Destino elegido

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Destino Elegido





Draco continuaba en silencio mirando su plato con la cena intacta, a pesar de no haber ido al comedor no tenía hambre, además, pensaba que su presencia en las habitaciones de su profesor de Defensa no era precisamente para comer, pese a que éste y su pareja lo hacían con toda normalidad.


Sirius supo que de nada serviría aparentar no sentirse nervioso, así que finalmente dejó su plato a un lado y al verlo, Remus hizo lo mismo.


Draco sintió que todo su cuerpo temblaba, había llegado el momento de hablar.


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Ayudada con un pergamino, Hermione no dejó de abanicar a su novio, éste continuaba inconsciente en la cama de enfermería frente a Harry. Poppy se había marchado luego de comprobar que solo se trataba de un desmayo histérico, ella también se sentía a punto de tener uno pensando que esos Gryffindor le harían caer enferma.


El pelirrojo empezó a despertar lentamente y su novia se apresuró a darle un vaso con agua, le preocupaba la palidez que tenía el chico, parecía como si hubiese visto un nido de arañas.


— Tranquilo, todo está bien. —le susurró al ver que su novio terminó por abrir los ojos tan grandes que bien podrían haberse salido de sus órbitas y rodar como canicas—. ¿Qué fue lo que pasó?


Ron miró a su novia reflejando todo el temor que sentía, su respiración se tornó irregular por lo que Hermione estuvo a punto de ir nuevamente por la enfermera, sin embargo, Ron la sujetó fuertemente de la muñeca impidiéndoselo.


— Hermione... acabo de hacer LA estupidez de mi vida. —susurró asustado.

— No seas tan presumido, sé que puedes hacer aún mayores. —dijo sentándose a su lado procurando bromear, pero al ver que su novio le miraba incrédulo por su aparente diversión, decidió volver a tomarle con seriedad—. De acuerdo, cuéntame en dónde estuviste y porqué te desmayaste.

— ¡Oh, Merlín! ¡¿Porqué demonios no nací mudo?!


Ron volvió a dejarse caer sobre su cama cubriéndose el rostro con sus manos. Ahora iba a tener que planear cómo iba a ser su vida sin magia luego de ser expulsado de Hogwarts... su madre lo iba a matar, pero lo que era peor, Harry ya no iba a querer hablarle nunca más.


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Draco estaba sentado en medio del sofá, las manos le sudaban por el gran nerviosismo que tenía. Levantó la mirada y vio a Sirius sirviéndose una copa de vino, en ese momento pensó que quizá no era el único aprensivo en esa habitación, giró el rostro en busca de Remus y le sorprendió mirándole. Rápidamente bajó la mirada sintiendo sus mejillas enrojecer.


El Profesor lo notó, con eso comprobó que para Draco aquel momento podía ser el más difícil de su vida, así que fue hacia él sentándose a su izquierda.


— No estás obligado a nada, Draco. —aseguró sonriéndole.

— Lo sé.

— Si tu respuesta es negativa, sostendré mi petición de matrimonio hasta que encuentres a la persona adecuada. Te doy mi palabra que te liberaré cuando tú así lo desees.

— Tal vez no quiera liberarme nunca. —respondió sosteniéndole la mirada a pesar de que sentía sus mejillas enrojecer—. Pero usted... ¿usted no querrá algún día su libertad?

— Draco, tanto Sirius como yo no tenemos ninguna duda de que sería para siempre. Este trato que te hacemos no es algo que hemos pensado sólo para salvarte... también es porque queremos que seas parte de nosotros.

— Ustedes ya están demasiado compenetrados el uno al otro, han sido una pareja por años, no sé cómo podrían acostumbrarse a la presencia de otra persona que quizá signifique un peligro para su relación.


Remus no respondió, tan solo curvó ligeramente sus labios en una cálida sonrisa. Draco sintió entonces que Sirius se había sentado a su derecha y giró a mirarlo.


— Eres quien más me inquieta, Sirius. —confesó apenado—. Me preocupa que esto no funcione y termine arruinando tu relación con el Profesor Lupin. Has sido muy comprensivo conmigo y no quiero pagártelo causando problemas.

— El amor que siento por Remus es tan sincero y grande que no se romperá por nada ni nadie, yo creo que tú, en lugar de venir a destruirlo, llegarás a afianzarlo, Draco. —aseguró enlazando sus dedos con los del rubio—. Tu inclusión en nuestra relación la ha madurado aún más, ahora sabemos que siempre hubo un espacio entre nosotros... un espacio que sólo puede ser ocupado por ti.

— ¿Solo por mí?

— Así es. —dijo bajando el volumen de su voz hasta convertirlo en casi en un susurro que a Draco le pareció inmensamente sensual.


El rubio se quedó mirando a los ojos grises de Sirius mientras éste se acercaba a su rostro, acariciándole las mejillas con profundo cariño. El corazón de Draco empezó a latir fuerte, muy fuerte, y su mirada se deslizó hacia los labios del animago.


— Quiero que estés con nosotros, Draco. —susurró Sirius ya dejando caer su aliento en los labios del chico—. Quiero que nos permitas amarte, y proporcionarte un placer que jamás obtendrás en ningún lado. Nosotras ya te sentimos nuestro... Haznos tuyos, no lo pienses más.


Draco jadeó cuando la mano de Sirius se posó en su cuello al mismo tiempo que conocía el sabor de esos labios. Cerró los ojos sin poder evitar sentirse cada vez más excitado... tuvo que reconocerlo, Sirius le ponía muy duro.


Abrió sus labios anhelando que la caricia se intensificara. Sirius le complació rozando con su lengua la de Draco y lentamente fue recostándolo en el sofá. El chico jadeó al sentir que su cuerpo estaba sobre el de Remus, que éste le había recibido con un abrazo y acariciaba su cabello mientras que Sirius continuaba besándolo.


Me he enamoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora