Ilusionados

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Ilusionados




Harry todavía sentía que flotaba en las nubes, Snape no solamente le había abrazado consiguiendo hacerlo sentirse mejor, sino que ahora continuaba sentado sobre su cama de manera bastante informal, como si no se tratara del Profesor más estricto de Hogwarts... y estaba acariciando su rostro para secarle las lágrimas.


— Quien hubiera pensado que Harry Potter fuera un niño llorón. —se mofó Severus sin malicia.

— No soy llorón, no sé qué me pasó pero generalmente no lo hago. —se disculpó sonrojándose.

— Quizá te parezca ilógico que yo diga esto, pero en realidad me ha gustado mucho verte llorar. Tal vez en otras circunstancias te habría gritado que un hombre no puede tener esas muestras de sentimentalismo, o que las lágrimas solo señalan la debilidad... Pero ahora lo percibí como la prueba irrefutable de que no eres... arrogante.


Harry sonrió con timidez sin saber que Severus había estado a punto de decir "que no eres como tu imbécil padre". El Profesor respondió a la sonrisa del mismo modo, sorprendiéndose de sí mismo al sentir que estaba aprendiendo a ser tolerante con el chico.


— Puedo llorar todos los días si a cambio recibo otro abrazo consolador. —dijo provocativo.

— Oh, así que también es coqueto. —dijo arqueando una ceja.

— Nunca he tenido oportunidad de llevar a cabo ninguna estrategia de seducción.

— Pues ahora siéntase en libertad de experimentar conmigo lo que su imaginación le dicte.

— ¿Aguanta? —cuestionó riendo travieso.

— No puedo afirmarlo, pero en usted está encontrar el límite de mi tolerancia.

— Tentador reto, Profesor.


Severus sonrió nuevamente, sujetó la mano de Harry llevándola hasta sus labios rozándola con suavidad. El chico dejó de sonreír ante el impacto de semejante demostración de afecto.


— Será un honor, Potter, ser seducido por usted.

— De todo corazón, Señor, deseo que un día pueda amarme y tener la oportunidad de hacerlo feliz. —aseguró adoptando un tono más formal en su voz.

— Y para llegar a eso primero debemos conocernos un poco más... me gustaría que no dejara de visitarme en mis aposentos cada noche, podemos hacer lo que usted quiera, desde continuar con los planes de boda o simplemente conversar de los temas que más le interesen.

— Suena genial.

— Entonces intente recuperarse pronto. Si Poppy le permite salir de la enfermería, le espero en mi habitación esta noche ¿de acuerdo?


Harry asintió vigorosamente pensando que ni Voldemort resucitado le impediría abandonar esa enfermería a tiempo para llegar a su cita. Severus se puso de pie despidiéndose del ojiverde, aún tenía mucho trabajo por hacer a pesar de que era día supuestamente de descanso. El chico le vio dirigiéndose a la puerta y se sintió algo triste por eso, en pocos minutos Snape había logrado llegar más profundamente de lo que ya estaba en su corazón.


Inesperadamente, el Profesor se detuvo y regresó sobre sus pasos hasta quedar nuevamente junto a la cama de su alumno.


— Antes de irme tengo que dejar claro algo... su beso no estuvo nada mal, pero estaba tan enojado que no pude disfrutarlo como se debe. Si no se opone, me gustaría otra oportunidad.


Harry no podía ni hablar, la sola voz de Snape, tan grave y varonil acercándose más a su rostro le impedía siquiera pensar y haciéndole sentir que se derretiría por completo.


En un segundo volvía a sentir la calidez de los labios de Severus Snape sobre los suyos, pero en esta ocasión sin luchar, solo torturándolos con pequeñas succiones y mordiscos que acentuaban su excitación. Jadeó placenteramente cuando sus lenguas se entrelazaron, nunca nadie le había besado ni tan apasionado ni con tanta dulzura simultánea.


Harry se olvidó por completo de cualquier enfermedad, fue incorporándose hasta colocarse de rodillas sobre la cama y abrazar a Snape sin romper el beso. El Profesor no lo rechazó, por el contrario, sus brazos le rodearon por la cintura atrayéndolo posesivamente contra su cuerpo.


Ese movimiento hizo sentir a Harry más enamorado que nunca, le sorprendió la sensación de percibirse amoldándose a Snape, embonando como dos piezas hechas para unirse. Fue la mejor caricia para su corazón.


Hubieran podido quedarse besando por horas, pero el ruido de unos pasos les obligó a separarse. Harry regresó a recostarse aunque le era imposible dejar de sonreír tontamente. Severus volteó a mirar que era Poppy la que entraba desde su despacho, y aprovechó que se entretuvo recopilando algunos viales para volver a inclinarse hacia Harry y susurrarle.


— Más delicioso de lo que recordaba. —dijo acariciándole los labios con sus dedos—. Nos vemos esta noche, pequeño.


Harry asintió, pero antes de que Severus volviera a separarse le sujetó suavemente por la nuca.


— Gracias. —susurró dulcemente—. Gracias por darme esta oportunidad, yo le prometo que no se arrepentirá.

— Sé que no, Potter.


Aprovechando la corta distancia que separaba ambos rostros, Harry rozó nuevamente sus labios con los de su profesor para enseguida soltarlo y darle la oportunidad de marcharse. Y fue justo a tiempo antes de que Poppy se acercara lo suficiente para descubrirlos... aunque quizá no debería importarle, después de todo, el rumor de que se casaría con Snape pronto se esparciría como pólvora.


Me he enamoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora