"¡No!... no volveré a pasar por lo mismo" Exclamó hundiendo sus dedos en su cabello rojizo, apretó sus párpados con fuerza intentando dejar de recordar la imagen de Hermione sin vida en ese frío féretro.


Ron giró sobre sus talones, tomó su mochila sacando todos sus libros y enseguida introdujo en ella alguna de su ropa. Con ella al hombro salió del dormitorio después de quitarse el pijama para vestirse. No tenía ninguna idea de a dónde iría, tan solo estaba seguro que no quería volver a sentir su corazón destrozado


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El olor a pan tostado y mantequilla despertó a Harry. Se llevó las manos a su vientre acariciándolo con suavidad.


— Mmmm, parece que tu padre nos ha preparado el desayuno.

— Así es, abre ya los ojos, perezoso.


Harry obedeció con una sonrisa, y mientras se sentaba, Severus le colocó una mesita sobre sus piernas en la cual se encontraba el desayuno.


— Oh, te esmeraste. —comentó Harry gratamente sorprendido, aparte del pan, había huevos fritos, tocino, jugo de naranja, leche, y un gran tazón de moras.

— Claro, todo para mi futuro esposo.


Harry le sonrió, aprovechó que Severus se había recostado a su lado para besarle en la mejilla y enseguida inclinarse besando y acariciando el redondeado vientre del ojinegro.


— ¿Y tú, mi dulce Amy, cómo amaneciste?

— Dice que bien, —respondió Severus—. Está ansiosa por nacer y poder tocarte.

— ¿En serio? —cuestionó incrédulo—. Pues entonces dile que no la soltaré por días.

— Ella te escucha, y dice que le encantaría que lo hicieras... que te ama.

— Y yo a ella... ¿Sev, de verdad crees que me sienta?

— Te lo prometo, yo la siento a ella como si fuese yo mismo. Hay una fuerte conexión entre los dos.

— Pues te envidio. —manifestó Harry fingiéndose celoso, volvió a acomodarse colocando su espalda contra la cabecera y suspiró acariciando su barriga—. Mi bebé solo me patea cuando tiene hambre... y justo ahora me apresura para comer.


Severus sonrió divertido, tomó una de las moras acercándola a los labios de Harry para que comiera. Le gustó mucho ver como el ojiverde la devoraba enseguida evidenciando que aún disfrutaba del sabor de la frutilla. Sin embargo, a pesar de estar gozando de ese íntimo momento, no se olvidaba de una promesa.


— Veo que ya te sientes más tranquilo que ayer.

— Sí, discúlpame si me exalté demasiado, pero desde que Hermione murió siento que algo entre Ron y yo se estrechó aún más, es como si todo ese cariño que sentíamos por ella lo convertimos en un poderoso lazo que nos mantiene unidos más fuerte que nunca.

— Te entiendo... bueno, en realidad no entiendo mucho que quieras tanto a ese inepto, pero comprendo que te preocupes por las personas que amas, a mí me pasaría lo mismo por ti. Por eso, cuando termines de desayunar iré en busca de ese elfo al que llamabas para que puedas hablar con él.


Harry suspiró profundamente antes de olvidarse del desayuno y recostarse sobre el pecho de su pareja.


— No, Sev, no vayas. —aseguró suave pero dejando bien claro que hablaba en serio—. Puedo esperar a tener noticias del señor Weasley.

— Pero, no quiero verte triste.

— No lo estaré, y me pondré más triste si alguien te ve y te descubre. Si nos separan nuevamente, Sev, entonces sí que me derrumbaré. Olvida a Dobby, te prometo que no se repetirá lo de ayer.


Luego de obtener una aceptación de Severus, Harry respiró más tranquilo, realmente temía que por su culpa algo saliera mal y fuese Severus quien pagara las consecuencias, ahora Sirius debía estar tan furioso que sin duda alguna le mandaría directo a Azkaban... No podía permitir que fuese a Grimauld Place donde estaba Dobby, y rogaba para que realmente Ron estuviese bien.


Me he enamoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora