Todo por él
Sirius llegó hasta el anochecer del día siguiente. La tormenta de nieve había reiniciado afuera, y Draco corrió a abrazarlo cuando lo vio titiritando y su largo cabello oscuro casi congelado cayendo enmarañado sobre sus hombros.
— Dios, Sirius... ¿estás bien?
Alarmado, Draco le acariciaba el rostro sintiendo la piel tan fría que su color tenía un tinte violáceo. Sirius le miró a los ojos negando, no se sentía bien, pero no era el hielo sobre su cuerpo lo que le lastimaba. El rubio se alargó besando los labios congelados del animago.
Sirius cerró los ojos sintiendo como el calor de ese beso le llegaba al alma, pero cuando sintió que el cuerpo de Draco empezaba a humedecerse con él, le apartó suavemente.
— Te hará daño si te empapas.
— Entonces ven conmigo.
Draco tomó de la mano al pelinegro conduciéndole hasta el baño. Sirius no volvió a hablar mientras observaba como el joven Slytherin llenaba la amplia tina con agua caliente, y mientras eso sucedía, Draco se giró hacia él ayudándole a retirarse las ropas congeladas. Ninguno de los dos dijo nada, tan solo se concretaban en disfrutar del íntimo momento a plenitud.
Un suave jadeo brotó entre los labios de Sirius cuando se sumergió en el agua. Cerró sus ojos recostándose sobre la orilla mientras que Draco tomaba un pequeño cuenco con el que remojó el largo cabello de su amante. Sonrió al ver que el hielo desaparecía volviendo a recuperar los hermosos destellos azules.
— ¿Te sientes mejor? —preguntó cuando notó que el temblor de Sirius disminuía.
— Sí, gracias... pero sería mucho mejor si me acompañas.
Draco sonrió asintiendo, también él quería introducirse y compartir el baño con quien amaba. Prontamente se quitó su ropa y fue a reunirse con Sirius recostándose contra su pecho, le gustó comprobar que el cuerpo de su pareja ya no estaba frío, y cuando éste le abrazó, volvió a sentir como su piel cálida le estremecía.
Dejó caer la cabeza hacia atrás apoyándola en el hombro del animago, cerró sus párpados y con sus dedos fue acariciando los brazos que le rodeaban.
— Remus se preocupó por ti. —susurró Draco suavemente, sintió a Sirius tensarse un poco pero fingió no notarlo—. Ambos temíamos que algo malo te hubiese sucedido.
— ¿Dónde está?
— Tuvo que ir a impartir sus clases aunque no lucía muy contento con eso, incluso me permitió faltar a mí para quedarme a esperarte.
Sirius no respondió de inmediato, pero cuando lo hizo, su voz, que pretendía ser gélida, resonaba desilusionada e inmensamente triste.
— Remus me traicionó.
De inmediato Draco se giró buscando mirar directamente a los ojos, le lastimó ver en ellos el dolor que su amante tenía al recordar lo sucedido la noche previa.
— Sirius, eso no es cierto. —afirmó Draco cariñoso—. Remus nunca lo haría.
— Lo hizo, Draco, no me apoyó en el momento que más le necesitaba... Le defendió a él ¡a ese malsano manipulador de Snape!
— Remus tiene derecho a tener sus propias opiniones, Sirius. —refutó con calma, a pesar de la molestia que le provocó que su padrino fuese insultado de esa manera, en ese momento era lo que menos debía importarle—. Intenta comprenderle, él es un hombre tan sensible como ecuánime, no puede fingir seguir culpando a Severus si ahora es capaz de mirar la situación desde otro punto de vista... y supongo que a ti tampoco te gustaría que Remus perdiera esa esencia que le caracteriza y traicionara sus pensamientos en pos de los tuyos.
Sirius desvió la mirada incapaz de atreverse a responder. Se resistía a admitir que era inteligente respetar la postura de su pareja, ahora estaba tan enfadado con Snape que ansiaba profundamente que todo el mundo sintiera lo mismo que él. Sin embargo, Draco le sujetó del rostro para hacerle volver a mirarse directo a los ojos.
— Sirius... Remus te ama tanto como yo, y también sufre por no poder secundarte en estos momentos.
— ¿Tú sí me apoyarás, verdad? —preguntó esperanzado—. Draco, por favor dime que también piensas que Harry comete un error al preferirle a él.
Draco se tomó su tiempo para responder, pero antes de hacerlo, besó suavemente los labios de Sirius. Luego se apartó sonriéndole.
— Yo creo que Harry y Severus están destinados a estar juntos y no tengo ninguna duda de que, a pesar de sus errores, mi padrino ama a Harry más de lo que lo hace ninguna otra persona en este mundo... Sí, Sirius, incluso más que tú.
— Draco... —jadeó dolido.
— Pero a pesar de eso, yo no haré guerra contigo. —afirmó volviendo a recostarse sobre el pecho del animago—. Te amo como eres, así como Harry se enamoró de Severus tal como es. Y estaré a tu lado ahora y siempre porque nada, ni siquiera esto, va a conseguir que deje de amarte con todas mis fuerzas.
Sirius sonrió más relajado al escucharle, cerró los ojos abrazando más cariñosamente a Draco, le asombraba no sentirse molesto con él a pesar de conocer su postura con respecto a lo que pasaba. De pronto, la puerta del baño se abrió y ambos se giraron a mirar.
Remus estaba de pie ahí, y les observaba en silencio, sus ojos dorados reflejaban amor y melancolía, como si de pronto ya no se sintiera parte de ellos.
Sin embargo, la sonrisa de Draco lo cambió todo, extendió su mano hacia el Profesor invitándole a reunírseles. Por un momento no pasó nada, hasta que finalmente Sirius extendió también su mano.
Remus se acercó a ellos más no entró en la bañera, tan solo permaneció acuclillado acariciando el húmedo cabello de Sirius.
— Eres un idiota. —le reprendió cariñosamente—. No vuelvas a preocuparnos de esa manera.
— He pasado la peor noche de mi vida... creí que te había perdido a ti también.
— Estar alejado de la persona que amas lastima demasiado el corazón ¿puedes imaginar lo que sería si no pudiésemos estar juntos porque son otros los que no lo desean?
— Sé lo que intentas decirme, pero no es lo mismo.
— Imagina que los padres de Draco viviesen... imagina si realmente habrían aceptado que nuestro preciado niño estuviese con nosotros.
Sirius estrechó más a Draco contra su cuerpo, éste se dejó querer disfrutando del enorme cariño con que el animago le abrazaba. Intercambió una mirada con Remus esperando que Sirius comprendiera finalmente su error, pero la siguiente frase que brotó de sus labios les hizo entender que no iba a ser tan fácil.
— Nunca lo permitiría, sabiendo lo que un mortífago como Snape es capaz de hacer, no descansaría hasta que Draco estuviese a salvo... y Draco se dejaría ayudar, no como Harry. Me entristece enormemente su ceguera.
Remus rodó los ojos, por el momento no quería insistir, las últimas horas fueron agotadoras sin saber del paradero de Sirius, así que desistió. Después de todo, ahora Harry y Severus estaban ya reunidos.
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Me he enamorado
FanfictionUna maldición llega a la vida de dos jóvenes forzándolos a unirse a alguien más para poder salvar sus almas. ¿Qué suerte correrán con las personas que les han elegido? Snarry