Sorpresas insospechadas

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Sorpresas insospechadas





Severus temió que iba a arrepentirse por mucho tiempo, pero no había podido evitarlo, Harry quería una respuesta y él había sentido la necesidad de dársela. Sin embargo, ahora el ojiverde no dejaba de seguirlo por todo el despacho haciéndole mil preguntas más.


— Ya, Harry, recuerda que tengo que terminar de calificar. —pidió Severus esquivándolo luego de sacar un libro de su librero, un libro que por cierto, no necesitaba.

— Pero, Sev... lo que dijiste no es cualquier cosa, tenemos que hablarlo. —refutó el jovencito corriendo para conseguir interponerse en el camino del profesor.


Severus retrocedió y retomó el camino del otro lado del sofá que usó como barrera entre él y Harry.


— Yo no dije nada, Harry. —respondió fríamente.

— Pero lo escribiste. —afirmó Harry levantando su pie, eso consiguió que Severus sonriera, aunque casi enseguida volvió a ponerse serio.

— No tiene importancia.

— Para mí sí. —insistió Harry saltando sobre el sofá.


Pero Severus logró esquivarlo y regresar sobre sus pasos hacia el librero donde volvió a colocar el libro. Sin embargo, al girarse, el chico ya estaba ahí.


— ¿Vas a corretearme todo el día?


Harry se apartó ofendido por la pregunta de Severus, y sin decir palabra fue por sus zapatos para marcharse, pero al verlo hacer eso, el profesor se apresuró a interponerse en su camino.


— ¿Qué haces?

— ¡Dejándote de fastidiar, eso hago! —gritó empujándole intentando llegar a la puerta, pero nuevamente Severus se lo impidió sujetándolo por la muñeca.


— Harry, lo siento, no te enfades conmigo... además, ya te dije que no me molesta que estés aquí.

— Que consuelo. —gruñó sarcástico—. Bien, Severus, a mí no me molesta mandarte al diablo, ahora suéltame ya.


Pero en lugar de soltarlo, Severus le abrazó cariñosamente. Harry luchó unos segundos por soltarse, sin embargo, ese contacto físico le provocaba extrañas sensaciones que nunca experimentó, como si suaves brotes de energía le recorrían por la piel.


— Por favor... déjame ir. —suplicó temiendo no poder controlar tanto placer.

— Prométeme que no te irás.

— ¿Hablaremos sobre lo que dijiste?

— No me gusta hablar. —confesó frunciendo los labios.

— Entonces no tengo nada qué hacer aquí.

— ¡No!... de acuerdo, hablaremos todo lo que quieras, pero no te marches aún.

— Anda, no puede ser tan difícil. Ven.


Harry tomó a Severus de la muñeca llevándolo hasta el sofá en donde se sentaron. El profesor suspiró, definitivamente se sentía... asustado.


— Severus ¿qué sientes por mí?

— Ya lo sabes, ¿no? —respondió abrumado, no quería lastimarlo, a pesar de que Harry no estaba actuando tan mal, debía reconocerle que su curiosidad era justificada.

— Creí que no me amabas.

— Harry, responder eso me duele más a mí que a tí.

— Pero nadie siente a otra persona como de su propiedad sino tiene un interés importante por él.

— ¿Aún dudas de cuán importante eres para mí?

— No me refiero a que me aprecies... Sev, lo que pasó entre nosotros fue significativo para ti, ¿verdad?


Severus no respondió de inmediato, claro que había sido significativo para él... más que eso, no la olvidaría nunca, sin saber cómo, atesoraría esa noche como lo más preciado de su vida.


— Severus... ¿tú crees que algún día puedas amarme?

— Ya hemos hablado de eso. —respondió apoyando su cabeza en sus manos, manteniendo oculto su rostro.

— Pero yo siento que las cosas han cambiado y que tú también lo has hecho. —insistió Harry—. Antes no hubieras accedido nunca a ir a la cama conmigo, me instabas a que buscara a alguien más... ahora no, al contrario, te pareció bien que no quisiera tener una relación con Sebastian, y además dices que me consideras tuyo.

— Estás dejando volar tu imaginación, te recomiendo que la frenes antes de que llegues a conclusiones erradas.

— ¿Porqué no me respondes ninguna pregunta? Solo sabes contestar con evasivas y yo necesito saber a qué atenerme contigo.

— A nada, Harry... a nada.


Severus esperó a que Harry respondiera, pero al ver que solo hubo silencio, irguió su cuerpo volviendo a descubrir su rostro. Harry sonreía mirando sus calcetas entintadas, y aunque quizá debería sentirse más tranquilo al ver que seguía con buena actitud, no podía. Había logrado conocerlo muy bien y creía saber que otra vez le estaba rompiendo el corazón.


— Quisiera darte lo que necesitas. —susurró alicaído.

— No es importante. —dijo sin dejar de sonreír—. Después de todo, no me dices nada nuevo ¿verdad?

— Perdóname por estos momentos, no quiero lastimarte, de verdad.

— Solo respóndeme algo más y te prometo que te dejo en paz... ¿qué sientes de saber que pasaré una noche con Sebastian?


Los labios del Pocionista se tensaron, Harry casi pudo ver la vena de su cuello palpitándole con fuerza, pero solo duró un segundo, enseguida Severus tan solo se encogió de hombros sonriendo de tal manera que parecía como si realmente no le afectara.


— Supongo que ahora que sabes lo que es el sexo, lo disfrutarás.

— ¿Me prometes que sentiré lo mismo que sentí contigo?

— No, no será igual... pero la piel es piel, Harry, reaccionará con cualquier mano que te sepa estimular hasta que tengas un orgasmo.

— Se oye tan feo así como lo dices. —dijo suspirando preocupado—. No quiero que Sebastian me toque... es más fácil y digno morir sin traicionar lo que siento.

— Deja de decir boberías, ¿porqué te empeñas en olvidar que el castigo no es la muerte, sino lo que viene después?


Harry suspiró, siempre esperaba que la maldición estuviese siendo malinterpretada y tan solo morir y que todo terminara. Sin tener que ver a Bellatrix por toda la eternidad.


Ese pensamiento volvió a acongojarlo.


Severus pareció adivinar sus sentimientos pues se acercó para abrazarlo, no quería pensar si era prudente hacerlo o no, tan solo necesitaba que Harry dejara de tener tan terribles pensamientos.


— Creo que tienes razón, Severus... aunque tú no lo sientas de corazón, te pertenezco. Y no me importa la maldición, sólo quiero estar contigo... ¡es una necesidad agobiante!

— Lo sé. —aceptó suspirando mientras pensaba para sí mismo "Yo también te pertenezco, lo puedo sentir".


Harry no buscaba más nada, solo ese abrazo que le calmaba el deseo que le parecía tan intrigante, la necesidad de mantener ese contacto con Severus se estaba intensificando cada vez más. No sabía si todos los amantes experimentaban esa sensación después de haber hecho el amor por primera vez, pero Harry sabía que esa noche algo había cambiado, lo sentía muy dentro de su alma.


De pronto, su corazón dio un retumbe al sentir como Severus le sujetaba del rostro para levantarlo. Poco a poco fue acercándose hasta que Harry entreabrió los labios buscando aspirar más de ese dulce aliento que lo enloquecía. Estaba muy emocionado, Severus quería besarlo, ya casi podía sentir sus labios sobre los suyos cuando la chimenea hizo un ruido.


Abruptamente el profesor se levantó a atender. Dumbledore les llamaba a su despacho. Sebastian acababa de llegar.


Me he enamoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora