Secreto al descubierto
Harry sintió como la fuerza invisible que le separó de Severus le depositaba suavemente sobre la hierba, y en cuanto pisó tierra firme, corrió a reunirse con su pareja, sin embargo, las puertas de hierro se cerraron antes de que pudiera salir nuevamente del colegio. Se aferró a los barrotes mientras miraba angustiado como Severus caía de espaldas sobre el terreno duro.
Lo que más le alarmaba era ver de dónde provenía el hechizo que les había separado.
— ¡Sirius, basta! —gritó asustado, nunca había visto a su padrino tan enfurecido.
Sirius no le respondió, así que Harry quiso salir pero las puertas parecían haber sido selladas. Lo peor del caso es que Severus había quedado inconsciente en el piso y no parecía reaccionar ni con sus gritos.
Para asombro de Harry, Sirius no estaba solo. Remus y Dumbledore permanecían a su lado, y aunque ninguno de los dos había atacado a Severus, tampoco le defendían. Harry se sentía en medio de una confusa pesadilla.
— Es suficiente, Sirius. —dijo Remus luego de que el animago se hiciera de la varita de Severus y volviera a apuntarle, sin importar que el profesor había quedado fuera de combate.
— ¡Es un maldito, Remus, quisiera matarlo ahora mismo!
— Recuerda que lleva un hijo de Harry con él... aunque se lo merezca, no puedes matarlo.
Harry no podía creer las palabras de Remus, lo sabía menos impulsivo y más razonable que Sirius, y ahora sus ojos destilaban el mismo desprecio que su padrino.
Dumbledore, quien había permanecido en silencio, se acercó hasta donde estaba Severus inclinándose a su lado. Usó su varita para verificar que no tuviera ningún daño. Por lo menos eso era lo que Harry esperaba que estuviera haciendo, ya no podía ni hablar, su corazón le retumbaba con fuerza en los oídos.
De la varita del Director salió de pronto un halo de luz verdosa que envolvió a Severus por un segundo antes de desaparecer.
— ¡¿Qué pasa?! —preguntó francamente asustado—. ¡Déjenlo ya, no ha hecho nada malo!
Hasta ese momento Sirius volteó a mirarlo, sus ojos grises brillaban compasivos, como si pensara que Harry había perdido la razón y deliraba.
— Nunca debí permitir que se acercara a ti, pero yo mismo me encargaré de libertarte de su influencia.
Harry sacudió la cabeza sin poder creer lo que escuchaba. Iba a protestar cuando notó que Severus se movía, eso era más importante aún, así que volvió a intentar salir pero sin éxito.
Sacó su varita y retrocedió unos pasos, nada ni nadie le iba a impedir ayudar a su pareja, pero ni siquiera el Bombarda logró hacer mella en los barrotes de la reja. Jadeó asombrado, nunca le había fallado su magia hasta ese momento.
— Dumbledore modificó las barreras, Harry. —le informó Remus—. No podrás salir bajo ningún concepto.
— ¡¿Pero porqué?!
— Queremos protegerte de Severus.
— ¡¿Protegerme?!... ¡No hay nada de lo que tengan que protegerme! ¡Deténganse ahora mismo o les juro que me olvidaré de quiénes son y...!
Harry no terminó su advertencia, vio como Severus empezaba a reaccionar. Alarmado notó que hacía un gesto de dolor mientras se llevaba inconscientemente la mano hacia el abdomen. Sentía que moriría si algo malo le sucedía a su bebé.
— ¿Estás bien? —escuchó que Dumbledore le preguntaba al profesor.
Pero Severus no respondió de inmediato, parecía aturdido aún. Fue cuestión de un par de segundos en que miró a su alrededor estudiando la escena que comprendió su desventaja, podía sentir la ausencia de su varita dentro del bolsillo de la túnica.
Lentamente se puso de pie rechazando firmemente la ayuda de Dumbledore. Observó de reojo a Harry tras de las rejas, no tenía que ser adivino para saber que había sido apresado, sus manos fuertemente sujetas a los barrotes y la angustia de su mirada lo decía todo.
— ¿Qué estás haciendo, Black? —siseó amenazante, empezaba a perder la paciencia, y sabía que no se detendría si notaba un peligro en Harry.
— ¿¡Esto te responde tus dudas?!
Black le arrojó a la cara un pliego de pergaminos. Severus no se movió y les dejó caer al suelo sin siquiera mirarlos, podía reconocerlos en cualquier parte.
— ¿Cómo pudiste hacer algo como eso, Severus? —le recriminó Dumbledore, su voz estaba afectada, parecía desilusionado.
— ¡Severus no ha hecho nada malo! —gritó Harry, odiaba que el Director tuviera esa mirada acusativa, se suponía que él conocía a Severus mejor que Sirius o Remus, no podía estar creyéndole una mala persona.
Sirius y Remus voltearon a mirarle, y Harry notó que sus rostros lucían preocupados por él y bastante entristecidos, en contraste con la rabia y odio que destilaban cuando miraban hacia Severus.
Harry pensó que era una buena oportunidad para intentar hacerles entrar en razón, si continuaban queriéndole iban a escucharle, por lo que respiró hondo esforzándose por serenar su voz.
— Remus, Sirius... lo que sea que estén pensando, es un error. —afirmó nervioso—. Por favor, no lastimen a Severus, yo lo amo. Tan solo dejen que hable para que aclaren este malentendido.
— No hay ningún malentendido, Harry. —suspiró Remus y Dumbledore asintió dándole la razón—. Descubrimos la canallada que hizo contigo, esos pergaminos son la prueba de la idea más monstruosa que ha hecho.
Harry entornó los ojos esforzándose por entender, y cuando creyó saber de qué trataban los pergaminos, su mirada se tornó en ira. Severus arqueó los ojos impaciente, hubiera querido aclarar ese punto a solas, pero parecía que resultaría imposible.
La expresión indignada de Harry fue malinterpretada por Sirius como un rasgo de confianza hacia sus palabras, por lo que decidió aprovechar e intentar romper de tajo con la imagen idealizada que Harry tenía de Severus Snape.
— Te embarazó sin tu consentimiento, Harry, y se embarazó él sin importarle arriesgar las almas de ambos bebés a pasar la eternidad en los infiernos... ¡es un monstruo!
Harry jadeó con dolor, hubiera dado lo que fuera con tal de que nadie se enterara jamás de la extremosa audacia de Severus, temía que nadie podía comprenderlo como él.
— ¿Porqué, Severus? —le recriminó agobiado—. Tú me prometiste que...
— ¡Porque es un miserable gusano! —interrumpió Sirius—. Y ahora entenderás que no podemos permitir que se te acerque más, es un peligro constante que...
— ¡No es ningún peligro! —bramó Harry sacudiendo los barrotes, ansioso por pasar del otro lado—. ¡Yo sabía eso, sé todo lo que hizo!... fue por salvarme, él lo único que quiso fue salvarme.
Al ver que no podía hacerlo, Harry cayó de rodillas derrotado, llorando en silencio al no sentirse capaz de defender a Severus como quería. Viéndolo así, Severus intentó acercarse, necesitaba pedirle perdón por no haber destruido los pergaminos tal como se lo había prometido, pero nuevamente una fuerza les separó.
Harry jadeó alarmado cuando vio que Severus tropezaba en un intento de mantener el equilibrio. A cada momento le angustiaba más que algo realmente malo le hicieran a él o a su bebé.
— Lo lamento, Severus. —dijo Dumbledore. Harry volteó a mirarlo descubriendo que había sido él quien apartara al profesor lejos de la cerca—. Has usado magia oscura en el colegio, has puesto en peligro a un estudiante al que embarazaste sin su consentimiento, burlaste por lo menos una docena de leyes mágicas... No puedo hacer por ti nada más que evitar que termines en Azkaban, pero no tienes permitida la entrada a Hogwarts, y tampoco se te permite acercarte a Harry Potter.
Tanto Harry como Severus abrieron la boca azorados ante la sentencia pronunciada tan formalmente por el Director del colegio. El ojiverde sintió que hasta el aire le faltaba, pero por el contrario, luego del primer minuto de asombro, Severus se irguió endureciendo sus facciones.
— ¡Júzgame si quieres, pero no tienes ningún derecho a intervenir en mi relación con Harry! —bramó señalando también a Remus y Sirius y extendiendo de ese modo la advertencia también a ellos—. ¡Es mi pareja y si he de irme de aquí, se irá conmigo!
Al escucharlo, Harry se ayudó de las rejas para volver a ponerse en pie, el corazón le latía emocionado mirando como Severus no pensaba renunciar a él. De pronto se le olvidó su coraje por no haber roto los pergaminos y sonrió esperanzado. No le importaba tener que dejar todo atrás, por Severus sería capaz de ir al fin del mundo.
— ¡Sí, nos vamos juntos! —afirmó mirando decidido hacia su pareja, él le observaba satisfecho de su reacción.
Sin embargo, nadie más estaba de acuerdo con ellos. Sirius rió burlón mientras se interponía entre ambos.
— Embarazaste a Harry siendo un menor de edad. —dijo mirando directamente a Severus—. Aunque haya cumplido los diecisiete, Kingsley me ha devuelto su potestad, está claro que no sabe protegerse de los degenerados, por lo tanto, se me asignó para cuidarle... Harry solo podrá recuperar su poder de decisión hasta los veintiún años, o hasta que se case, obviamente, con alguien que pase mi aprobación.
Ni Harry ni Severus lograron ocultar su asombro ante las palabras pronunciadas por el animago. Sin embargo, Severus además tenía rabia, odiaba que intentaran separarlo de la única persona por la que realmente se había preocupado en la vida, ¡era tan absurdo que le acusaran de intentar dañarlo!
Dio un paso adelante con la firme decisión de arrancar las rejas con sus propias manos de ser preciso, pero se llevaría a Harry de ahí. Sin embargo, no contaba con que la magia impuesta por Dumbledore le impediría acercarse a menos de un metro de los límites. De pronto tuvo una idea.
— ¡Harry, al Bosque, corre!
Harry no perdió tiempo, al ver que Severus corría hacia el Bosque prohibido, él también lo hizo, ambos con la esperanza de encontrar un camino que le ayudara a encontrarse. Sirius quiso ir tras de ellos, no podía permitir que Severus se saliera con la suya, pero Dumbledore hizo una seña para que se detuviera.
— Hagan lo que hagan no podrán reunirse. —manifestó el anciano con su voz más seria—. Yo sé aprender de mis errores, y Severus no conseguirá acercarse a Harry.
A pesar de la preocupación por su ahijado, Sirius decidió confiar y permaneció en su lugar en espera de ver qué pasaba.
Harry y Severus notaron angustiados que, entre más corrían por los lindes del bosque, parecía que sus caminos se iban alejando, era como si realmente estuvieran caminando en sentidos opuestos. Harry intentó correr hacia los árboles, pero cada que lo hacía, una fuerza invisible le hacía retroceder y la distancia se agrandaba.
Desesperado, sacó su varita y con un Accio llamó a su Saeta.
Severus se detuvo ya cansado de tanto correr, le miró comprendiendo su idea, pero las esperanzas empezaban a esfumarse.
Cuando Harry tuvo su escoba en la mano, no perdió tiempo en montarla. Desde su lugar, Severus le vio dar vueltas en el aire, su corazón latía angustiado temiendo que se dañara, algo extraño estaba sucediendo, Harry parecía haber perdido el sentido de orientación pues continuaba volando en círculos.
Finalmente volvió a tierra firme.
Ambos se miraron a la distancia, en silencio y sin necesidad de palabras supieron que ni por aire podía abandonar el castillo.
De pronto, Dumbledore, Remus y Sirius volvieron a aparecer, pero en esta ocasión estaban del otro lado de la barrera, junto a Harry. La ira volvió al corazón de Severus al ver como el animago sujetaba a su ahijado por el brazo.
— Vamos adentro, Harry, tenemos mucho de qué hablar.
— ¡No! —se negó deshaciéndose del agarre, quiso ir hacia Severus pero nuevamente sin éxito por lo que se giró hacia los demás, estaba tan furioso y asustado que las lágrimas resbalaban por sus mejillas sin poder evitarlo—. ¡Quiten ahora mismo esa maldita barrera!
— Hacemos esto por tu bien. —afirmó Dumbledore, pero sus palabras solo lograron incrementar la furia del ojiverde.
Harry bufó obligándose a no responderle al Director como se lo merecía. Volteó hacia Severus y lo vio diciéndole algo, parecía estar dándole ánimo pero ya ni siquiera lograba oírlo.
Nunca en su vida se había sentido tan triste, ni siquiera el recuerdo de aquella noche en la escalera en que creyó que su beso había repugnado a Snape podía compararse en lo angustiante... No, eso era mucho peor.
— Lo siento, Harry, pero no podemos quedarnos más tiempo acá afuera. —insistió Sirius jalándole del brazo hacia el castillo.
— No. —se negó retrocediendo—. Estás cometiendo un grave error, Sirius, y te juro que si no me dejas salir ahora mismo, nunca te lo perdonaré.
— Al contrario, Harry, sé que un día vas a agradecerme por haberte obligado... Vamos.
Sirius volvió a sujetar a Harry jalándolo hacia el castillo. Al ver aquello, Severus se desbordó en temor, parecía que realmente estaban consiguiendo separarlos. Le dolía en el alma verlo luchar por regresar a su lado, y corrió de regreso por toda la reja gritando de impotencia mientras miraba como Harry era arrastrado hacia Hogwarts.
Harry le llamaba, estaba pidiendo su ayuda y él no era capaz de atravesar la barrera. Finalmente llegó hasta las puertas, tan solo para corroborar una vez más que no podía abrirlas.
— ¡¡Harry!! —gritó con todas sus fuerzas.
Apenas alcanzó a escucharlo, pero su nombre pronunciado con tal cantidad de desesperación hirió gravemente el corazón de Harry. Luchó por liberarse, pero justo entonces Sirius le dio el último jalón hacia el interior del castillo. Quiso correr de regreso hacia afuera, pero las grandes puertas se cerraron impidiéndoselo.
Harry sintió que moría cuando su última imagen de Severus fue mirarlo zarandear las rejas del colegio infructuosamente... y pensar que no sabía cuándo podría volver a verlo.
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Me he enamorado
FanfictionUna maldición llega a la vida de dos jóvenes forzándolos a unirse a alguien más para poder salvar sus almas. ¿Qué suerte correrán con las personas que les han elegido? Snarry