Condena consumada
Harry aferró sus manos al marco de la ventana por donde observaba a Ron en su enredo de piernas y brazos con Krum. Y luego miró nuevamente hacia Sebastian. El joven Rumano mantenía abrazada a su hermana menor, y le pareció un cuadro demasiado triste.
Su conciencia le pegó duro, si no fuera por él, Sebastian estaría ahora con su vida normal en su país de origen.
"Quisiera hacer algo por él" Pensó agobiado.
Cerró sus ojos con cansancio, y de pronto empezó a sentir una especie de calor por todo su cuerpo mientras la respiración se le agitaba. Volvió a abrir sus párpados y el mareo regresó, tuvo que sostenerse con más fuerza mientras que, a la distancia, veía impactado como las aguas del lago se removían en una gigantesca ola que se abalanzó sobre la pareja que continuaba retozando en el pasto.
Harry miró como eran arrastrados hacia el lago, volteó hacia Sebastian comprobando que el joven rumano había logrado ver lo sucedido por lo que, sin pérdida de tiempo corrió en su ayuda.
Jean corrió también, pero no podía ayudar, tan solo se mantuvo angustiada en las orillas mientras veía como su hermano se lanzaba al lago en busca de Ron.
Ninguno de los dos jóvenes atrapados lograba verse. Harry sentía el corazón salírsele del pecho, quiso correr hacia ellos pero el mareo no le permitía dar ni un paso. Cada segundo se asustaba más, supo que algo había descontrolado su magia provocando ese incidente y ahora no podía remediarlo.
Fueron pocos segundos, pero le pareció toda una eternidad hasta que por fin vio a Ron y Sebastian emerger juntos, y un poco después, Viktor también lo hacía. Los tres nadaron acercándose a la orilla, pero antes de poder alcanzarla, algo jaló a Sebastian hacia el fondo.
Harry vio como Ron se detenía y giraba buscando al otro chico. Sintió que el corazón se le saldría del pecho al ver cómo el pelirrojo volvía a sumergirse sin importarle los llamados de Viktor.
Por fin consiguió que el mareo cediera y se apresuró trastabillando hacia el exterior del castillo, pero apenas iba llegando a las enormes puertas cuando, desde ahí, pudo mirar como los tres jóvenes llegaban a la orilla, exhaustos pero a salvo.
Con mucho cuidado fue retrocediendo, y como ellos estaban demasiado cansados, no repararon en su presencia por lo que Harry decidió regresar a sus habitaciones, necesitaba urgentemente recostarse unos minutos. Ni siquiera Jean logró verlo, tan angustiada por su hermano que no ponía atención a su alrededor.
— ¿Estás bien? —preguntó Ron acercándose hasta Sebastian, le preocupó ver que había tragado demasiada agua luego de enredarse con las algas.
— Sí. —jadeó cansado pero aun así, logró enfocar al pelirrojo, lo tenía tan cerca que sus cabellos goteaban a ambos lados de su rostro—. Bajaste por mí.
Sebastian aproximó su mano acariciando temblorosamente las mejillas del pelirrojo. Ron no se apartó, necesitaba ver más tiempo esos ojos azules que relucían con vida... Cuando lo vio enredado, luchando inútilmente por zafarse, creyó por un segundo que no lo lograría, y lo único que pensó fue que no quería que muriera. Había sentido un dolor muy parecido a la pérdida de Hermione.
Sin embargo, de pronto recordó el inicio de todo y se apartó mirando a Sebastian con desconfianza.
— ¿Tú hiciste eso?
— No, Ron, yo solo vi lo que pasó y quise ayudar.
— Es cierto. —intervino Jean preocupada—. Sebastian y yo estábamos cerca y vimos que el lago se removía, Ron... por favor, no culpes a mi hermano.
Ron asintió más tranquilo, continuó arrodillado junto a Sebastian, y entonces recordó a Viktor, volteó a mirarle descubriéndole recuperando las fuerzas sobre el pasto, pero a pesar de su agitación, sus ojos marrones le observaban expectantes.
— Jean, regresa ahora al castillo. —ordenó Sebastian, no creía prudente que su hermana atestiguara tan bochornoso momento.
La niña dudó un par de segundos, pero después asintió y regresó al colegio dejando solos a los tres jóvenes.
— Viktor... ¿puedes dejarme hablar un minuto a solas con Sebastian? —pidió Ron, no se atrevió a mirar directamente hacia el jugador de Quidditch.
— Tal vez deba irme ya.
— ¡No!... necesito hablar contigo también. Espérame solo un minuto.
Viktor asintió aun cuando Ron no podía mirarle. Fue a sentarse en una roca apartada permitiendo que unos árboles les dieran la privacidad que necesitaban, miró hacia el lago temiendo estar a la espera del adiós definitivo de Ronald.
Sebastian se incorporó sentándose junto al pelirrojo, introdujo con cariño sus dedos en el cabello húmedo de Ron. Nunca se había sentido tan feliz como en ese momento, y se compensó con creces el terror que sintió cuando Ron renunciaba a subir a la superficie hasta liberarlo.
— Sebastian... no me hagas esto nunca más. —suplicó Ron angustiado después de haberlo visto a punto de morir—. No podría soportar de nuevo perder a quien amo.
Los ojos de Sebastian se abrieron asombrados, nunca pensó que Ron lo diría, era un sueño y casi pensó que realmente había muerto y estaba en el paraíso. Pero no, sentía su corazón y el de Ron latir con fuerza.
— Yo también te amo.
Fue todo lo que dijo antes de intentar besarlo, pero ni siquiera logró un pequeño contacto, Ron retrocedió de inmediato. Era imposible olvidar que este hombre que le despertaba tantos deseos de besar, era el mismo que al día siguiente se casaría con su mejor amigo.
— Lo siento. —se disculpó preocupado—. No me arrepiento de lo que dije porque es la verdad, pero no quiero que pienses que algo ha cambiado, Sebastian.
— Algo sí cambió, Ron. —aseguró sin dejar de acariciarle el rostro—. Has aceptado que me amas, eso es un mundo de diferencia.
— Si te pido que rompas con Harry, ¿lo harías?... ¿Lo harías ahora sabiendo que mañana puede morir si no es entregado a un extraño que ocupe tu lugar y que podría aprovecharse de él?
Sebastian bajó la mirada negando. Ron tenía razón, no podía traicionar a Harry cuando su vida y su alma dependían de él.
— Por eso me gustas. —continuó Ron sonriendo con tristeza—. Desde el primer momento demostraste que serías capaz de renunciar a lo que sea por salvar a un desconocido. Todos supimos que podíamos confiar en ti, no nos defraudes
— No lo haré.
— Bien, ahora ya quedó todo claro... Seamos amigos, Sebastian. Harry es demasiado importante para mí para poder permitirme ningún acercamiento más contigo.
Sebastian por fin bajó sus manos apartándolas de Ron.
— ¿Te gusta Krum?
— Mucho. —respondió sin dudar, a pesar de todo, Sebastian merecía su sinceridad—. Lo siento, Sebastian, cualquier cosa entre nosotros es imposible... pero con él no.
El Rumano guardó silencio, prefirió ya no insistir y simplemente comprendió que su tiempo había terminado, se puso de pie y regresó al castillo dispuesto a cumplir con su promesa hacia Harry... y también, darle con eso, a Ron la oportunidad de sanar su corazón.
Al quedarse solo, Ron tomó aire profundamente y fue a reunirse con Viktor. Éste se giró a mirarlo cuando sintió su proximidad, y la sonrisa que el pelirrojo le regalaba le confundió, realmente tan solo estaba esperando un adiós.
— Viktor, no sé qué decir.
— Perfecto, porque no quiero que digas nada.
Krum se puso de pie y tomando a Ron por la cintura le acorraló contra el árbol más próximo para besarlo. Reconocía el poder de su rival, pero él también tenía sus habilidades y sabría aprovecharlas muy bien.
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Me he enamorado
FanfictionUna maldición llega a la vida de dos jóvenes forzándolos a unirse a alguien más para poder salvar sus almas. ¿Qué suerte correrán con las personas que les han elegido? Snarry